July Jung presenta su opera prima A Girl at my Door (Dohee-ya), el drama personal de una jefe de policía recién llegada a un pueblo costero de Corea del Sur y de una adolescente que recibe abusos en su propia casa. En principio su relación es fría y distante, pero poco a poco ambas tejerán una relación cercana que les pondrá en peligro frente a un pueblo, pesquero en su mayoría y marginal, donde reina el caciquismo del benefactor, padre de la adolescente, y cierto complejo de inferioridad reflejado en la insistencia de los orígenes de la protagonista por parte de sus habitantes. Una sociedad lastrada por su pasotismo, por su despreocupación en temas de importante trascendencia, y que únicamente parece reaccionar cuando es demasiado tarde.
July Jung consigue un retrato psicológico perfecto de la adolescente atormentada, Dohee, una chica que sólo quiere bailar, ir de compras y comer fideos calientes, lo habitual en toda adolescente, pero le ha tocado una vida dura, marcada por el abandono de su madre y la dureza insoportable de compartir casa con un padre/tutor alcohólico y poco cariñoso. Ese retrato queda además perfectamente encuadrado en el rostro de Kim Sae-ron (Una vida nueva), que siembra la duda sobre sus auténticas intenciones, ¿estamos ante una chica con ínfulas maquiavélicas, o todavía reina la más absoluta inocencia en ella? Sus movimientos parecen arbitrarios, pero hay en ella una cierta mirada calculadora. Lo bueno de su personaje es que no sabes por dónde va a salir hasta el momento anterior en que se revela.
Junto a ella, Doona Bae (El atlas de las nubes), hierática y fría en la primera mitad del metraje, pero que poco a poco, y sin prisa, va mostrando su ternura y su calidez. Efectivamente, su personaje toma este cariz a raíz del descubrimiento de la razón de su traslado de la ciudad a un lugar más remoto. A pesar de ello, su personaje, Young-Nam, no pierde en ningún momento su compostura, y aún en los momentos más alegres o más demoledores, no pierde ese atisbo de frialdad estática. Y es que toda A Girl at my Door está envuelta del misterio de varios secretos de sus protagonistas, asunto éste que lleva a su directora a alargar la historia un poco más de lo normal, un propósito que parece responder más a una fácil digestión por parte del público que un anhelo de eternizar su final.
July Jung demuestra tener buena mano a la hora de desarrollar sus personajes, pero más aún al narrar la tensa relación entre las dos protagonistas, y entre éstas y el pueblo. Una película bastante recomendable que gana con la última media hora, a pesar de rematarla de forma demasiado convencional; pero se le puede perdonar, ya que firma un drama tenso con mucho brío que entronca con su forma pausada y calmada de narrarnos una historia llena de amor y cariño, pero también de la desalentadora condición humana y sus inexplicables actos de desprecio que tienen, como siempre, su lógica respuesta, aunque ésta sea reprochable.