Carlos atraviesa una curiosa crisis durante un banquete de bodas. El que hasta entonces era un tipo gañán, agresivo, capaz de ignorar a su mujer Carmen y de hacer que la familia llegue tarde a la boda por disfrutar lo máximo posible de un Madrid-Barça, de repente se convierte en el hombre opuesto: hábil en las tareas domésticas y en las matemáticas, sensible en sus formas y amable con su esposa. El motivo de tal transformación parece ser la sesión de hipnosis a la que previamente le había sometido el aprendiz de mago Pepe sin aparente éxito. Será entonces cuando Carmen y el propio Pepe acudan al maestro de este para intentar devolver al cuerpo de Carlos su espíritu original.
Con el título Abracadabra se presenta esta película salida de la chistera de Pablo Berger, cineasta al que muchos aplaudimos hace unos años por la notable Blancanieves. En esta ocasión, el bilbaíno cambia plenamente de registro y nos ofrece un disparatado argumento bajo una realización no menos desenfadada. El resultado oscila entre lo gracioso y la chorrada, cayendo demasiadas veces en este segundo apartado pero sin hacer que el conjunto del film se convierta en un mero subproducto al servicio del chascarrillo.
Realmente, Abracadabra logra despertar curiosidad en lo que sobre el papel podía tratarse de una simple broma. Además de la caracterización un tanto extrema de los personajes, de la manera de filmar de Berger (con rápidos movimientos de cámara en determinadas secuencias) y de otros detalles relativos a la ambientación, es el propio argumento del film lo que hace dudar de su futuro éxito. No en vano, la misma idea de que almas en pena se puedan apoderar de un cuerpo así como así o de que las sesiones de hipnosis realmente den resultado son aspectos que corren el riesgo de toparse con el descreimiento, sobre todo por parte de aquellos que somos escépticos acerca del poder de la magia. Pero Berger lo lleva bien a la práctica, gracias también a un reparto bastante fiable con Maribel Verdú, José Mota y un Antonio de la Torre que está a su buen nivel habitual.
En cierta manera, Abracadabra puede recordar a algunos espectadores a Mi gran noche, cinta de Álex de la Iglesia que también fue criticada por la excesiva locura que impregnaba sus fotogramas y por la chabacanería de varias de sus escenas, pese a que en global la película resultaba disfrutable. A diferencia de esta, sin embargo, Abracadabra no es capaz de hacer que su curiosa trama evolucione de una forma que llegue a sorprender. Por el contrario, la obra de Berger termina por perder buena parte de su ya de por sí no excesivo encanto en una recta final donde incluso da la impresión de tomarse en serio a sí misma, abandonando esa zona de cachondeo subrepticio que mantenía el ritmo del film en un punto ligero que invitaba a esperar algo mejor de lo que finalmente llega a ser.
Más allá de esto último, hay que reconocer la apuesta de Berger por tratar de crear una obra poco habitual y no demasiado pareja con los estándares de la comedia española actual. No es que su trama o sus personajes estén libres de estereotipos (Carlos es un tópico con patas, por ejemplo), pero la manera de plasmar todo ello en pantalla hacen que Abracadabra sea una entretenida y llamativa película al menos durante buena parte de su metraje. No acompaña al conjunto un desenlace de difícil encaje en la tónica habitual del film y que provoca que su poso se mantenga lejos de resultar notable, pero aun así es justo reconocer que los 96 minutos de cinta son fácilmente digeribles.
Un desproposito de pelicula, mal gusto que al final consigue una indiferencia y un gran disgusto por no decir desilusión en las personas que asistimos atónitos a la visión de esta horrible película, nos engañaron, nos ofrecieron como aperitivos los tres momentos de risa que tiene la película, señor Mota, no vaya por ahí, promocionando una película que no es la que usted participa, por favor, mas seriedad. Me acordé del parecido con las tragicomedias, pues bien es una comedia aburrida y es una tragedia mas bien, fea, grosera y sin sentido, ¿a qué viene la sangra por todos lados, a qué viene burlarse de los enfermos terminales, a qué vienen tantas incoherencias?…En fín no la recomiendo a nadie,solo me consuela que fuí un miércoloes y me costó mas barato…
Completamente de acuerdo con Anónimo. Un bodrio infumable, de comedia no tiene nada. Salí enfadada del cine con la sensación de que me habían estafado.
Me ha enganchado. La interpretación de Maribel Verdú, genial y Antonio de la Torre tampoco se queda corto. És rara pero muy atrayente. Me ha gustado mucho.
Yo le pongo un 9.