«— Al menos ganamos la batalla de la democracia
— Qué se joda la democracia»
Querido lector, se recomienda leer la crítica escuchando la canción Kad dodju svinje de la cantante Nada Knežević en bucle, que puede encontrar aquí —canción que suena constantemente en la película y de donde coge el título—.
Una anciana atrincherada en su casa, rodeada de su familia y de hasta tres televisores que a todas horas arrojan desinformación mientras varias radios gritan consignas políticas. Una luchadora incansable que se niega a rendirse, a pesar que la realidad es tozuda y le grita una y otra vez que ha vuelto a perder, otra vez. Una joven radical —pues la democracia es un acto radical o no lo es— e idealista en el cuerpo de una señora que ha vivido en cinco países sin apenas salir del salón de su casa. Así comienza el documental When Pigs Come, la historia personal de alguien que no se rinde.
Nuestra protagonista, Dragoslava, tía de la directora Biljana Tutorov, lleva cerca de una década siendo voluntaria para confirmar que las elecciones democráticas son lo más limpias y legítimas posibles. Ella contempla como su país, Serbia, camina incansable desde una joven democracia débil hacia un autoritarismo legitimado en las urnas cada poco tiempo, en la figura de Aleksandar Vučić, otrora ministro de información con Milosevic en un partido ultranacionalista con un componente alérgico a la democracia, hoy un hombre socialista, liberal, centrista, cercano a Rusia, haciendo guiños a la Unión Europea, socialmente conservador, amigo del poder, aupado por las clases populares con las que lleva sus «reformas políticas» y un sin fin de contradicciones hasta formar un populismo que se sustenta en unos medios de comunicación que van claudicando poco a poco hacia un único pensamiento. El hermano pequeño, salvando mucho las distancias, de otros líderes de la región, cuyo máximo exponente y el más famoso, es el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan.
When Pigs Come es el retrato de una mujer que abrazó la democracia tras el periodo socialista —del que tampoco escuchamos su opinión— y desde entonces lo defiende siendo consciente de pertenecer a una minoría. En ocasiones hastiada por la realidad social que le rodea, Dragoslava pasa sus días en interminables debates humanistas y centrados en cuestiones geo-políticas con sus dos amigas, en charlas sencillas que esconden pensamientos más profundos a cerca de la libertad y el uso que se le puede otorgar hasta pervertirlo, repasando la historia reciente de su país.
La seguimos en sus quehaceres diarios, que pasa por insultar al televisor en cada complaciente rueda de prensa del presidente, cuidar de sus nietas o ir en bicicleta a Croacia con sus amigas mientras las elecciones se van sucediendo y el Vučić va acaparando más poder. Todo ello con una irónica mirada del mundo y un humor que sienta de maravilla al relato hasta quedar rendidos por esta nueva Che Guevara en zapatillas de andar por casa. Ella, opositora de la primera hora a Milosevic, ve más difícil deshacerse de este nuevo personaje, aupado por la democracia aunque parezca trabajar en contra de ella.
El documental bascula entre lo político y el entorno familiar, aunque lo primero lo impregna todo. Una anciana sin duda obsesiva, pero con una mente clara sobre los problemas a los que se enfrenta su país. Una idealista enternecedora, dispuesta incluso a soñar con ser presidenta para traer estabilidad y democracia a su gente. Y entre reflexiones de andar por casa, se esconden ideas sobre el poder.
Una obra sencilla, donde asistimos con desazón a la inevitable pérdida de fe de una protagonista cansada de luchar para volver a perder. Y que resurge con fuerza hacia el final. When Pigs Come funciona como parodia y como homenaje del héroe solitario que lucha contra las injusticias del mundo. Como irónica y divertida suplantación del documental político por parte de una ancianita en busca de la verdad y la justicia.
Bajo su sencillo y amable retrato de una persona valiente, se esconde un malestar y unas ideas sobre ese fenómeno que hace mella en buena parte de los antiguos países del bloque soviético, reconvertidas en débiles democracias liberales, por mucho que su autora decida centrarse solo en su país de origen. Pero es un fenómeno que en mayor o menor medida encontramos desde Hungría a Polonia. El viejo orden se encuentra camuflado en un nuevo sistema que no termina de arrancar.
Con todo esto, When Pigs Come se convierte en una interesante reflexión sobre el poder y la libertad y un interesante documental que sigue la vida y obra de nuestra ancianita. Centrarse en un microcosmos para hablar de algo más grande. Elegir a Dragoslova para hablar de presidentes, traiciones y otros juegos de tronos.