Tigre es un largometraje argentino estrenado en el Toronto International Film Festival del presente año, y que en los próximos días será parte de la sección Nuev@s director@s en el Festival de San Sebastián. Se encuentra ambientado en la desembocadura del río Tigre al norte de la provincia de Buenos Aires, una zona evidentemente rural donde la continua corriente de agua es vital para los pobladores.
El filme se centra en una anciana llamada Rina (Marilú Marini), quien tras mucho tiempo, regresa a su casa ubicada en esta región. En el lugar se citan también otros personajes, su hijo Facundo (Agustín Rittano) con quien intentará solucionar un problema, no solo del presente sino también de un pasado que se ha vuelto rencoroso. También están Elena (María Ucedo), amiga de la señora, y las adolescentes Sabrina (Magalí Fernández), Meli (Ornella D’Elia) y Estebán (Tomás Raimondi).
No es en vano que el dúo de realizadores debutantes presentan esta maraña tan diversa de personajes, porque a pesar de que el filme como ya se referenció se centra en Rina, una gran serie de acontecimientos están ocurriendo a su alrededor. Cada generación es una capa, cuatro en total, contando los niños del pueblo, los jóvenes, los adultos y ella de la tercera edad.
En cada capa hay algo por mostrar, en ocasiones juntas en otras separadas, hay recurrentes momentos tensos como esa espectacular secuencia de la cena, un clímax donde se entiende mucho del contexto que rodea a madre e hijo, rigidez que curiosamente es interrumpida por la imprudencia de los adolescentes, no así el impacto final que buscaba conseguirse y que termina por definir las decisiones de Rina.
Afuera de esta vieja casa también ocurren cosas, principalmente a los niños del pueblo y las jóvenes ya mencionadas. Hay un aura de misterio, una niña está desaparecida, otros chicos se esconden, los adolescentes juegan, los adultos rememoran, en ocasiones con licores de por medio. Hay algo turbio, molesto e incómodo, la pasividad con la que se mueve la cámara la contrasta, pero esa sensación está ahí como fiel testigo de los acontecimientos.
También hay mucho de índole sexual dentro del argumento, especialmente enfocado en el ámbito femenino, reforzando esta idea con ese espectacular final, lleno de gran fuerza y simbolismo. Estas mujeres de las que algo se conoció en ese ámbito durante los noventa minutos de metraje, se muestran en el cierre recias y determinadas, y únicamente son detenidas con la llegada de otra chica, la más frágil de acuerdo a lo observado.
Tigre es una obra donde evidentemente el elemento de la naturaleza cuenta con mucha importancia, es donde trascurre toda la historia, por lo cual los realizadores recurrentemente la muestran con sus personajes discurriendo de un lado a otro e interactuando con ella.
También es de importancia recalcar lo referente a la vieja casa a la que acuden, en medio de una pequeña isla, un lugar prácticamente abandonado que por cuestiones de la trama, invita a su dueña a retornar. Es una vuelta física pero es también una vuelta psicológica, a un pasado del que ella y su hijo pareciera que huyeron mucho tiempo atrás, a tal punto de mantenerse alejados y de confrontarse en el momento en que se vuelven a ver.
El debut de Porra-Schnicer culmina con un final fuerte, de impacto, que refuerza la mirada femenina que tiene el largometraje. Una obra sugestiva que explota de forma acertada los recursos escénicos y narrativos, siempre es llamativa, siempre es interesante.