Armando, un dentista de la ciudad de Caracas, siente un irrefrenable interés por los jóvenes de su barrio, a los que invita a su casa con la promesa de otorgarles una buena suma de dinero si le enseñan ciertas partes de su cuerpo. Pero Elder no termina de estar cómodo con la situación, sobre todo por la antipatía que le genera la homosexualidad, por lo que no dudará en golpear a Armando llevándose como premio la cartera de su víctima y una buena suma de dinero. Contrariamente a lo que podríamos pensar, la relación entre ambos individuos no cesa tras este incidente, sino que entre ellos comenzará a brotar un insospechado lazo de unión.
Desde allá es la primera película de Lorenzo Vigas. Ganadora del León de Oro en Venecia, el film supone una nueva mirada a la Venezuela actual, algo interesante especialmente para la audiencia española, que tantas veces en los últimos tiempos ha intentado captar una sola parte de la realidad de aquel país por motivos cercanos al ámbito político.
El trabajo de Lorenzo Vigas se nutre de un estilo que va en la línea del reciente cine latinoamericano, ostentando un carácter muy reposado en la narración, con práctica ausencia de música extradiegética y midiendo al detalle los planos. No está tan lejos de planteamientos como El Club (interesante cinta pero que a un servidor no le llegó a cautivar plenamente), por citar un ejemplo de obra cinematográfica que pretende elaborar una historia con bastante pulso y respetando el adecuado ritmo de los hechos que acontecen en pantalla, aunque tal cosa se produzca a riesgo de sacrificar un mayor dinamismo.
Pese a que alguno ya se ha apresurado a catalogar a Desde allá en el marco del cine gay es necesario comentar que, si bien no se puede decir que el componente homosexual sea lo de menos, definitivamente esta temática no supone el epicentro del relato. Lo verdaderamente trascendente es ese punto de conexión que se forma entre los dos personajes protagonistas, cada uno perteneciente a una generación y ámbito social diferente pero que viven muy marcados por lo que le sucedió en el pasado. En este sentido, se diferencia claramente de otras producciones venezolanas sobre la homosexualidad que hemos visto recientemente como Azul y no tan rosa (que viraba hacia un drama menos cargante pero demasiado evidente) o Pelo malo (de carácter más social e incluso metafórico), por lo que supone un interesante tercer punto de vista sobre este aspecto.
El problema que se hace patente en Desde allá es que funciona como una película demasiado esquematizada y que no deja espacio suficiente para ser palpada por el espectador. Más cerca de un documento audiovisual sobre unos tipos cualquiera de Caracas que de una obra dramática al uso, el film de Vigas no deja una sensación tan buena como su planteamiento así lo merecería. Aunque las escenas iniciales están contadas con profundo sentido de la naturalidad y van en clara lógica a lo que luego se desarrollará, sin que el cineasta por tanto pretenda convertirlas en simple fachada, el progresivo transcurso de los acontecimientos irá dejando un poso cada vez menos satisfactorio. Huyendo de lo denso, el director venezolano cae en un no muy recomendable terreno que convierte a la película en un producto poco criticable en su aspecto pero mejorable a nivel de guión.
Todo esto culmina en un desenlace argumentalmente esperable y bastante lógico, pero que resulta muy parco en espíritu y en emoción, circunstancia acorde a lo comentado en el anterior párrafo. Es fácil entender que Desde allá se llevara el premio el principal premio de Venecia porque en verdad se trata de una cinta que acumula virtudes muy reseñables, pero su grácil planteamiento argumental contrasta con las pocas facilidades que concede al espectador para implicarse en ella.