Cuatro años después de su estreno en el largo con A Month in Thailand, que pudimos ver a su paso por la sección oficial del Festival de Cine Europeo de Sevilla (2012), el cineasta Paul Negoescu regresa para presentar Two Lottery Tickets, Două Lozuri en su título original.
Negoescu crea una comedia a partir del éxito de taquilla que supuso la obra Love Building (Iulia Rugina, 2013), una cinta comercial que causó furor en Rumanía. Para ello cuenta con el mismo elenco de personajes protagonistas, un trío de actores que han saboreado el éxito entre el público de su país. El juego de Negoescu consiste en trasladar a los personajes a un tipo de humor más minimalista, con un equipo reducido e intentando en todo momento construir una historia desde los márgenes y con pocos medios. Una apuesta arriesgada que intenta enganchar a los espectadores de su país (que por lo demás y como suele pasar, los datos de audiencia no suelen acompañar a las obras rumanas que triunfan en los festivales de medio mundo) mediante este trío protagonista. Para ponernos en situación, sería algo así como que un cineasta español utilizará a los mismos actores de 8 apellidos vascos en una comedia seca y costumbrista sin apenas medios.
Negoescu ha dirigido Two Lottery Tickets con dos ideas bastante claras aunque algo más alejado del ámbito puramente cinematográfico. En primer lugar para demostrar que se puede hacer cine a partir de pocos elementos y menos medios, y en segundo lugar, según sus propias palabras, como crítica a un sistema de financiación en su país que prima la obra comercial y no a los proyectos más minoritarios.
Hablando de la obra, Two Lottery Tickets tiene una premisa sencilla: tres amigos juegan a la desesperada a la lotería, resultando ganadores, pero en el mismo momento de euforia descontrolada y cuando están pensándose cuantos yates van a comprarse, descubren que el billete ha desaparecido, seguramente tras un robo que sufrió uno de ellos días atrás.
A partir de entonces inician una búsqueda del billete perdido, encontrándose a un sin fin de personajes en una road movie que terminará llevándolos a Bucarest.
Estamos ante una obra donde los personajes quedan definidos por diálogos y acciones y donde no parece que encontremos un cambio en sus personalidades. Una película con algunos momentos de comedia realmente inspirados, mientras el sin fin de personajes crean un mosaico de la Rumanía actual. Desgraciadamente el humor seco que se crea por las situaciones, más que por los personajes, no termina de despuntar en muchos momentos, quedándose el espectador con ganas de más.
Lo cierto es que Two Lottery Tickets es un ejercicio donde la premisa sirve como excusa para crear absurdas y divertidas situaciones, algunas te pillan por sorpresa y dejan un cierto regusto amargo que le sienta de maravilla al relato, como cuando llegan a una casa de un vecino y acusan a la hija de esconder información, desencadenando un terrible castigo —se intuye que también físico— del padre a la pequeña, que es tratada casi como una criminal.
Esta falta de sutileza para algunos, de destrucción y caos por donde pasan —otra escena con final realmente inmoral es cuando un chico se lleva secuestrada a la novia, que compartía coche con los protagonistas, mientras estos últimos ni se inmutan— resulta en cierta manera muy interesante para un espectador acostumbrado en la moralidad de los relatos.
Los personajes son descritos con dos pinceladas, pero llevan hasta las últimas consecuencias su personalidad y no parecen alejarse ni evolucionar, hasta un momento final redentor hacia uno de ellos, aunque rápidamente otro giro final nos devuelve al punto de partida del relato.
La obra Negoescu funciona, nunca dejamos de prestar atención a lo que sucede en pantalla, pero por momentos se siente que falta carne en el asador, o que la comedia está hecha a fuego lento, apoyado en situaciones y personajes más reconocidos en su país de origen, por mucho que siempre insista que la sociedad rumana y la española comparten, no sabría decir muy bien porque, ciertas características culturales y sobre todo, un determinado tipo de costumbrismo.
Two Lottery Tickets acaba por diluirse demasiado pronto de la memoria de quien escribe, pero tiene suficientes aciertos narrativos y de comedia que la hacen recomendable.