Quizás no haya mejor forma de analizar el cine de la realizadora Anne Fontaine que seleccionar su película más popular a nivel internacional. Esta no es otra que Nathalie X, obra enmarcada en ese nuevo cine francés que emergió a principios del siglo XXI capitaneado por la generación de autores que arrancó su carrera a mediados de los años noventa. Nathalie X fue protagonizada nada menos que por tres pesos pesados de la escena cinematográfica gala: Fanny Ardant, Emmanuelle Béart y un ínclito Gérard Depardieu que aceptó un papel secundario que le venía como anillo al dedo. Sin llegar a convertirse en un éxito rotundo en el momento de su estreno, si que el paso de los años ha agrandado la reputación del film, gracias al remake dirigido por el canadiense Atom Egoyan titulado Chloe e igualmente por la adaptación teatral de la que fue partícipe este melodrama.
La película narra la crisis que surgirá en la rutinaria vida de un vacío matrimonio burgués compuesto por Catherine (Fanny Ardant), una ginecóloga de renombre inmersa en una incipiente crisis existencial, y Bernard (Depardieu), un abogado de éxito cuyos viajes y ausencias prolongadas del hogar lo han distanciado de su pareja. La monotonía conyugal explotará cuando Catherine descubre, a través de un mensaje de voz que escuchará en el móvil de su marido, que Bernard la ha sido infiel con una joven veinteañera durante el transcurso de un viaje a Suiza. La ira que este engaño despertará en Catherine la inducirá a contratar los servicios de una prostituta llamada Marlene (Emmanuelle Béart) para que ésta seduzca a su marido y actúe como una especie de espía con el objeto de obtener la confesión de los gustos sexuales que Bernard no es capaz de desatar en su relación matrimonial. Para ello Marlene tomará la identidad de una supuesta traductora que responde al nombre imaginario de Nathalie, encontrándose con Bernard en un céntrico café parisino.
A raíz de esta premeditada reunión, la imaginada Nathalie y Catherine se citarán a lo largo de las semanas para compartir los encuentros sexuales mantenidos entre el adúltero esposo de la ginecóloga y la presunta joven estudiante de idiomas. Las explícitas descripciones expuestas por Marlene animarán a Catherine a dar rienda suelta a esos deseos propios de esa clase media oprimida por los convencionalismos y el que dirán a medida que su grado de fascinación hacia Marlene irá in crescendo. Pero… la línea que separa la verdad de la mentira a veces puede ser ligera.
Nathalie X es una de esas películas que resultan atractivas merced a su irregularidad. Cierto es que no nos encontramos ante una gran obra. No. La cinta falla fundamentalmente por su apuesta por lo pretencioso. Porque uno de sus puntos débiles, al igual que ocurre con muchos melodramas de nuestro país vecino, del film es su disfraz tejido con un hilo que prefiere el plano sofisticado y el artificio frente a la sencillez. De agradecer resulta la elegancia con la que Fontaine embute el relato. Una pulcritud llevada al extremo. Tanto es así, que en mi opinión le resta alma y sentimiento a la narración. Echo en falta un poco más de garra animal en el envoltorio de la trama. La corrección técnica habita incluso en el plano político. Y es que pese a que la trama se prestaba a la inclusión de alguna escena de alto voltaje erótico, la película carece de sexo explícito. Esto la convierte en un drama frío, muy gélido, carente de ardor y lascivia, pese a que su trama recorrerá los caminos del adulterio, la prostitución y las insatisfacción que conlleva renunciar a la salsa de la vida para abrazar el hastío y el cansancio psicológico que supone compartir tu vida con la misma persona durante más de veinticinco años.
Supongo que los defensores de la película podrían achacarme que este desafecto y apatía que infunde la superficie de Nathalie X, es un recurso premeditado puesto en práctica por la autora de Las inocentes con el fin de señalar la falta de comunicación presente en nuestra sociedad, así como el alejamiento afectivo que castiga el resguardo conyugal. Esto no es baladí, y es precisamente uno de los puntos positivos que ostenta el film. Me agrada que Fontaine profundice en la enfermedad de la sociedad occidental del siglo XXI. En ese afán por alcanzar el éxito a costa de renunciar a la conciliación familiar. La ausencia de cariño que brota en medio de esas ciudades deshumanizadas solo interesadas en la práctica de sexo a escondidas y en aparentar felicidad en cantidades excesivas ante los ojos de familiares y amigos. Una sociedad artificial construida bajo cimientos tan débiles como el engaño y la mentira.
Sin embargo esta valiente propuesta acabará naufragando, en mi opinión, al caer en su propia trampa. En este sentido, Fontaine empleará ese engaño que parece pretende denunciar para embaucar al espectador. Ciertas escenas, como la del primer encuentro narrado por el personaje de la Béart, suponen un fraude utilizado para fijar la atención del público en la trama distrayendo al mismo en una epopeya en la que el suspense parece ostentar mayor protagonismo que el mensaje moral que encierra el guión. Una argucia narrativa que no es para nada de mi gusto. Así, la película derivará en un simple exposición de escenas ensambladas en el tiempo sin alma ni jugo que exprimir. Todo esto se verá afectado por un desenlace que acabará convirtiéndose en previsible a medida que el juego de entrevistas furtivas protagonizadas por Marlene y Catherine sobre el que se sustenta el guión, desemboca en un callejón sin salida fácil de adivinar.
Todo ello convierte a Nathalie X es una película fallida, en el sentido de que no fue capaz de alcanzar sus elogiables objetivos. A pesar de esto, no me cabe duda que los puntos fuertes que luce este enrevesado melodrama francés resultarán de interés a aquellos cinéfilos adoradores de esa puesta en escena delicada y distinguida de la que hace gala el séptimo arte producido en Francia, a lo que hay que sumar la interpretación siempre atractiva y eficaz de un trío de gigantes de la escena europea que cumple a la perfección el encargo asignado en cada uno de sus respectivos roles.
Todo modo de amor al cine.