Palestina es el terror del cine de los 70 hecho realidad. Escribir sobre ella trae consigo, irremediablemente, miles de imágenes horribles. Tantas veces hemos visto la muerte golpear a los palestinos, que en el imaginario colectivo esto se ha llegado a normalizar. Como si realmente toda esa sangre y destrucción fuera parte de una película de ficción… «Acostumbro a decir que simpatizar con una vaca es más fácil que simpatizar con los palestinos. Quizás ellas pueden decirte cómo se siente uno viviendo bajo la ocupación». Así ironizaba Amer Shomali en la presentación de su último largometraje documental The Wanted 18 que ha recibido el premio en la Selección del Festival de Cine de Abu Dhabi al mejor documental en el mundo árabe en 2014. En España se proyecto por primera vez en Diciembre de 2015 gracias a la Muestra de Cine Palestino realizada por la Filmoteca de Madrid.
El documental denuncia la situación que se vivió —y se vive— en Palestina contada desde la perspectiva de un grupo de vacas. Hace uso del Stop Motion (técnica de animación) para dar vida a 18 vacas que fueron compradas en un acto de resistencia por parte del pueblo palestino. La producción de leche se convirtió en un problema para Israel, al no controlarla por completo y así evitar cualquier atisbo de independencia. A finales de 1980, durante la primera intifada, el pueblo de Beit Sahour decide comenzar a producir su propia leche y no tener que seguir dependiendo de los productos israelís. El hecho de que los palestinos comenzaran a ser auto-suficientes volvió loco al ejercito de Israel, llegando a declarar que «las vacas eran un peligro para la seguridad de Israel».
Una interesante combinación de animación, entrevistas e imágenes de archivo van dando forma a un documento histórico, que recuerda al espectador que detrás de esa historia animada hay una cruda realidad, personas de carne y hueso que se enfrentan día a día a la ocupación. El uso del Stop Motion permite reflejar, de un forma magistral, hasta qué punto llega la enajenación del gobierno ante la digna resistencia de un pueblo que no se deja someter. Cuando el gobernador militar israelí está convencido que se han desecho de las vacas como ordenaron, encuentran una pintada en la pared que grita «¡Boicot a los productos israelíes!». La animación refleja los sentimientos de furia del gobernador al aparecer en escena un rastro de estiércol e imaginar a una vaca burlándose de él. Esto le hace perder el control y moviliza a todo el ejercito en busca del ganado. Una forma de mostrar hasta que punto puede llegar el absurdo del gobernador en su afán por someter y tener controlado al pueblo.
La historia del pueblo de Beit Sahour nos demuestra que aunque Israel tenga el control, no conseguirá jamás callar a un pueblo que lucha por su dignidad «Ellos tienen la fuerza, pero nosotros somos más inteligentes». El director consigue humanizar a las vacas y deshumanizar por completo al gobernador y al ejército, que dominados por el odio hacia un pueblo, se convierten en animales controlados por sus instintos mas primitivos. Sujetos que no tienen capacidad crítica, aceptan órdenes sin cuestionarlas en ningún momento, como perros de presa corriendo al sonar el silbido. The Wanted 18 nos muestra la resistencia de un pueblo incansable que a pesar de la opresión sufrida, nunca ha dejado de luchar con todas las armas que fueran necesarias, como en esta ocasión, llevando hasta el final la lucha por el derecho a producir su propia leche. Un pueblo unido ante una pequeña victoria significa mucho, porque como dice Shomali «dada la dureza de la ocupación de Palestina, un acto tan simple como ordeñar unas vacas se convierte en un acción heroica». Podrán quitarles la leche, su bandera, la libertad, pero nunca podrán quitarles sus ganas de luchar hasta el final.
Un proyecto arriesgado que utiliza el humor para denunciar la crueldad de los hechos, pero puede parecer que, en ocasiones, banaliza lo que se pretende contar. ¿Es realmente eficaz el humor?. La cuestión es: ¿permite reflexionar al espectador sobre la verdad de la historia o al contrario, consigue desfigurar los hechos provocando que el público no llegue a tomar en serio la narración, terminando por convertirse en una historia de ficción alejada de la realidad?. El humor podría llevar a no simpatizar tampoco con las vacas, volviéndose contra el objetivo del director. Reírse de los sucesos terribles que suceden para después volver a su cómoda vida, sin ningún rastro de preocupación. Amer Shomali parece ser consciente de esta posibilidad: «era un poco peligroso pedir a una madre que hablara sobre la muerte de su hijo en una manifestación, junto a una historia de animación, pero necesitábamos esta mezcla de tristeza y de comedia» y afirma «soy un dibujante y el humor es parte de mi forma de ver las cosas. Yo creo que una nación que no puede burlarse de sus propias heridas nunca será capaz de sanarlas». Desde luego es un trabajo personal que invita al espectador a reflexionar, ahora el objetivo es que el público acepte la invitación y vea la profundidad y el terror de un mundo real donde la locura gobierna. Una obra novedosa e interesante que confirma una vez más el dicho: la realidad supera la ficción.