Lejos de los hombres (David Oelhoffen)

Como si de un puro western se tratase, Lejos de los hombres (Loin des hommes) sitúa en sus primeros minutos un ambiente en el que la barrera entre héroe y villano es más fina que nunca. A Daru, ex combatiente de la Segunda Guerra Mundial y actual profesor en una escuela casi perdida en la Argelia profunda, le consignan sus supuestos camaradas franceses que escolte al preso Mohammed hasta una localidad del sur donde será juzgado y, seguramente, condenado a muerte. Ahí comienza la lucha interior de nuestro protagonista, que arrastra un severo problema de identidad al ser considerado árabe por los franceses y francés por los árabes, como él mismo confesará en un momento de la película.

El cineasta David Oelhoffen dirige y escribe su segundo largo (ya realizó Reencuentro en 2007) a partir del texto original El invitado (perteneciente a la colección de cuentos El exilio y el reino) del genial escritor Marcel Camus. Resulta tan curioso como interesante que un director galo se atreva a diseccionar la cuestión argelina desde una óptica tan crítica con sus paisanos y tan respetuosa respecto a los magrebíes. Aunque pronto entenderemos que la lucha por la independencia de Argelia no es sino un mero contexto para analizar otros problemas inherentes al ser humano de casi cualquier época.

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Por encima de todas ellas, la principal cuestión que Oelhoffen resalta es la de la identidad del individuo. Algo de lo que Daru parece carecer al ser un descendiente de andaluces nacido en territorio argelino y con aspecto de francés. Su trabajo como profesor se explica desde la óptica de enseñar mundo a las nuevas generaciones, que sientan a los extranjeros como seres humanos antes que cualquier otro aspecto, en definitiva, que jamás hagan la guerra. Razón parecida le impulsa a proteger a Mohammed, desafiando así a sus teóricos compatriotas y también a sus vecinos. Nada de esto habría sido igual de no estar Daru caracterizado por un gran Viggo Mortensen, que con sus melancólicos gestos y su contundente voz transmite a la perfección toda la carga emocional de su personaje

Oelhoffen maneja bien todos los recursos de los que dispone, incluida una bella fotografía a cargo de Guillaume Deffontaines y una BSO que, sin convertirse en nada mítico, funciona bastante bien, como casi todo lo que ha hecho Warren Ellis. En la parte argumental, destaca la magnífica evolución en la relación entre los dos protagonistas; sin necesitar apenas diálogos, tanto Viggo Mortensen como Reda Kateb se convierten en un dúo aventurero ciertamente carismático. Donde más problemas tiene el realizador es a la hora de lograr que esa buena mezcla de western, drama y aventuras aderezada con algún tinte bélico se torne en algo con tanto gancho como sus personajes, ya que por algunos momentos da la razón de que existe un cierto desatino a la hora de conducir la historia por un camino determinado.

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Lejos de los hombres se termina formando como un relato multicultural que bien podría ser aplicable a muchas personas del mundo actual, especialmente a aquellas generaciones de hijos de inmigrantes que no tienen claro si pertenecen a su país natal o al originario de sus progenitores. Es una gran virtud por parte de Oelhoffen conseguir trasladar una historia tan remota en tiempo y lugar de tal manera que mucha gente de hoy en día la sienta como propia. No es la única, ya que la película no decae en ningún momento y mantiene el interés hasta el final. Sin embargo, la intención de construir un relato desgarrador sobre las consecuencias de la guerra acaba en balas de fogueo; los momentos teóricamente más lacrimógenos de la cinta no llegan a conmover, siguiendo una línea aséptica general que, por fortuna, no salpica al espíritu general de la obra.

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