¿Puede funcionar una segunda parte de un film ‹found footage› siguiendo las directrices del cámara en mano y seguir funcionando? Está claro que sí, siempre y cuando no desgastes la línea narrativa hasta convertirte en un cliché con patas. Para los que no han visto Creep, perfectamente esta podría ser su película, siendo Creep 2 una consecución de un personaje que, vaya, simplemente mata gente. Para los que sí la han visto, tendrán recuerdos nostálgicos (bueno, tanto tiempo como para la lagrimita no ha pasado) cuando se encuentren con alguna referencia perdida entre grabaciones.
Yo me voy a dirigir a los segundos porque me encuentro entre las afortunadas que vio ese cara a cara Brice-Duplass en el que descubrimos al cámara, al lobo, y al pirado aquel de los regalos. Divertida, creativa, y con la implicación absoluta de los líderes del film. Si para todos pasan los años, para los ‹serial killers› también, y un gran punto de partida es contrastar la típica y tópica crisis de los 40 en un respetable asesino ‹random›. De esos que nadie se ha preocupado en descubrir.
Por lo que estamos de vuelta en el personaje de Aaron, una nueva excusa para que Mark Duplass chupe cámara sin miramiento alguno. Que estamos en un ‹found footage›, que no nos dejan olvidarnos de la cámara en ningún momento. El intercambio en este caso es que su media naranja sea mujer. Una Desiree Akhavan que ya ha dirigido y ya ha protagonizado su propia película, así que tiene la soltura suficiente para hacer de esa que está en ambos lados, digna sucesora de Patrick Brice y seguramente del club de lectura de estas dos cabezas pensantes.
Así que tenemos un asesino depre y una youtuber en busca de la fórmula exitosa que encuentran el modo de cruzar caminos: los mensajes clasificados del periódico. El show no comienza, solo continúa. Creep 2 es la secuela consecuente para una peli de terror sin pánico, para un ‹mumblecore› desquiciado, para que el ‹indie› disfrute de las mieles de Jason Blum, siempre detrás de todo esto.
El personaje de Aaron no está acabado, precisamente por ironizar con aquello de siempre la misma historia, siempre la repetición (como asesino, literalmente; como actor, me he sacado la sutileza de la manga). Se nota que el guion está coescrito por Mark Duplass, cierto, y aprovecha para lucirse en su vena más cómica, pero es lo que hacía a este asesino particular, la falta de concreción o estabilidad emocional. Por su parte Sara le busca las cosquillas y se convierte en el contrapunto perfecto, una voz que lleva a Aaron al estado más conveniente en cada momento.
Pero algo falla, tal vez por alargar la broma de la crisis emocional, tal vez por las mentiras de sí mato no mato, o por buscar una intención más allá del Best Friend Forever que surgió entre los personajes de la primera e insinuar algo más físico en esta ocasión. O puede que una misma fórmula no sea siempre el camino correcto por el que correr a oscuras, porque te pierdes. O que ya no llamen al lobo Pitchfuzz. No hay certeza en esto, pero sí en que segundas partes nunca sobran si la simpatía inicial que se gana este fan del objetivo perdura.
La otra pregunta que alguno se haría sigue así: «¿Habrá tercera parte?» Mucho pides tú ya. Primero enfréntate a la bestia.