El cine ruso continúa flanqueando barreras y, sin escindirse de ese tejido social al que lo llevan las circunstancias del propio país, desvela nombres propios con interés por hurgar en una realidad que cada vez se nos muestra más cruda —véase Leviatán o The Fool—. Es por ello que quizá el debutante para la ocasión Daniil Zinchenko haya escogido un camino diametralmente opuesto a través de esta Elixir, que además dará sus primeros pasos en una cita como es Forum de la Berlinale.
Elixir nos deja una sinopsis tan extraña como su propio trailer, que dejamos tras el siguiente párrafo (la susodicha sinopsis) para no estirar más el descubrimiento de una de esas cintas que parece de esas que hay que ver sí o sí.
«Un hombre en una bata blanca está de pie en una piscina vigilada por hombres con gafas de sol. Son una reminiscencia de los guardaespaldas. Uno de los hombres se sumerge entra en el agua y empuja al hombre bajo la superficie una y otra vez: ¿un baptismo, un rito iniciático o una tortura? El agua se vuelve entonces negra. Poco después, el hombre desaparece entre árboles, mientras dos soldados del Escuadrón Zayovsky le escoltan. Esta película podría establecerse ayer, hoy o mañana; sus personajes parecen estar fuera de su época. Son arquetipos de la mitología rusa e historias que encarnan distintos extremos de su tierra natal. Un bosque en las marismas les otorga un santuario. A través de un mensajero que conoce los pasillos del laberinto, se comunican: los partisanos, el cosmonauta y el científico, quien quiere preparar el elixir de la inmortalidad. Pero otro elixir tendrá su papel. Quizá el hombre del albornoz blanco es Jesus, y el líquido negro que dejó en la piscina aceite. Es un juego grotesco de citas y arquetipos, quizá algo más que un relato, pero también una parábola sobre el presente de Rusia.»
Trailer de Elixir
Póster de Elixir (click para ver entero)