Muchos son los que aseguran que el segundo es el primero de los perdedores, y también los hay que dicen que el nombre de uno es clave y definitorio de su trayectoria vital. De ser todo esto cierto, el cineasta español Segundo de Chomón fue crucificado prácticamente al momento de nacer. No sabemos qué opinión tendría él entonces al respecto, cuando estaba vivo y trabajando, pero hoy en día, ni él ni sus películas mudas son tan conocidos como las creaciones de otros coetáneos suyos, a pesar de realizar obras de carácter, en un principio, similar (véase Georges Méliès). Si bien nunca ha sido relegado al olvido del todo, su labor siempre ha sido poco valorada dentro de nuestras fronteras.
El hombre que quiso ser Segundo es un documental hispano-italiano que pretende corregir y enmendar este error, descuido u omisión del verdadero mérito de uno de los mayores pioneros de la Historia del cine. Un visionario nacido en Teruel que, más que avanzarse a su tiempo, aceleró lo suficiente para ir siempre a su ritmo (sobre todo en términos técnicos), hasta convertirse en uno de los cineastas que, a su modo, más engrandeció y dio importancia al papel de los secundarios de este mundo, al quedar relegado él mismo a serlo en su trabajo con el paso del tiempo. Fue, en realidad, uno de los pocos supervivientes de la era muda del cine, de los pocos que siguió trabajando en la industria europea durante toda su vida sin caer en el anonimato o la miseria tras unos años buenos, como sí le sucedió a otros grandes directores y autores de la época.
La cinta, en su mayoría documental, se ayuda del famoso actor Ramón Langa para recrear algunos momentos importantes de la vida de Chomón. Pero de los tres Chomón, padre y los dos hermanos gemelos: Primo y Segundo de Chomón. He aquí la clave de la —más que interesante— historia que se esconde en la vida y obra del hombre que ayudó —o tal vez no— a los hermanos Pathé a desbancar al mismísimo Méliès, el gran mago del cine de ficción, en un periodo del cine, a principios de la década de 1910, en que la ficción estaba creciendo como género para contar historias y cuyo proceso de producción estaba en pleno desarrollo. El documental también cuenta con, entre otros, Enrico Vecchi, el alter-ego del director (o incluso alter-ego del espectador), y que es quien realiza la investigación sobre la vida y misterios de la familia Chomón, y Juan Miguel Company, profesor de Historia y Teoría del Cine en la Universitat de València, quien regala alguna que otra escena memorable.
A Segundo de Chomón le interesaba mucho más el truco (o trucaje) ante la cámara que contar historias, de ahí también que trabajara fundamentalmente como operador de efectos especiales. Y es en este punto, el del ilusionismo, donde hallamos el mayor acierto del documental dirigido por Ramón Alós, el más sincero homenaje y también una gran manera de reivindicar su figura: el truco de El hombre que quiso ser Segundo no se puede llegar a descubrir del todo, salvo que realices una ardua búsqueda a través de internet y otros textos. Así, dicho homenaje se convierte en curiosidad por conocer más sobre el genio que hay detrás.
Sí, es sólo un truco, pero el truco bien hecho es la magia del cine.