El cineasta Babak Anvari sorprendió en el circuito de cortometrajes con su trabajo Two & Two (2011), donde en una escuela enseñan a los niños que dos más dos es igual a cinco, y quienes se negaban a creer esto eran ejecutados. Poco más necesitaba su director para trazar una maravillosa y terrible metáfora sobre el Irán surgido de la revolución islámica. En apenas 8 minutos contaba un relato potente, donde el protagonista debía sobrevivir aceptando el hecho que dos más dos son cinco a pesar de toda lógica.
Pues bien, su siguiente trabajo ha sido todo un bombazo en Sarajevo. Under the Shadow es una película de fantasmas, o de seres extraños surgidos de la mitología persa o vaya usted a saber, el caso es que acojonan. Por que el trabajo de Babak Anvari se erige como el modelo clásico de una cinta de terror que funciona a la perfección, donde el mal sólo es visto apenas unos segundos en su tramo final. Pero su cineasta sigue construyendo metáforas sobre el Irán actual y el régimen que mantiene a unos de los países más laicos de aquella parte del mundo sometido a un claustrofóbico suplicio en su aplicación más restrictiva de la religión.
Estamos en el Teherán de mediados de los años 80. La revolución expulsó al sanguinario y opresor Sha de Persia, pero a dicha revolución le siguió una toma de poder por el poder religioso. A esto hay que añadir una cruenta guerra que duraría ocho años entre Iraq e Irán, donde a parte de las líneas del frente ambos ejércitos se dedicaron a bombardear sus respectivas ciudades con pasión.
Shideh es una joven que ve a escondidas vídeos de ejercicios venidos de Estados Unidos que intenta ser readmitida en la universidad de medicina de manera infructuosa. Su pecado: pertenecer a una organización de izquierdas en el Irán revolucionario. Desanimada, vuelve a su casa. Allí le espera su hija y su marido, que cumple el servicio militar como doctor y próximamente volverá a ser destinado al frente. Desde su ventana, ve los misiles caer del cielo y cada dos por tres hay que bajar al sótano cuando suenan las alarmas antiaéreas. Una mujer joven, laica, con sueños, que entiende que su vida será a partir de ahora ser la mujer de, la madre de, y llevar un velo al que no muestra mucho cariño.
Han pasado cinco minutos de película y uno se pregunta si no se habrá confundido de sala, que esto de terror tal y como lo entendemos tiene bastante poco. Por fotografía, por temática, por contexto, todo parece indicar que estamos en una cinta de drama social o de denuncia política.
Entonces llega la noche.
Under the Shadow dura apenas 90 minutos. Su estructura es totalmente clásica. Pero funciona a la perfección sin tener que reinventar nada. Todo comienza con una noche donde hay más viento de lo normal. La puerta del garaje aparece abierta. Detallitos aquí y allá. La manera de mostrar como «algo» está entrando en el edificio es simple y perfecta.
Shideh queda sola en la casa con su hija. Lo que sigue es una lucha contra un viento, una sombra que apenas se deja ver, pero está ahí, en algún lugar. Todos los elementos, desde puesta en escena a sonido y música juegan a favor en mostrar una atmósfera donde esa sombra está siempre a punto de aparecer. Hasta la alarma antiaérea da miedo. No, Babak Anvari no ha inventado nada, sigue el manual clásico pero cumple a la perfección, y es consciente de las mil millones de películas del género iguales unas de otras.
La película se divide desde el punto de vista de Shideh en dos partes. La primera, la de una mujer que aún notando una presencia extraña en el piso, se resiste a creer los rumores de su hija que dice que hay alguien más. Sus vecinas van abandonando el edificio, y ambas, una kurda laica y una mujer religiosa, le hacen notar que algo ocurre. La segunda parte acontece cuando descubre esa sombra en lo más íntimo del hogar. Su primera reacción es huir. Desgraciadamente salir por patas con tu hija a cuestas en mitad de la noche sin llevar el velo islámico no es la mejor solución. Es detenida y en un acto de piedad, llevada a casa sin cargos. Es esa segunda parte, cuando debe enfrentarse de alguna manera a ese rumor que habita con ella y su hija, cuando Shideh se revela como un personaje que se niega a seguir siendo una más.
Afortunadamente la película no vive sólo de sustitos varios. En su guión hay también lugar para otro tipo de terror, como es la pérdida de la hija. Y es que ese viento sin nombre se lleva consigo un objeto de importancia para su víctima, y poco a poco esta se deja llevar por un deseo de recuperar su objeto, dispuesto a hacer cualquier cosa, incluso traicionar o desconfiar de sus seres queridos. Esto funciona como ejemplo perfecto de lo que el gobierno islámico es capaz de hacer (sí, todo sigue siendo una maldita metáfora sobre el régimen) a su población. Pero también, y aquí es lo relevante, funciona muy bien integrado al relato de terror, dándole sustancia y motivaciones a los personajes.
Lo que quiero decir es que Under the Shadow no es sólo la historia de un monstruo que habita en un edificio. Narrativamente resulta pobre y simple. Y su cineasta lo sabe y añade elementos al relato que consiguen hacer una obra redonda. Pero como decía, cuando todo es tan redondo hay poco que reprocharle. Desde las localizaciones elegidas, que van del interior de un hogar que por las noches es invadido no se sabe muy bien por quien hasta un sótano oscuro, a la evolución de los personajes y de la situación. Como un dato al inicio que funciona dramáticamente, luego resulta crucial para la historia (ese libro, ese juguete), muestra que todo está ligado y pensado en la cinta. Diréis que eso también ocurre en otras cintas del género. Ya bueno, debería. O la menos no recuerdo ahora muchas películas donde funcione tan bien.
Así pues, el filme funciona como cinta de terror. De terror puro, habría que decir. También es una obra donde su cineasta sigue indagando y explorando nuevas maneras de retratar al régimen iraní.
Dará mucho que hablar, seguro.