Gran parte de la inmensa producción del cine de la ex URSS no ha sido muy difundida en Occidente. Lo más conocido siempre ha encajado en filmes relacionados con hechos históricos, políticos y de ciencia ficción. Poco se sabe de corrientes como la comedia soviética, donde existen estupendas cintas como Cuidado con el Coche, estrenada en 1966.
Eldar Ryazanov fue el director de esta gran película que ironiza las constantes argumentales del thriller o del cine negro americano. Ryazanov fue un realizador muy querido en su país porque sus trabajos estaban dirigidos a agradar al pueblo. Las historias y personajes que creó, con comedias ligeras, lograron sintonizar con las masas.
Cuidado con el coche cuenta las aventuras de Yuri Detochkin, un tipo algo retraído, que se dedica a robar vehículos de marca para venderlos y luego donar el dinero a orfanatos. Él tiene una afición por la actuación teatral y será en ese mundo en donde conozca a un policía con similar gusto que, por coincidencia, está encargado de indagar las desapariciones de los autos, generándose entre ambos una relación muy especial.
En este filme, el director ruso pudo componer un fantástico relato que resalta el espíritu de la sociedad soviética de la época. El ritmo no tiene bajones durante toda la duración de la cinta, pues se apoya en un buen guión, en el cual también participó el propio Ryazanov, y en una estructura homogénea en su contenido cómico y satírico. Por su hilaridad, destacan algunas escenas en las cuales el cruce de situaciones configura ambientes especiales de humor, como el caso del encuentro en la carretera entre Yuri (que conducía un auto robado) y un policía motorizado.
Las acciones que realiza una potencial víctima para evitar el robo de su auto y las de su atracador por conseguir su objetivo, también aportan para dotar de una completa diversión a la película, así como sus diálogos que están muy bien diseñados y engloban instantes de gran comicidad, como aquella conversación que se suscita entre Yuri y el detective, en un corredor del teatro, en el que el ladrón le suelta una serie de pistas del hecho delictivo sin que el policía se dé cuenta.
Los actores que intervienen en esta cinta representan bien su papel y lo hacen con sobriedad y eficacia, sin caer en dramatismos exagerados o en rigideces expresivas. El personaje principal, Yuri, encarna a un hombre que tiene una especie de obsesión enfermiza por robar coches, para lo cual hará todo lo que sea necesario por burlar cualquier seguridad que se le interponga y no le importará alterar su propia cotidianidad laboral o familiar para cumplir con su misión. Su interpretación permite un análisis psicológico de un ser que llega a filosofar internamente sobre si es necesario tener un auto y al creer que asume valores altruistas al afectar con sus delitos a gente deshonesta.
La película está realizada con una elegante fotografía en blanco y negro, cuya estética se fundamenta en un prudente uso de los claroscuros y en una iluminación uniforme que dota a la imagen de calidad y de atractivo visual.
El filme se presta a varias interpretaciones en cuanto a su contexto sociopolítico. Algunos críticos han tratado de encontrar mensajes alusivos al anhelo de libertad (recordemos que en ese entonces la URSS era un país comunista) y al derecho a la propiedad privada. También la cinta podría mostrar, subliminalmente, una contradicción del mundo socialista, donde no existía una igualdad de condiciones socioeconómicas y había élites que podían tener más que otros. Toda esta concepción se motivó, entre otras cosas, por una breve restricción que hubo de la exhibición de la película por parte de organismos de control rusos, que veían en su propuesta una especie de exaltación del robo en favor de los necesitados.
No obstante, si se la mira en otra perspectiva Cuidado con el coche podría conservar dentro de sí el espíritu del socialismo, pues hay elementos que cuestionan el apego a lo material. Además, hay una adaptación especial de la figura de Robin Hood en el personaje de Yuri, quien sustrae sólo coches de marca exclusiva para ayudar, con su venta, a huérfanos.
Eldar Ryazanov fue también un dramaturgo y supo introducir en esta película la idea de que las situaciones de la vida pueden ser expuestas en representaciones teatrales de obras clásicas, como las de Shakespeare, sin que el público se dé cuenta.
La filmografía de Ryazanov merece ser revisada, su estilo es muy bueno y sabe cómo contar historias para el deleite del público.
La pasión está también en el cine.