Por fin llega a los cines, aunque con un estreno muy limitado, Niñato, el primer largometraje documental de Adrián Orr. Su estreno llega tarde y casi sin hacer ruido, pese a haber sido galardonada como mejor película en el BAFICI del año pasado y haber recorrido con éxito un sinfín de festivales.
Niñato es una ampliación de Buenos días resistencia, el corto con el que Adrián Orr se convirtió en un nombre a seguir para el cine documental. Otorgar amplitud al cortometraje se convierte así en una manera de dar un fondo y una evolución a unos personajes sobre los cuales en Buenos días resistencia decidía no incidir.
El cortometraje de Orr es magnífico, una obra de aparente simpleza formal que esconde una complejidad enorme, tanto por lo que explica como por el apreciable trabajo de depuración a la hora de saber «cómo mirar». Orr cuenta en una entrevista que lo que más le costó fue decidir dónde colocar la cámara, encontrar el punto justo entre una distancia corta —ahí donde pasan las cosas— y una lejanía suficiente para no condicionar a los personajes.
El corto cuenta tan sólo con una unidad dramática: un padre que despierta a sus hijos para ir a la escuela. En ese espacio tan breve de tiempo no sucede nada especial: los niños no quieren ir, el padre los apremia y les ayuda a vestirse, les prepara el desayuno y salen. Sin embargo, en algo tan simple está presente una idea de lucha, de batalla diaria que nunca acaba, de momentos que se repiten día a día y se transmiten de padres a hijos. Sorprende la paciencia y el cariño con el que David, el padre, les pide a los niños que se preparen, la dignidad con la que les ayuda, les prepara el desayuno y carga con sus mochilas de camino a la escuela.
Al narrar hechos cotidianos y mostrarlos en una pantalla de cine, Orr consigue que se vean con otros ojos, que surja lo épico en lo ordinario. En uno de los momentos finales del corto, David sube una cuesta con sus hijos mientras los primeros rayos de sol aparecen al fondo. El gran cine aparece ahí, casi susurrando: podemos ver el esfuerzo diario de ese padre, que no se rinde nunca, y de esos niños, que derrochan creatividad en cualquier situación.
Buenos días resistencia es una obra muy bien perfilada, tanto que hay que apreciar la valentía de Adrián Orr para trasladarla a un largo, sin saber si podría funcionar así de bien. Sin embargo, tras ver el corto cuesta no pedir más de estos personajes, no conocer sus vidas, sus problemas y sus anhelos, algo que da una idea del gran trabajo del director.