No descubrimos nada nuevo al afirmar que el entorno familiar ha sufrido un drástico cambio durante las últimas décadas. Uno de los motivos que han posibilitado tal evolución es el desarrollo de las técnicas de reproducción asistida, las cuales posibilitan que mujeres como Maggie, deseosas de dar un paso adelante en su vida pero sin prisa por encontrar pareja, puedan acometer su deseo. El único problema es encontrar al portador de genes adecuado. ¿Basta con que sea buena persona? ¿Que esté sano? ¿O además tiene que poseer una buena personalidad? Por si a Maggie no le bastaban estas dudas para resolver si Guy debe o no ser el padre biológico de su futuro descendiente, una casualidad le lleva a encontrarse con John, un escritor cansado de su rutinaria vida
Maggie’s Plan parece un título muy indicado para esta película dirigida y escrita por Rebecca Miller. Aquellos que vieran los últimos films de Noah Baumbach sabrán que, con la breve sinopsis escrita en el anterior párrafo, es fácil que el papel protagonista encaje con la actriz Greta Gerwig. Efectivamente, la intérprete es aquí la voz y piel de una nueva joven con dudas sobre su futuro, casi como si de un extraño spin off de Frances Ha se tratase. Lejos de encasillarse negativamente, Gerwig vuelve a estar de notable, aquí incluso con mayor mérito por estar rodeada de dos veteranos como Ethan Hawke y la inefable Julianne Moore.
Merece hacer este hincapié en el reparto porque las interpretaciones son lo que realmente hacen a Maggie’s Plan una película capaz de mantener el interés hasta el final. Los personajes, bien esbozados por Miller, poseen un carácter tan definido que por momentos llega al cliché. Es la habilidad de los Gerwig, Moore, Hawke y varios secundarios lo que verdaderamente define a los individuos que vemos en pantalla, lo que les dota de una personalidad propia que permite empatizar con ellos cuando el film así lo reclama. Su destreza delante de las cámaras ayuda en gran medida a levantar varias escenas que sin su participación seguirían siendo cómicas, pero no en el buen sentido.
El aroma indie está presente tanto en el estilo de Miller como, sobre todo, a nivel argumental. En este terreno, sin embargo, Maggie’s Plan pretende ser rompedora sin escapar de su conservadurismo. Hay ciertos detalles, como ese peculiar desenlace, que invitan a pensar más allá, pero en general todo tiene un aire a algo ya contemplado en otros films. Los críticos con el cine independiente moderno que llega de los EEUU tienen aquí una nueva pieza para despellejar, ya que reúne varias de las condiciones que tanto se han criticado de algunas de estas obras. Entre ellas, algunas escenas en las que se abandona cierta racionalidad y se lleva todo al extremo, hasta el punto de caricaturizar a los protagonistas.
Pero no todo es blanco o negro, y Maggie’s Plan consigue ser lo suficientemente simpática y distendida como para encontrar sus virtudes sin que por ello tengamos que admitir todo lo que nos cuenta. La gracilidad con la que Miller desenvuelve la historia es una de ellas, por no mencionar nuevamente el gusto que supone la parte interpretativa. Es difícil, eso sí, ignorar las debilidades internas de un guión al que le falta construcción. Plantear reflexiones poco profundas sobre la maternidad en soltería, la compatibilidad de horarios familiares o la débil línea que un escritor palpa entre lo real y lo inventado ayuda a aliviar al film de un desarrollo que habría sido bastante más pausado, pero le condena a ser guardado rápidamente en el trastero de la memoria tras su visionado.