Todos tenemos un verano. Ya sea el primero en el que nos enamoramos, el primer viaje con los amigos, la primera vez que saboreamos la libertad lejos del yugo de la familia o del instituto. Son veranos efervescentes, entre la niñez y la vida adulta, veranos de polos de limón y litronas en la playa mientras se pone el sol, o de primeras discotecas (por llamarlas de alguna manera) en campings o en pueblos turísticos de costa.
En ese escenario tan concreto es donde se desarrolla A l’abordage!, la nueva película del realizador francés Guillaume Brac, después de films como Tonerre o Contes de Juillet. En su nuevo film encontramos signos comunes en su filmografía: la adolescencia/juventud, la comedia ligera, el verano. La trama de A l’abordage! sigue la historia de Félix, un joven parisino que se enamora de una chica en una fiesta al aire libre en la ciudad. Tras una noche juntos, Félix decide ir a visitarla al pueblo donde veranea para darle una sorpresa y convence a su mejor amigo, Chérif, para que lo acompañe. Será una excusa para un ‹road trip› entre amigos: salir de la ciudad y escaparse de sus trabajos durante unos días. Los dos amigos contratan un BlaBlaCar para el viaje, y es ahí donde conocen a Édouard, el tercero en discordia.
En un canto a la ligereza, Brac incluye conflictos pero no los lleva al extremo, como queriendo hacer ver que todos los problemas tienen solución. En su guion y dirección se adivina el tiempo extendido de los veranos, las peleas que se solucionan fácilmente, las amistades que nacen y mueren con la misma facilidad que el sol sale y se pone. A l’abordage! es una película sobre la amistad y la identidad, sobre los roles impuestos y asignados, sobre sufrir y disfrutar, y sobre un presente que parece eterno. Como en Rohmer, la importancia de lo que ocurre está en los detalles, en los gestos, en las reacciones furibundas o amables. Brac es más ligero que Rohmer, pero también más diverso: sus actores principales son un ejemplo de la potencia de la diversidad étnica francesa (ahí están los debutantes Éric Nantchouang, Salif Cissé y Asma Messaoudene).
No hay demasiada seriedad ni juicios de valor en la película, y si bien puede servir como un cierto retrato de juventud, se trata de una juventud casi genérica, universal y atemporal. Hay pocas referencias a la tecnología más allá del BlaBlaCar que usan para el viaje, y la mayoría de peripecias por las que pasan los protagonistas podrían haber pasado en cualquier generación. La fuerza de la película pasa por sus personajes: no solo los protagonistas tienen importancia, sino que los secundarios son tan reconocibles en su construcción como sorprendentes en sus aristas y contradicciones.
Es posible que una película tan optimista como A l’abordage! sea criticada como oportunidad perdida para hablar de muchas cuestiones que solo aparecen de manera superficial (los roles de género, la identidad sexual y racial, la precariedad juvenil…). Pero es cierto que tras un año y medio de pandemia, en la que la juventud ha sido encerrada primero y culpabilizada después, una película así es necesaria. Para los que tenemos ya una cierta edad, nos permite recordar y esbozar una sonrisa nostálgica, y para los más jóvenes, les recuerda que pronto podrán disfrutar de “su” verano.