Con todo lo que se está hablando en la actualidad del mundo árabe (muchas veces desde la plena ignorancia), no viene mal asistir al trabajo de una voz autorizada en este tema como la de Nabil Ayouch, un director que en Los caballos de Dios analizaba magníficamente la vida de unos chavales marroquíes y el impacto que tenía en ellos la presencia del terrorismo. Aquella era, en cierta manera, la parte masculina de un díptico sobre pasado y futuro de Marruecos que se completa ahora con Much Loved, una cinta que le ha reportado numerosos problemas en su país: ha sido prohibida por las autoridades, Ayouch ha recibido amenazas de muerte por parte de algunos individuos e incluso Loubna Abidar, actriz protagonista, recibió una agresión física. Con todo, no extraña nada que las expectativas sean máximas.
Ayouch sitúa la acción en la rutina de unas mujeres marroquíes que se ganan la vida asistiendo a fiestas con ricachones principalmente llegados desde el extranjero, a los cuales seducen, bailan para ellos e incluso les terminan ofreciendo su cuerpo. Esto acaba degenerando en una excesiva confianza por parte de los hombres, que casi siempre ven a las mujeres según la profesión que ejercen y no como los seres humanos que son. Desprecios, insultos, agresiones físicas e incluso violaciones están a la orden del día en unas mujeres que, si ya se encuentran con muchos de estos problemas en países teóricamente democráticos, la situación alcanza un cariz dramático en territorio marroquí.
Por todo ello, es necesario valorar la valentía de Ayouch al llevar a cabo un proyecto como Much Loved, indiscutible como obra destinada a remover conciencias. Que un cineasta se juegue su presente y su futuro con tal de sacar adelante una cinta así dice bastante de su carácter humano. Ahora bien, desde una perspectiva cinematográfica, la película no brilla con tanta luz propia como su mensaje. Aunque la ambientación está ciertamente cuidada y las primeras escenas son honestas respecto a lo que el cineasta pretenderá contarnos, Much Loved pierde fuelle demasiado pronto.
El problema principal que presenta el film de Ayouch es la escasa naturalidad que desprende la puesta en escena del cineasta, cuya descripción de las relaciones entre mujeres remite ligeramente a la empalagosa Caramel de Nadine Labaki más que, y sin ánimo de establecer comparaciones prácticas, a aquella soberbia obra sobre la femineidad que era Casa de tolerancia. Por otra parte, las escenas de sexo pecan de una gratuidad que les hace resultar exageradas, ya que la brutalidad de algunas de ellas no casa bien con la limpieza visual con la que están descritas. Aunque los personajes femeninos logran salvar algo los muebles (tirando de recursos fáciles en demasía, todo hay que decirlo), la atrocidad de sus homólogos masculinos es demasiado explícita, como si Ayouch no hubiera sabido dónde pisar el freno (la escena del policía es un buen ejemplo de ello).
Es posible que, más allá de sus defectos en la ejecución, Much Loved también posea un problema de perspectiva a la hora de contar esta historia. En Los caballos de Dios, a Ayouch se le notaba muy cómodo manejándose en situaciones pequeñas, con muy pocos personajes y todos ellos bien descritos. Sin embargo, en Much Loved intenta abarcar un terreno más amplio mientras trata de mantener esa intimidad respecto a los protagonistas. Craso error, ya que las mujeres que vemos en pantalla despiertan más empatía por la compasión que uno siente al pensar en aquellas que sufren en la vida real (véase la ignorancia por parte de las autoridades que ha denunciado Loubna Abidar tras sufrir la mencionada agresión) que por lo que nos ofrece el cineasta marroquí en esta ficción. Por tanto, la gran cantidad de elogios que merecen las intenciones y el riesgo de Ayouch al realizar este film son inversamente proporcionales al sentimiento que generan sus imágenes.