Vivimos en una sociedad donde se tiende a destruir la personalidad del individuo. Continuamente proyectamos información sobre nosotros (algo que ha llegado a su máxima con el auge de las redes sociales) construimos un “yo ficticio”, con el objetivo de encontrar la aceptación. Actuamos intentando amoldarnos al entorno social con el fin de obtener su aprobación, aunque esto en ocasiones signifique negarnos a nosotros mismos. El miedo al rechazo, la búsqueda por el reconocimiento nos impulsa a fabricarnos nuestra propia careta, pero está termina por desvanecerse con el tiempo dejando al descubierto el verdadero rostro.
Hong Sang-Soo invita al espectador a reflexionar, a través de un encuentro fortuito entre un director de cine y una pintora. Una obra donde el espectador es empujado de forma continua a analizar cada palabra y mirada de los personajes. Premiada en el Festival de Gijón y Lorcano a la mejor película y mejor actor. Ahora sí, antes no propone un juego, una película dividida en dos partes; con un preciso guion que permite mostrar dos realidades distintas de un mismo encuentro. Permitiendo al espectador descubrir la necesidad de ser sinceros en una sociedad, donde se tiende a proyectar imágenes distorsionada de uno mismo.
La película presenta al director de cine Chun-su que ha viajada hasta Seúl para presentar su última obra. Llega con un día de antelación y en ese periodo de tiempo conoce a una tímida pintora. El film transcurre en 24 horas donde se consigue diseccionar la personalidad de Chun-su, a través de sus conversaciones con Hee-jung. Con un enfoque naturalista Hong Sang-soo acerca, poco a poco al espectador, a descubrir los lazos que se establecen entre ambos personajes desde el primer momento. Se puede observar cómo se van construyendo las imágenes que ambos personajes proyectan de sí mismos y como con el tiempo estas imágenes comienzan a diluirse en la medida que la relación avanza. Poco a poco se fuerza más la personalidad del director, poniéndolo en contradicción con aquello que dice hasta dejar al descubierto sus intentos de contentar a Hee-jung. Terminando en una ruptura de la relación, debido a que está se construyó sobre una base de falsa.
A continuación, una cortinilla da entrada a la segunda parte de la obra donde Chun-su recibe una última oportunidad para asentar los inicios de la relación, sobre una base sólida. Un reflejo de la misma historia, pero con una diferencia, el personaje se ha deshecho de su máscara y en esta ocasión sus palabras son sinceras, aunque estas puedan ofender a Hee-jung. Con ciertas técnicas del documental y preciso zoom de cámara, Hong Sang-soo nos introduce en el interior del personaje, esta vez, sin un falso maquillaje. Consiguiendo ganar la empatía del espectador y de la pintora. Porque siempre es preferible una verdad dolorosa, a una mentira descubierta. Al menos la verdad es una forma sólida de generar lazos, mientras que la mentira tarde o temprano termina por romperse.
No he podido evitar recordar la obra de Alain Resnais Smoking / No smoking donde la decisión de fumar un cigarrillo o no fumarlo desarrollan dos tramas completamente distintas. En este caso la decisión de Chun-su de intentar impresionar a Hee-jung adoptando una personalidad oportunista provoca una respuesta totalmente distinta a la que el personaje espera. Mientras que la decisión de ser sincero y mostrar su verdadera personalidad, consigue entablar entre los dos personajes una relación de respeto mutuo. Una obra cuidada al detalle que nos permite observar desde el exterior, como nos relacionamos y como erramos al intentar aparentar ser lo que no somos. Una grata experiencia dejarte llevar por la cámara de Hong Sang-soo.