Ali Abbasi es uno de esos directores mutantes que no se adhieren a un género único donde explotar sus neuras. Siempre asociado a un mínimo rasgo social, el director iraní nos ha mostrado el terror con Shelley, el fantástico con Border, el thriller con Holy Spider y ahora se atreve a azotar una de las figuras más poderosas y a la vez caricaturescas de la actualidad en la llamativa The Apprentice. A simple vista no podríamos afirmar que todo salga de una misma mente, pero Abbasi no parece hacerle ascos a ninguna propuesta.
Nos remontamos a sus inicios, que anunciaban lo que sería un sádico germen maternofilial en Shelley años después. Su cortometraje M for Markus es un boleto directo al más ardiente infierno traducido en imágenes, donde la atracción, la impulsividad, la sexualidad y lo onírico forman una amalgama tenebrosa que se recicla constantemente en la mente de su protagonista.
Lejos de mostrar un aspecto novel pese a tratarse de su proyecto de graduación en la escuela de cine danesa, M for Markus es una estructurada pesadilla en la mente de Tess, una mujer de mediana edad obsesionada, ya no con un caso policial sino con el joven Markus, al que modela en su mente a través de distintos encuentros en los que los elementos y sensaciones se repiten pese a ser el contexto totalmente dispar.
Aunque sea Markus quien da título al cortometraje, su personaje es más una idealización que un protagonista. A través de las múltiples facetas de Tess, que va fluctuando de investigadora a víctima, descubrimos la obsesión de una mujer madura con un joven al que venera como una respuesta casi animal. En cada pasaje de M for Markus encontramos puntos concordantes como son los investigadores, las plantas, una víctima y un crimen acusador en el que el ausente Markus, solo una presencia para Tess, transforma a la mujer en una sedienta y ansiosa persona que necesita de él para aplacar su sexualidad. Tess es madre, investigadora, prostituta o espectadora, pero siempre padece los efectos de los encuentros con su deseo inapropiado, que acaban en fatalidad.
Puede que sea su tendencia ‹amateur› a la hora de mostrar la perspectiva de una obtusa y laberíntica historia, pero el recuerdo a David Lynch en lo onírico (pesadillesco en realidad), los colores y el desenfoque es irremediable. Aún así, M for Markus es un más que notable ejercicio que sorprende por su complejidad e inventiva a la hora de reciclar una misma idea en tan diversos escenarios, donde unos mismos personajes pueden representar tan variopintas posibilidades frente a una misma problemática. La puesta en escena es opresiva, angustiosa e incluso molesta por lo explícito de su distorsión de la realidad, algo que te sumerge en una historia que es difícilmente accesible, totalmente abierta a interpretaciones y capaz de generar un debate interno ante sus imágenes. Sí es una de esas historias que podría haberse expuesto a la sobreexplicación del largometraje, pero se agradece que derivase, años después, en la también compleja a nivel psicológico película que fue su debut en gran pantalla Shelley, una película capaz de romper ciertos tabúes sobre la maternidad, incluso siendo interpretada por una mirada masculina como la que puede ofrecer Ali Abbasi. Sin duda el director tiene mucho que explicar ya desde sus inicios, y su constante reciclaje no es sino síntoma de sus primeros pasos en el mundo del cine.