A finales de los años 60 Europa vio nacer una oleada de izquierda radical o alternativa, influida por el comunismo o por la percepción que ellos entendían del comunismo del otro lado del telón de acero, que acabaron abrazando aquello que se llamó «lucha armada» por sus seguidores, o simple terrorismo. Italia y Alemania fueron los lugares donde más fuerza tuvieron estos grupos, aunque casi ningún país europeo occidental se libró. El más famoso y paradigmático fue el llamado Facción del Ejército Rojo en Alemania, también conocido como La banda Baader-Meinhof por lo mediático de dos sus integrantes más famosos.
Tras sangre y secuestros de por medio, uno a uno fueron detenidos todos sus integrantes, con una opinión pública totalmente asqueada por sus acciones. Últimamente, como demuestra este documental u otras producciones como la reciente Der Baader Meinhof Komplex (Uli Edel, 2008) hay una deconstrucción sobre tal organización terrorista. La actitud general ha sido de desprecio e incomprensión no sólo sobre sus actos, si no sobre sus motivaciones y la explicación sobre como unos hijos de familia de clase media que acabaron empuñando pistolas y secuestrando aviones.
Une jeunesse allemande (Una juventud alemana en su traducción) la obra de Jean-Gabriel Périot que se focaliza en estas cuestiones ayudado de abundante material de archivo. Sin duda su director no es objetivo y dudo que trate de parecerlo. Su intención es explicar las causas y la evolución de una sociedad alemana ante la deriva terrorista de unos jóvenes que en muchos casos vienen del mundo cinematográfico.
Una juventud que como queda de manifiesto en los primeros compases del documental, sienten una rabia hacIa la generación de sus progenitores, aquellos chavales que abrazaron al nazismo con entusiasmo y que luego quisieron seguir sus vidas sin muchas preocupaciones y sin demasiados remordimientos. ¿Acaso esos padres y madres que con su silencio cómplice o abiertamente partidarios del terrible régimen tenían alguna base moral o ética para darles lecciones de democracia?
Muchos intelectuales de la época ya habían metido en el dedo en la llaga, y el escritor Heinrich Böll publicaba libros al respecto, como su maravillosa novela Opiniones de un payaso. A parte de las causas, además de la evolución, su cineasta disecciona esa fina raya que parte de la sociedad y los medios alemanes ponen entre lo que es terrorismo y lo que no. Y como casi cualquiera cosa que no siguiera la corriente podía ser tachado no ya de subersivo, sino de abiertamente fraternal con los terroristas. La lucha contra el terror como método para arrasar con todo y cualquier tibieza es sinónimo de complicidad. Es algo que suele ocurrir y no hace falta irse al archi odiado Bush para verlo. Igual no hace falta irse tan lejos.
Jean-Gabriel no está con los terroristas, pero si con sus causas. Otro viejo dilema, que igual puede resultar extrapolabre a otros lugares, quien sabe, es preguntarse como muchos jóvenes acabaron un camino de sangre y muerte y otros no dieron el paso. Jean-Gabriel se posiciona con esta segunda opción con la perspectiva que el comunismo que muchos anhelaban era más terrible todavía que contra lo que combatían. Tampoco provenían de una clase popular, más bien de una acomodada clase media. Rainer Werner Fassbinder aparece por el documental en sus compases finales para terminar de apuntalar algunas de las ideas principales que le interesan al director del documental; alguien tan abiertamente contrario al terrorismo que profesaban los jóvenes que no se podía dudar de su integridad moral pero que a la vez ataca con fiereza a la sociedad alemana, una sociedad que como su propia madre acaba reconociendo en un documento que Fassbinder rueda en el comedor de su casa, bien poco sabe sobre esa democracia atacada por los terroristas. Sus palabras finales «quiero un dictador bueno» son esclarecedoras sobre todo el asunto.
Y es que vemos a una sociedad, todavía en pañales en lo que espíritu democrático se refiere, defenderse y perpetuar un ‹statu quo› poco proclive a esa mima democracia que dicen defender. El problema es que llegamos entonces a otra eterna discusión y es quien tiene potestad de ir regalando el carnet del club de la democracia.
Tras el visionado del documental en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, un compañero y yo discutimos sobre el documental. No poníamos en duda que las ideas y preguntas que están presentes en la película eran brillantes, por mucho que teníamos la sospecha que su director acaba manipulando al espectador para llevarlo por el camino que él quiere y entregar SUS respuestas como las únicas posibles. Es más, por mucho que yo tuviera esa impresión no me distorsionaba el resultado final, mientras que a mi compañero, nada sospechoso de dogmatismos, le molestaba hasta salir cabreado con las maneras.
¿Acaso Jean-Gabriel está demasiado cerca de los terroristas? No es esa la polémica. El problema, lo que debe reflexionar cada espectador durante y después del documental, es si su película acaba cayendo en el dogmatismo. Usa imágenes de archivo de la época, sobre todo a los propios cortometrajes que muchos alumnos de la escuela de cine crean. Esos mismos alumnos que poco después se transforman en terroristas. Sí, Gabriel dice que hay unas causas, un punto de partida y ante todo, una explicación (que no una justificación). Muchas de las ideas que surgen están bien plasmadas, pero se nota demasiado que el propio cineasta no se fía del público para que acabe llegando a donde él quiere que lleguemos. Si todo documental es un acto de manipulación, lo que menos se le puede pedir es que sea honesto consigo mismo y con nosotros. Y ahí tengo dudas.
De todas formas es harto interesante volver la mirada a una juventud que a mediado de los años 60 se radicalizó. Pasó en Alemania y pasó en otros lugares como Francia o Italia. ¿Nada es extrapolable a nuestro presente? Poco o nada se parece nuestra juventud y nuestro contexto a la de aquellos años. Sin embargo, hay pautas y reflexiones que vuelven a surgir. Y es interesante volver a ver como las respuestas que se le ofrecen a la juventud desde el poder establecido mutan y se transforman, pero siguen siendo las mismas.