Mezclando de modo bastante curioso ‹stop motion› con imagen real con actores, The Last Bus es una de esas piezas animadas que rozan la maestría y que encandilará tanto a los fans de la técnica en sí como a cualquier espectador casual que se tope con ella.
Impecable tanto a nivel formal como técnico (teniendo en cuenta su modesto presupuesto), donde en ocasiones es capaz de rebasar con mucho las expectativas propias, The Last Bus incluso logra hacer dudar al público acerca del modo en como está rodada, en especial cuando hacen acto de presencia las figuras humanas y siguen padeciendo ese ‹delay›, como si se hubiesen rodado sus fragmentos en ‹stop motion› mismamente.
Abriendo con un plano subjetivo y una banda sonora a piano y violín (que, por cierto, es magnífica y podéis escuchar aquí) que se irá repitiendo en cada interludio de la obra, nos encontramos con la figura de un zorro que ha sido malherido y huye bosque a través encontrando ante si un autobús cuyos pasajeros están empezando a llenar, y que él mismo, ante la mirada atónita de todos los demás, decide tomar por la fuerza.
A partir de ese momento, Snopek y Laucíková construyen una fábula en el más amplio sentido de la palabra, donde los animales que la pueblan se comportan más que nunca, y hasta las últimas consecuencias, como humanos. De ese modo, el espíritu de supervivencia surge, efervescente, y los problemas son afrontados con el temor que le hace a uno tomar las decisiones erróneas, unas decisiones que sólo consiguen esquivar (y no siempre) tanto su personaje protagonista como otro que se mostrará más cercano, incluso en su propio desenlace.
La aparición de dos cazadores en busca de un par de piezas de su propiedad otorga un carácter todavía más fabulador si cabe al cortometraje, pues es cuando, ante sus depredadores (que, en este caso, observan con indiferencia al resto de animales que se hallan dentro del bus), la verdadera naturaleza de los diversos personajes saldrá a flote para dar pie a una serie de conclusiones que coronan The Last Bus como una de esas piezas indispensables, donde su última secuencia (guiño ‹noir› incluido) no es más que el colofón perfecto para un universo que se muestra tan pronto humanizado como recrudecido por el descarnado devenir de unos personajes que terminan agachando, como almas en pena, la cabeza ante la imposibilidad de haber podido hacer algo más, aunque no por la situación en sí, sino por una naturaleza que se erige como el principal mal en un relato que no dejará indiferente a nadie.
Larga vida a la nueva carne.
Dónde podría conseguir The last bus?
Pues de momento parece que todavía habrá que esperar… A no ser que tengas acceso a Festival Scope, donde lo puedes ver íntegro ;) https://www.festivalscope.com/film/the-last-bus