El fenómeno de las falsas secuelas italianas parece erigirse en el tiempo como un género en sí mismo, indagado por multitud de aficionados que pretenden cavar aún más profundo de la decadencia que el cinemabis europeo sufriría a partir de los inicios de la década de los 80. Dentro de este ocaso, el cine ‹trash› capó a sus anchas justo en ese intermedio en el que los circuitos comerciales de estas industrias tornaban de los cines de barrio al videoclub. En este campo de acción se podría situar Alien 2: Sobre la Tierra, donde la producción italiana fantástica se inspiraba ampliamente en emular éxitos foráneos del cine entretenimiento; a este respecto llegaban al mismo tiempo segundas partes sacadas de la manga de avispados productores que en la mayoría de los casos conseguían estreno antes que las secuelas oficiales, con denuncias burocráticas mediante. Esta película del Ciro Ippolito (ocasional actor y realizador conocido principalmente por esta película) no propone ninguna continuación del Alien. El octavo pasajero de Ridley Scott, como se pudiera pensar en primera instancia al conocer su título, pero sí que presenta algunos elementos venidos de aquella.
La trama se centra en un grupo de espeleólogos que tendrán la misión de explorar una cueva tras un fracasado proyecto espacial, con unos astronautas fallecidos en oscuras y aparentemente sangrientas circunstancias. El grupo se meterá de lleno en las vicisitudes de una ampulosa caverna con la peligrosidad que ello conlleva, incluyendo personaje sensitivo y todo, y descubrirán el horror cuando cada uno de ellos vaya desapareciendo misteriosamente. Cabe decir primero que aunque la película centre su narración en la exploración subterránea, con sus problemas de ritmo, el director planea su dirección en el aprovechamiento excelso de su localización, una majestuosa caverna repleta de estalactitas donde los personajes se inmiscuirán en el horror. Es aquí donde quizá a la película se le pueda achacar de cierta inconsistencia, que parece dar más beneplácito a la ubicación que al propio clima de tensión entre los protagonistas, principal motor a nivel de guión. No es ninguna sorpresa el decir que un extraño ser habita en la caverna y que irá causando sangrientos estragos en el grupo protagonista, encontrándose aquí las mayores similitudes con la obra que se referencia desde el título: apariciones por sorpresa, ejecuciones abruptas y viscerales surgiendo desde la oscuridad… y hasta un guiño directo a una de las secuencias más recordadas del film de Ridley Scott.
La película logra entretener y disponer de cierto estilo visual por lo delicado de su narración, intentando en todo momento desligarse de las costuras del ‹exploit› italiano de entonces; aunque el bajo presupuesto esté ahí y eso es algo innegable en gran parte de la película, Ippolito presenta con solvencia las prototípicas escenas de peligro dentro de la cueva (caídas, cuerdas que se rompen, oscuridad…), aunque caiga en esos patrones estéticos plásticos que pudieran romper el encanto en las secuencias más sangrientas, y que a la postre sirven para presentar a la extraña entidad que provoca el peligro. A pesar de ello, conviene quedarse con el reverso positivo de esto, que hace postular al film en el ímpetu más transgresor de este tipo de producciones. Conviene destacar también su a priori anticlimático final, ubicado en localizaciones totalmente contrarias a las expuestas en el tramo más largo del film; calles solitarias californianas, justo después de una aún incomprensible secuencia en una bolera, regalarán una conclusión de cierta épica apocalíptica, muy propia también de este tipo de producciones.
Como falsa secuela que es este Alien 2: Sobre la Tierra conviene añadir de manera anecdótica que la 20th Century Fox denunció, como solía ser habitual en este tipo de coyunturas, a la película por apropiarse para sí del palabro “Alien” del título; la justicia falló a favor de los italianos, al haber una supuesta novela llamada “Alien” escrita en los años 30. Por su parte, el bueno de Ciro Ippolito denunciaría a Neil Marshall por un supuesto plagio de esta trama de exploraciones subterráneas en The Descent, trámite burocrático que no fue ni tomado en serio… ¡La loca Italia!