Hacia una revalorización de lo ‹queer›
Quien interpretara a la noble caballeresa Brienne de Tarth en la celebérrima Juego de tronos, la actriz Gwendoline Christie, se presta a poner su voz para la narración del documental Amando a (Patricia) Highsmith, la exitosa escritora de novelas de suspense que necesitaba una reivindicación. Autora de Extraños en un tren, El talento de Mr. Ripley o Carol, Highsmith se consolidó como una devota del clasicismo literario, preocupándose porque el lector se inmiscuyera de la forma más pronta posible en los pasillos de sus tramas. Los tres libros que hemos citado, que probablemente sean sus más logrados, han sido llevados a la pantalla por Alfred Hitchock, Anthony Minghella y Todd Haynes. Respecto a este último, es menester reivindicar su adaptación de Carol en 2015, precisamente bajo los códigos del cine posclásico y más concretamente del melodrama manierista, donde destacaron figuras egregias como las de Douglas Sirk o Vincente Minnelli. Las actrices Rooney Mara y Cate Blanchett pusieron rostro a las protagonistas, combinando dos registros interpretativos distintos pero elevando las cotas de la película a una dimensión donde la faceta romántica alcanzaba un alto grado de trascendencia.
El documental nos revela, a través de los relatos de su familia, facetas poco conocidas de su vida, más allá de que fue una de las primeras artistas lesbianas con final feliz de la historia de la literatura norteamericana. En cierto modo, parece que estemos viendo un diario filmado. La reconstrucción del documental obedece en parte a unas constantes esquemáticas del género, desde el formato entrevista hasta la voz en off proporcionada por Christie, pero hay una hibridación entre imágenes cinematográficas, adaptaciones de la autora, y también escenas en presente, mientras que la puesta en escena de la palabra cobra mucha notoriedad. La directora suiza Eva-Vitija-Scheidegger procura que la reflexión sobre el arte literario y el deseo amoroso adquiera trascendencia conforme avanza el relato, rescatando citas tan pertinentes como la de que las mejores historias son las que parten de las emociones del autor. Sin embargo, la devoción que transpira Amando a Highsmith no se corresponde con una idealización desmesurada, sino con un desciframiento de su manera de entender el mundo. Podemos hallar fotografías de la escritora, testimonios verídicos que desentrañan sus sentimientos e imágenes que los hacen palpables. Gwendoline Christie interpreta a la propia autora, pero de forma descorporeizada, evocadora y casi fantasmal. Paradójicamente, vuelve a insuflarle vida mientras recita su prosa, y hace emerger un sentimiento en el espectador que se corresponde con la urgencia de reivindicar su figura. En ese sentido, se hace honor a la máxima de Judith Butler de que la justificación para la lucha (‹queer›) se da en el campo sensorial: se utiliza el sonido y la imagen para reclutarnos en una realidad y para hacernos participar en ella.
Porque como bien se expresa en el documental, aunque fuera pecado que una mujer tuviese una amante femenina, era un buen pecado.