Si bien no fue la primera película producida en el seno de Hollywood que alertaba sobre el peligro nazi y alentaba a la lucha, las circunstancias históricas fueron especialmente favorecedoras a A través de la noche, el largometraje de Vincent Sherman estrenado por primera vez apenas cinco días antes de los ataques de Pearl Harbor que marcaron la entrada oficial de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. Su argumento es una mezcla entre el suspense en torno a una organización secreta y la farsa con intención humorística que aparece con frecuencia para relajar la gravedad de los acontecimientos, contando para ello con un nada desdeñable reparto, encabezado por un Humphrey Bogart en pleno auge de su carrera, y Conrad Veidt como principal antagonista en un esquema que recuerda a la posterior Casablanca.
Aunque ciertamente ágil y moviéndose bien en las transiciones entre la seriedad y la comedia, la cinta no alcanza en ningún momento un nivel excesivamente elaborado, conformando un producto del montón con destellos principalmente a nivel interpretativo. No hay duda de que donde mejor y más cómoda se siente esta película es en su enfoque más serio, tratando de desvelar un misterio que se presenta de una forma bastante sugerente y copando las mejores escenas de la cinta, entre las que se encuentra la agobiante secuencia de la pelea en un ascensor que no deja de subir y bajar.
Lamentablemente no puede decirse lo mismo de la comedia, que a pesar de estar presente desde un principio termina por imponerse sólo una vez las cartas han sido desveladas, caricaturizando al extremo a unos villanos que terminan por perder la gravedad y sensación de amenaza que representaban. Este efecto está claramente buscado, desde luego, y aporta una ligereza bastante simpática, sin embargo el humor en sí es muy mediocre. En sus momentos de mayor lucidez apenas logra arrancar alguna sonrisa, y en ocasiones se hace incluso incómoda de ver, con chistes que llegan a caer en ramalazos racistas y sexistas muy casposos. No hay duda de que el paso del tiempo ha hecho daño principalmente a esta vertiente de la cinta. Con todo, tampoco puede negarse su utilidad ayudando a imprimir un ritmo alocado que en ciertos instantes se agradece bastante.
Pero lo que más daña al filme es su vertiente discursiva. De una historia narrada con el esquema de ésta se espera un contenido propagandístico nada disimulado, con los nazis siendo retratados como fanáticos y malos malísimos y con los valores democráticos de la sociedad estadounidense siendo ensalzados a cualquier oportunidad. Esto, desde luego, no es en sí un problema, pero se convierte en uno debido a su ejecución sumamente torpe, que en vez de reflejar contundencia y credibilidad le imprime un tono que de ingenuo y bobo resulta directamente sonrojante, con unos discursos metidos con calzador en la estructura narrativa y de los que fácilmente se podría haber prescindido sin que el mensaje se resintiese ni un ápice. Desde luego, eran tiempos propicios y en un escenario de guerra que se erigía como amenaza global tal vez su mensaje pudiese calar mucho más en la audiencia, pero estos discursos obvios y edulcorados al extremo resultan bastante difíciles de soportar fuera de contexto.
Al final, donde más destaca A través de la noche, o por lo menos donde lo hace con más regularidad, es sin duda en las actuaciones. Bogart se siente muy cómodo con el papel protagonista de pendenciero metido a héroe por accidente para demostrar su inocencia, y el resto no le van a la zaga: Kaaren Verne, que resuelve sin problemas su rol como acompañante/coprotagonista femenino y aporta un buen toque de misterio y ambigüedad a su personaje; Peter Lorre, que en sus apariciones aisladas se convierte probablemente en lo más memorable de la cinta; o Conrad Veidt en un personaje que no le hace lucir demasiado pero que resuelve con suficiencia.
Una mezcla de géneros combinada con cierta habilidad, una primera mitad que explota de maneras muy sugerentes sus elementos noir y unas interpretaciones más que decentes son por tanto los principales puntos a favor de una cinta por otro lado irregular, en sus peores momentos bochornosa y en general tan entretenida como olvidable, claramente hija de su tiempo y probablemente sin mayor pretensión que la de contribuir al escenario propagandístico utilizando el gancho de la ficción para posicionar al espectador en la víspera de la entrada en el conflicto bélico.