Síntomas de sorpresa y estupefacción han recorrido hoy la sala de prensa del Festival Internacional de Cine de Gijón cuando Whit Stillman, presidente del jurado internacional de esta 55 edición, ha anunciado la película ganadora; En Attendant les Barbares de Eugène Green, una de las propuestas más singulares y extrovertidas de la Sección Oficial, se ha alzado con el Premio Principado de Asturias al Mejor Largometraje, máximo galardón del certamen. Siendo una de las películas que más contrariedad de opiniones ha generado, tanto en compañeros de prensa como público, el premio a Green se puede llegar a entender como síntoma de agradecimiento a que el propio director haya escogido Gijón como premiere mundial de esta su última película, asistiendo el propio realizador al Festival, algo que encumbra a Gijón como uno de los máximos exponentes del cine independiente de todo el mundo, estigma que defiende desde su crecimiento internacional allá en los ya lejanos 90. No debería sorprender, no obstante, el reconocimiento a En Attendant les Barbares, una película parida desde una premisa totalmente vanguardista, todo un ejercicio de estilo osado y con gran valentía en sus formas, que a su manera representa también al espíritu arriesgado que siempre ha defendido el certamen gijonés como una de sus señas de identidad. Injusto sería no mencionar que, al menos para el que esto escribe, en esta Sección Oficial ha habido películas de mayor peso y calidad, aunque ya se sabe de lo subjetivo y a veces inabarcable sentido crítico de un jurado tan dispar, formado también por Andrea Jaurrieta, Cuca Escribano, Dennis Lim y Eugenia Mumenthaler.
En el resto de categorías, el habitual reparto de galardones, donde el jurado ha compensando a una de las vencedoras morales de esta edición como la georgiana Scary Mother, quien se ha llevado el premio a la mejor dirección para Ana Urushadze, en un año en el que el certamen ha estado especialmente comprometido con la figura de la mujer en el cine; para la película, una perturbador retrato de una crisis existencial revestido de un contundente envoltorio de thriller áspero, también recayó el premio a la mejor fotografía. Esperable era que Hong Sang-soo, quien competía con On The Beach At Night Alone, no se fuese de vacío, recayendo el premio a la mejor actriz para la encomiable interpretación de su protagonista Kim Min-hee. Era un secreto a voces, y finalmente se confirmó: el premio al mejor actor recaería en Harry Dean Stanton, cuyo repentino fallecimiento tras el rodaje de Lucky añadiría aún más emotividad a una de las películas que más de acuerdo ha puesto en Gijón a crítica y público. A modo de cinta póstuma, el enorme y crepuscular trabajo del intérprete que ha conmovido al respetable en esta enorme reflexión de la vida y la muerte dirigida por John Carroll Lynch, se ha llevado su reconocimiento como compensación a una de los platos fuertes de la Sección Oficial, que muchos veíamos como fuerte candidata al premio principal; suyo sería también el premio a la mejor banda sonora. En el resto de premios otorgados por el jurado internacional destacar el de mejor guión para Stephan Komandarev y Simeon Ventsislavov por Destinos, la coproducción entre Bulgaria, Alemania y Macedonia que se instauró como otra de las favoritas en la carrera final hacia los galardones principales; el premio “Gil Parrondo” a la mejor dirección artística recaería en Hamid Boughrara por Until The Birds Return, film dirigido por Karim Moussaoui y reivindicado además por el jurado como una de las principales aportaciones este año a la Sección Oficial, tal y como demuestra su consecución del Premio Especial del Jurado, el primero que anunció Whit Stillman en la rueda de prensa.
El Jurado Joven (conformado por doce jóvenes de entre 17 y 25 años), otorgaría, por su parte, el premio al mejor largometraje para Scary Mother, aumentando aún más su condición de triunfadora en espíritu dentro de su recepción en el festival; el grupo de jóvenes también falló un premio al mejor cortometraje, destinado a Gros chagrin de Céline Devaux, procedente de Francia. La FIPRESCI, la asociación de críticos que como cada año otorga sus propios paralelos en Gijón, ha tenido a bien otorgar su galardón al mejor largometraje de la competición internacional Rellumes a la cinta italiana Manuel de Dario Albertini, defendiendo al autor como una de la principales promesas del venidero cine europeo; el film, además, ha quedado como una de esas joyas ocultas dentro de la secciones paralelas. Como mejor director de la mencionada candidatura transversal, Ben Russell ha sido premiado por su Good Luck, coproducción entre Francia y Alemania venido directamente del Festival de Locarno cuyo estudio sobre dos comunidades mineras generó bastante interés en el público asturiano, por la cercanía de la temática. Por su parte, un jurado especializado en cortometrajes, integrado por Maialen Beloki, Laurent Crouzeix y Carmen Gray, concedió su premio principal, que meterá de lleno a la obra en la carrera hacia los Oscar, a La bouche de Camilo Restrepo, otra de las ya innumerables propuestas francesas que se han paseado por esta edición número 55 del festival. En cuanto a la sección Enfants Terribles, icónica e inseparable del certamen y que hace un guiño a sus inicios con su dedicación al cine infantil, la película premiada sería la cinta de animación Zombillénium de Arthur de Pins y Alexis Ducord, resultado de la votación de la multitud de jóvenes gijoneses que a través de sus centros educativos asistieron a diversas proyecciones. En cuanto al premio del público, el documental El equipo de mi barrio de Rafa de los Arcos, con su foco en la relación entre el fútbol regional y uno de los distritos más populares de Gijón, se llevó el respaldo de los espectadores locales.
Entre a lo que películas españoles se refiere, y con sus propios premios, Lo que dirán de Nila Núñez (quien se llevaría también mejor dirección) se ha promulgado como la mejor aportación nacional de esta edición, especialmente comprometida también con la producción patria; el mejor guión recaería para Marc Recha por La Vida Lliure, quien competía también en la Sección Oficial. El Orden Divino de Petra Volpe, uno de las películas con más prestigio de todas las que han pasado este año por Gijón en parte por estar ya metida en plena carrera de los Oscar representando a Suiza, vio compensaba su presencia en el Festival con el premio al mejor largometraje dirigido por una mujer concedido por un jurado integrado enteramente por mujeres. En cuanto a la sección Día D’Asturies, centrada específicamente en el producto asturiano, el mejor largometraje sería para En modo silencio de Teresa Marcos y Aprieta pero raramente ahoga de David Pérez Sañudo se anunciaría como cortometraje ganador.
Con la polémica en el anunciamento de su Palmarés, algo que demuestra que Gijón sigue siendo un Festival de Cine muy vivo y de amplia referencia, el certamen echa el cierre en esta ya su 55 edición, que vino marcada por el cambio de dirección a favor del debutante Alejandro Díaz Castaño, quien vivió de primera mano el cambio de una de las sedes principales del Festival tras el cierre de los Cines Centro. Aún así, gracias a la disparidad de sus secciones, al respeto por su espíritu modernista y comprometido con el cine más underground y vanguardista, el Festival de Cine de Gijón finaliza este año continuado con su estigma de ser una de las citas mundiales de referencia para este tipo de cinematografía; la asistencia de público, entra otras coyunturas, dan prueba de ello, ya que al momento de escribir estas líneas ya se habla de un más que posible récord de asistencia.