Hablar de un documental como Rocío (1980, Fernando Ruiz Vergara) requiere primero ponerse en situación y entender lo sucedido con la conocida como «primera película censurada en la democracia española».
Su cineasta y la guionista Ana Gil decidieron abordar la cinta y el fenómeno conocido como El Rocío desde una mirada crítica, donde se disecciona la romería andaluza por antonomasia hasta «desnudarla», trazando un recorrido histórico y cultural que nos lleva desde la represión onubense en la guerra civil hasta la transición.
Hay dos apuntes que hacer antes de entrar en materia.
Aunque siempre con el morbo de ser la primera peli censurada en democracia lo cierto es que otros documentales de la transición, sin ser directamente censurados, han sido enterrados y olvidados por el bien mayor que supone no abrir heridas innecesarias. Hay está el caso de la extraordinaria Después de…primera parte: no se os puede dejar solos y su continuación en Después de…segunda parte: Atado y bien atado (ambas de 1981, Cecilia Bartolomé y José Juan Bartolomé). Y es que es un poco triste la poca trayectoria que han tenido algunos de los documentales de la etapa de la transición, donde podríamos destacar la obra de Pere Portabella Informe general sobre unas cuestiones de interés para una proyección pública (1977), La ciudad es nuestra (1975, Tino Calabuig, Miguel Ángel Cóndor) o ¡Votad, votad, malditos! (1977, Llorenç Soler).
En definitiva, hubo una explosión de documentales críticos con la transición que apenas han sido reconocidos, quedando eclipsados seguramente por la serie documental La transición (1993, Elias Andres), un buen producto interesante y ameno que apuntala la versión oficial. Su director produjo años más tarde Juan Carlos I: 25 años de reinado (2000).
La segunda consideración es que Rocío, si bien provocó una encendida polémica por como mostraba la romería más popular de España, no fue directamente censurada por ello, sino por grabar a varios testigos que sin pelos en la lengua comentan la represión del bando sublevado en la zona de Huelva, enlazándolo con la romería. Y por encima de todo, dando nombres. Hubo censura, se prohibió emitir ciertos segmentos y su cineasta vivió un calvario, pero no hablaremos de eso aquí, ya que hay un excelente documental que trata todo el asunto, El caso Rocío (2013, José Luis Tirado).
Dicho estos dos pequeños apartados, vamos al documental. La pequeña introducción sirve para no desviarnos del tema, pues mucho se ha escrito sobre todo lo que rodea a la cinta, pero se peca de no analizar el proyecto en sí.
Rocío es un documental bastante crítico. Muchos se han quejado sobre la poca honestidad de un cineasta que fue invitado a grabar en el interior de la ermita e incluso al que no se le pusieron pegas a la hora de «desvestir» al muñeco (o figura, decir «muñeco» es insultante para muchos fieles) para terminar dando una visión negativa del evento que se produce cada año en estas fechas. Es importante esto porque desde entonces pocas son las imágenes del interior del lugar y resulta impensable volver a grabar al muñeco desnudo. Esto hace que sus imágenes acaben por ser únicas y valiosas.
Pero el valor del documental no reside ahí. Su valor es ante todo una mirada que huye de cualquier forma establecida y anquilosada del documental informativo. Aquí hay que tocar las narices a más de uno y comparar un documental agresivo contra el Rocío con un publireportaje inocuo como es El Rocío es compartir (2012, Francisco Campos). Ruiz Vergara busca formas de narración que no etiqueten a su proyecto en el mero documental informativo simple de toda la vida. Así, podemos encontrar recursos como escuchar a una niña leer la historia oficial de la creación de El Rocío. Un recurso al que tal vez se puede etiquetar de simple y tonto, hecho sencillamente por mostrar lo de siempre (la historia y primeros años) con otro enfoque, pero que comienza a perfilar la visión que su cineasta tiene del evento.
¿Es una visión feroz? No exactamente. Es crítico y en ocasiones innecesariamente machacón, como cuando su cineasta decide repetir fragmentos de audio hasta tres veces, en un recurso que resulta a todas luces, pobre, tonto y que intenta dirigir la opinión del espectador de forma torpe. Pero a pesar de algunos malos momentos (no hay otra manera de entenderlos) sigue siendo un documento maravilloso con ideas claras y desmitificadoras, como cuando asistimos al «desnudo» del muñeco.
Porque lo que queda una vez que se desprende de sus costosos trajes es un objeto amorfo, al que se le arranca su condición religiosa, es más bien un «objeto mágico» sin glamour y visiblemente mutilado. No es de extrañar por tanto, que desde entonces no se permita (o al menos no es fácil) filmar a la virgen en su estado natural sin llevar su «ropa».
Durante buena parte del documental Ruiz Vergara utiliza las imágenes para «corromper» la visión establecida de la virgen y del Rocío. Pero en su mayor parte son imágenes que pudo grabar sin problemas; no fue hasta ver el resultado final cuando comenzó la polémica, en unos años, la transición, donde el fervor religioso de la Virgen del Rocío aumento sustancialmente. Lo que intento decir con esto es que a parte de la visión crítica con la que se muestra, hoy en día no disponemos otra visión que la establecida, donde se guardan mucho de mostrar según que cosas y donde la imagen icónica es cuidada para que no nadie vuelva a intentar de manchar el enfoque. Una imagen positiva y alegre, que es ante todo como se vende. Pero es remarcable que en aquella época no pusieran pegas a su director, y no vieran mal que el cineasta grabara lo que grabara.
Así pues, podemos pensar que el enfado de los seguidores de la blanca paloma va por las formas, sí, pero ojo, también por grabar lo que graba.
El cineasta vuelca también una considerable cantidad de ideas a raíz de la romería, como es su carácter clasista, analiza la singular religiosidad andaluza, más cercana al objeto mágico pagano que mencionaba antes que al cristianismo o hace un exhaustivo análisis antropológico e histórico. También reflexiona sobre la convivencia entre los poderes políticos, religiosos y económicos, cuyas raíces nos lleva al franquismo y al inicio de la guerra civil española. Y es aquí donde se topó con la censura, a los descendientes de José María Reales Carrasco, alcalde de Almonte durante la dictadura de Primo de Rivera, fundador de la hermandad rociera de Jerez de la Frontera y represor activo cuando se produjo el golpe de estado en el 36, no les hizo gracia.
Rocío es un documental crítico. También partidista. En ocasiones su cineasta parece estropear su trabajo con algunas decisiones cinematográficas que intentan dirigir su mirada de manera brusca y torpe, pero en otras ocasiones, la mayoría, nos relata un apasionante viaje a la Andalucía profunda con formas e ideas que huyen del documental de siempre.
No es una película perfecta. Pero a mi personalmente me resulta estimulante, con escenas cargadas de un poder desmitificador que no sentó bien y con mucho que decir sobre un evento que sigue tachándose de inmaculado por parte de sus fieles y torpemente visto como una catetada típica del sur por los que viven de Despeñaperros para arriba.
Supongo que cada cual debe juzgar por su cuenta. El juez de el caso Rocío lo tuvo claro:
«Es indispensable inhumar y olvidar si se quiere que los sobrevivientes y las generaciones posteriores a la contienda convivan pacífica, armónica y conciliadamente, no siendo atinado avivar los rescoldos de esa lucha para despertar rencores, odios y resentimientos adormecidos por el paso del tiempo».
Otra película secuestrada por los militares y la primera realizada en
España sobre la represión franquista. Un documental sobre la
peregrinación del Rocío en Huelva, a la que acuden todos los años más de
un millón de personas y que analiza la veracidad de la aparición de la
Virgen y el apoyo de las Hermandades a las matanzas en julio 1936 en
Almonte.
El director abandona su Huelva natal y acaba en 1974 en la Lisboa de
la Revolución de los Claveles, donde trabaja con la activista portuguesa
Ana Vila en documentales y Festivales de cine. En 1976 empiezan “Rocío”
y en 1978 filmaron en la Romería, donde se suspende, pero no se olvida,
el odio entre los caciques y campesinos y un vecino de Almonte, lugar
en el que no hubo represalias contra las gentes de las derechas, señala a
J. M. Reales, terrateniente y alcalde en la dictadura de Primo de
Rivera y fundador de una hermandad rociera anti-republicana, como el
“jefe de la banda de asesinos” que mataba a palos a los detenidos,
asesinando a 99 hombres y una mujer del pueblo.
Se estrenó en el I Festival de Cine de Sevilla de 1980; ganó el
primer premio, y luego el 4 feb.1981 en Madrid con asistencia de la
intelectualidad andaluza, pero “Rocío” levanta ampollas y los hijos del
denunciado Reales, esperan al 23F para presentar una querella en Sevilla
contra su director, Ana Vila y al vecino que denunció, por “escarnio a
la religión católica e injurias y ultrajes a persona fallecida”. Y eso
que, por prudencia, en la película no aparece su nombre, sólo una foto
con los ojos tapados por un recuadro negro. Se ordena el secuestro de
la película. Aun así, ese año se estrena en San Sebastián y Alicante y
es seleccionada por el Ministerio de Cultura para el Festival de Cine de
Venecia de 1981. En junio de 1982 y al haber asumido el director toda
la responsabilidad, fue el único condenado a 2 meses de arresto, multa
de 50.000 ptas. y una indemnización de 10 millones de ptas. y se
prohibía la proyección de la película a menos que se suprimieran las
alusiones a Reales de la cinta, cosa que el director se negó en redondo.
Hasta el The New York Times habló de esta sentencia.
La película volvió mutilada a los cines en mayo 1985, sin los 3 min.
censurados, sustituidos por el director con una pantalla en negro con el
texto de la prohibición. Pero hay un pacto de silencio político y la
versión emitida por TVE en los años ’80 y ’90 está cortada y sin aviso
de ser una obra censurada. Todavía hoy no se puede emitir íntegra en
España por sentencia del Tribunal Supremo de 1984.
Pero la verdad histórica ya no se puede ocultar y “Rocío” reaparece
en 2005 en Huelva gracias a su recuperación por la Memoria Histórica,
siendo imparable el goteo de artículos, ciclos y seminarios. En el
Festival de Cine Europeo de Sevilla de 2013 José Luís Tirado estrena “El
Caso Rocío”, un vibrante documental que denuncia la censura ejercida
sobre “Rocío” y como a su director la prohibición significó el final de
su carrera cinematográfica, destrozándole la vida. Se exilió por
voluntad propia a Portugal en1984, hasta que falleció solo en 2011 en un
Hospital de Beneficencia.
https://contraindicaciones.net/peliculas-de-escandalo/
El juez en el caso rocío lo tuvo claro porque el juez en el caso rocío era un juez franquista-fascista.
Solo un apunte. El muñeco que desvisten no es la Virgen del Rocío, es otra. Que no digo que no tenga la misma forma, pero la que sale en las imágenes no es ella.