En su segunda aportación al largometraje, el cineasta Babak Jalali presenta Radio Dreams, que como su título indica se ambienta en una emisora de radio de índole musical y que amplía su iconografía trayéndose para esta ficción (y así completar el guiño de su epíteto) a Kabul Dreams, la banda real vendida al mercado musical como la primera banda de rock proveniente de Afganistán. La película trata de la historia de las esperanza de un prestigioso escritor por unir a dos de las bandas más prestigiosas del panorama musical, en dos iconos para el rock; el occidental, Metallica, y el oriental, Kabul Dreams. La radio donde se fragua este intento de unión tiene su epicentro en San Francisco, que recibirá la visita de este segundo grupo, siendo las aspiraciones de su también principal programador las de unir a ambas formaciones musicales. Bajo esta coyuntura Jalali establece un cuento sosegado, con narración de ciertas ínfulas melancólicas, sobre la integración, las disonancias entre oriente y occidente y otras ciertas connotaciones sociales que aunque se disfruten como algo ya demasiado distendido en este tipo de películas con la clara centralización en el dilema social, encajan bien en el espectador precisamente por ese toque reposado de la narración; su look ambiental, también relajado y de fría fotografía, enmascaran una película que parece transmitir mucho más de su potencial, quedando reducido su tono en una agradable film que aunque no se atreva a discernir sobre varias cuestiones, su mensaje quedará transmitido en una naturalidad bastante agradable.
No solo el siempre presente dilema de la integración entre dos choques culturales tan de actualidad (la unión entre Metallica y Kabul Dreams que se teje, que finalmente se producirá aunque solo en una “cuarta parte”, viene a dar forma a esto), y que pudiera ser una medida “musical” para unir ambas confrontaciones socio-políticas, servirá de motor a la narración, ya que otras coyunturas también estarán presentes; el choque de intereses artísticos y monetarios, así como otras vicisitudes del panorama musical, aunque esto último peque de ser algo poco trascendental, pero necesario para el foro que pretende tejer el film. Se podría decir que la película transmite con ligereza su mensaje, aunque la manera en la que lo desarrolla no acabe por dejar el tono de una buena película, ahogándose en algunos aspectos en su propio ritmo (ideas cercadas sobre personajes principal acabarán por restar interés), pero aún así la película ampliará sus cotas genéricas con ciertos momentos de comedia ligera (la duda sobre la disponibilidad de Metallica, generando ciertas tensiones en la radio, ganará notoriedad), así como el dibujo del propio concepto de la emisora y sus aspiraciones culturales e intelectuales, con su choque de intereses entre programador (nuestro protagonista, interpretado por Mohsen Namjo, toda una figura artística en Irán) y la hija del propietario de la emisora, con unas pretensiones ‹underground› que crearán el consecuente conflicto de intereses.
Destaca y deja buen sabor de boca el tercio final, muy en consonancia con el tono decadente de toda la narración, aquí bajo la melancolía de los Kabul Dreams conociendo a una cuarta parte de Metallica. Un peculiar y cuasi nostálgico desenlace dejan un film que centra su discurso principalmente en la integración de minorías en sociedades supuestamente avanzadas donde el propio director no descarta el utilizar alivios cómicos de humor confesamente absurdo, que sorprendentemente no encajan nada mal. La decepción, la esperanza o las aspiraciones personales se abren paso en una trama que apunta a enfocarse en el drama de la inmigración y su aceptación. Respecto a la propia lectura que el espectador podría recibir sobre este drama de ínfulas cómicas, es fácil que resulte algo obvio y ya desenmascarado de inicio, con lo que probablemente reste interés a una película que no juego mal sus bazas pero no profundiza en aquello que tiene a mano.