El hombre como invasor, como destructor de la naturaleza. No es este un tema nuevo, pero si es interesante ver como en The Hallow es introducido. A través de la sacudida de la crisis, se nos plantea el disparador argumental necesario para los acontecimientos venideros. El problema es que este planteamiento realmente interesante por cómo podría haber desarrollado todo un subtexto socioeconómico acaba siendo una mera frase, una simple excusa introductoria hacía otros derroteros más tópicos y (por momentos) inexplicables.
The Hallow basa su estructura narrativa en el minimalismo, en la explosión retardada, en el desarrollo pausado y explorar así, con el tiempo y la dedicación debida el tema de la confrontación en diversas vertientes. Lo legendario contra lo científico, la aparición de lo urbano contra la naturaleza salvaje, y en medio de todo ello, pivotando como eje central, la familia como forma de cohesión y al mismo tiempo de tensión interna. De esta manera el film cobra visos de thriller sobrenatural al mismo tiempo que despierta dudas sobre el estado mental de sus protagonistas, sobre la paranoia como duda razonable.
Todo este planteamiento nos invita a pensar, principalmente por el modo en que se plantea, en un film modesto, pero atrayente por la propia autoconsciencia de sus limitaciones, es decir, una película que quiere exprimir y sacar partido a sus humildes recursos por la vía, fundamentalmente de la lateralidad formal, por el fuera de campo de la sugerencia, por el escalofrío por encima del susto.
Sin embargo, a medida que The Hallow avanza en su metraje acaece un cambio de paradigma, de sustrato formal, que a todas luces resulta incomprensible. De repente la sugerencia se convierte en obviedad subrallada hasta lo imposible, la amenaza torna en cliché de miradas oblicuas y el escalofrío anteriormente comentado se torna en un espectáculo incoherente (e incluso grosero por su chapucera obviedad) de gritos, monstruos y salpicaduras sanguíneas absolutamente fuera de lugar y tono.
Es como si, salvando las enormes distancias, una película como La Semilla del Diablo tornase por vericuetos argumentales caprichosos en una suerte de Aliens: El regreso. Por exagerada que parezca la comparación, en cierto modo sí estamos ante un fenómeno similar. Al fin y al cabo The Hallow empieza y se desarrolla en base al escepticismo, a la incredulidad al respecto del mal como ente físico sobrenatural para pasar a una galería de efectismos de feria, de ruidos, sustos baratos de golpe de sonido, de exhibición progresiva de ese mal acosador y acabar finalmente en casi modelo de acción, de «survival movie» en plan gente que va muriendo paulatinamente versus los nichos de turno.
Un final ciertamente decepcionante no sólo por lo resabido y predecible que resulta, sino por la sensación global de historia desaprovechada totalmente. De tener un material al que se le podía haber sacado mucho jugo vía subtextualidad y que finalmente se opta por el recurso del fin de fiesta grandilcuente. Algo de por sí que no tiene porque ser negativo, pero que en este caso, amén de cierta pobreza en la caracterización de los monstruos, resulta forzado y sobre todo incoherente.