Quelqu’un d’extraordinaire es un cortometraje canadiense dirigido por un rostro ciertamente conocido dentro del sector más indie de la cinematografía de aquel país, Monia Chokri. Destacada principalmente por sus trabajos con directores tan prestigiosos como Denys Arcand (La edad de la ignorancia) o Xavier Dolan (Los amores imaginarios, Laurence Anyways), debuta aquí en la dirección y con ciertas buenas maneras, mostrando un buen talante y habilidad a la hora de afrontar una narración que aquí llega hasta prácticamente los 30 minutos. La propuesta relata, primeramente, la caótica situación vivida por su protagonista, Sarah, que se despierta en casa ajena debido a un pequeño altercado que se detallará bastante pronto. A continuación la chica se verá obligada a asistir a la despedida de soltera una de sus amigas, que derivará en una discusión espontánea que nos mostrará la marginalidad psicológica y espiritual de Sarah con todo aquello que la rodea.
El cortometraje sorprende por las cuidadas maneras con las que se encuadra la trama, acentuándose esto además su condición de ópera prima. Sus paisajes nevados mostrados al inicio, retratados a modo de postal y que ofrecen cierto calado estético, serán solo el preámbulo de una obra que destaca por intentar despertar una entidad, domesticada esta por la comedia y unos recónditos apuntes dramáticos, volviéndose especialmente encantadora justo al entrar en el principal meollo del entramado: la confrontación femenina de la fiesta, donde Chokri retrata el carácter femenino con cuidadas estridencias, pero que acaba funcionado como si la comedia de situación fuese imbuida por el cine documental y la improvisación propia del amateurismo. Planos cortos, muy cercanos a los personajes, muestran la facilidad para el diálogo de la obra, mecanismo que la directora utiliza para transitar de la vivacidad a la incertidumbre en cuestión de segundos con algunos momentos resueltos de manera bastante oficiosa. Es en esa jovialidad que se retrata bajo la espontaneidad de sutiles apuntes dramáticos, donde la narración se siente más cómoda y logra enganchar. Es curiosa la manera en la que la actriz dibuja un retrato cercano de la amalgama de personalidades femeninas que se muestran, aunque lleve al extremo las particularidades de algunas de ellas. El corto aquí empieza a engranar su personalidad y a atrapar a quien pudiera sentir cierta indiferencia en su inicio, con un trabajo interpretativo bastante eficaz aunque repleto de ciertos tics consentidos dentro de su ámbito confesamente dejado a la naturalidad.
Es precisamente en los momentos en los que el corto se aleja de esta tónica donde acabe mostrando puntos de flaqueza, capitaneados por una pretenciosidad que ensombrece en cierta medida su punto más ácido y mordaz. La conclusión que engrana sus apuntes irónicos con cierto discurso sobre el existencialismo de la década treintañera se antoja algo abrupto e indispuesto, falto de la frescura previa y con las claras ambiciones de ofrecer profundidad a una historia que quizá no la necesitaba. Aun así, Chokri sorprende con un buen trabajo narrativo a nivel de ritmo y planificación, con algún que otro apunte estético interesante y un cuidado hacia la interpretación que dejan en evidencia su trabajo actoral con algunos de los más destacados nombres del último cine indie canadiense. Una ópera prima con los fallos propios de la inexperiencia, pero que no impiden disfrutar de unos aciertos de tono que hacen de Chokri una cineasta a tener en cuenta en esta nueva faceta que empieza a desarrollar.