España dejó atrás la dictadura y la transición fue modélica.
Éste ha sido el mantra que durante décadas han repetido los grandes partidos, la prensa y la opinión pública. Ésta es la torre que a Lesa Humanidad, el elocuente documental sobre la herencia del franquismo de Héctor Faver, le cuesta menos de cinco minutos derribar: lo que tarda en recordarnos que España es el segundo país a nivel mundial en recuento de desaparecidos no identificados. Lo que sigue es un catálogo de entrevistas, imágenes de archivo y yuxtaposición de fotografías y declaraciones que continúa metiendo el dedo en la llaga sobre lo que significó aquella etapa negra en este país, pero por encima de todo, sobre lo que todavía significa, los restos que todavía perduran impunes y la debilidad de una democracia que disfraza y disimula su pasado para evitar desmarcarse de él.
El estilo cinematográfico es convenientemente austero en su mayor parte, abundando una realización bastante neutra que deja hablar a sus protagonistas, aunque juega constantemente con las imágenes de archivo para crear una narración a través de ellas. Nada fuera de lo común en todo caso. Lo verdaderamente relevante y lo que da empaque a este documental es la información que transmite y el mensaje que construye a través de ella. Un mensaje que no pretende disimularse detrás de una capa de equidistancia, sino que se yergue enérgico, como un alegato político nacido del compromiso firme con la causa que defiende.
Es por ello que Lesa Humanidad adquiere su mayor valor como obra capaz de agitar y despertar conciencias, replanteando premisas y mitos que se han repetido a través de las décadas. Y la fuerza con la que lo hace, atacando a muchos de los fundamentos de la transición y la visión normativa de la democracia, es impresionante. Con su contundencia surgida de la absoluta falta de escrúpulos a la hora de derribar uno por uno dichos fundamentos, ahondamos en las miserias y claudicaciones morales que rodearon al fin de la dictadura, cuestionando la misma base de la transición y en último término el final del franquismo como etapa, en la práctica y en el imaginario colectivo.
No solamente el cambio de modelo de Estado es expuesto y atacado en este documental, sino también la propia dictadura, ahondando en los crímenes atroces que se produjeron bajo su yugo. Algo que siempre viene bien recordar, y en algunos casos directamente destapar para tomar conciencia de su medida real. Llaman la atención las comparaciones con otras dictaduras sanguinarias porque no deja de incidir en la idea de que sus crueldades están más insertadas en el imaginario colectivo que las del propio franquismo. Como parte de esta sociedad democrática me da la impresión de que seguimos observando el régimen de Franco como una circunstancia poco definida y alejada de la realidad, casi como un malo de cuento de hadas. Ver el catálogo de datos escalofriantes, conexiones y hechos históricos que nos presenta el documental, con imágenes y relatos de primera mano, permite volver momentáneamente a esa realidad y contemplarla en su extensión de crueldad y horror como lo que fue, y no como el relato ambiguo y etéreo al que la hemos reducido.
Por todos estos motivos creo que Lesa Humanidad es una pieza de visionado muy estimulante, de la que puede extraerse un mensaje que merece la pena y mucho subrayar en la sociedad actual. Como tal y cumpliendo de sobras con este propósito la cinta tiene un gran valor y empaque. Sin embargo su eficacia no elimina ciertos aspectos que sin impedir dicho objetivo sí pueden resultar molestos. En particular, la estructura narrativa del documental me resulta bastante problemática, reflejando una importante falta de cohesión que da una impresión bastante caótica, saltando de una información a otra sin formar conexiones claras en el guión. Pese a que existe un tema sólido de fondo, en ocasiones parece más un recopilatorio de anécdotas aleatorias sobre dicho tema.
Por otro lado, echo de menos ciertos detalles que hubieran aportado en gran medida al rigor de su información. Como mencionaba antes, no se trata de la versión obviamente comprometida ideológicamente que presenta de los hechos. No me importa realmente que haya un posicionamiento político claro y sin equidistancias; es más, lo exijo y creo necesario. Pero sí opino que el documental comete un error al presentar su información, y en especial sus imágenes y vídeos de archivo, que tal vez sea menor pero en todo caso afecta a su credibilidad. Y dicho error es la falta de contextualización de esas secuencias. Echo demasiadas veces de menos que se me detalle de cuándo es esta fotografía o aquella entrevista, para entender mejor de dónde viene y sus circunstancias, y creo que esto podría haberse evitado con facilidad y no solamente resolver el problema sino además reforzar el mensaje.
En todo caso, las carencias mencionadas no suponen un obstáculo suficiente en ningún momento para frenar la capacidad de Lesa Humanidad de remover conciencias y presentar una versión radiografiada, y en muchos aspectos reveladora, de la sociedad española y sus cuentas con el pasado. Sí pueden llegar a reducir su efecto, y por ello a pesar de sus méritos no creo que estemos ante una narración definitiva e inapelable de los hechos del franquismo y su impronta en la política y sociedad actuales. Pero con todo el esfuerzo del documental es digno de alabanza, y la experiencia, sin duda, contundente y difícil de olvidar.