La predilección de Dani de la Torre por narrar las reacciones del ser humano ante un artefacto explosivo no nació con El desconocido, su ópera prima que ha recabado diversidad de opiniones tanto en el estreno en cines como en su anterior pase en el Festival de San Sebastián. Doce años antes de este debut en el largometraje, el cineasta gallego rodó Minas, un corto ambientado en 1938 acerca de un soldado del bando sublevado que debe atravesar un campo minado en tierras gallegas, con tan desafortunado devenir que pisa una de estas minas y no puede moverse ante el temor de que explote.
Este interés por parte del cineasta gallego en situar al límite a sus protagonistas se nota durante todo el cortometraje. La cámara nerviosa muestra el rostro del protagonista y no duda en experimentar con planos a priori forzados (como cuando aquél se pone a reptar), algo que en El desconocido ya notábamos en varias ocasiones. Al ser dos obras que se desarrollan en entornos ciertamente limitados (un campo de minas y un coche), es lógico que De la Torre opte por dotar de mayor dinamismo a su trabajo mediante la concatenación de planos tan descriptivos como espectaculares desde un punto de vista cinematográfico.
Como en El desconocido, el director no duda en filmar los momentos de mayor exaltación de su protagonista, por mucho que sus reacciones puedan ser exageradas desde un punto de vista dramático. Esta vez, al contar con un solo personaje en pantalla (interpretado por un Pablo Paz bastante acertado) y sin rastro alguno de niños desquiciantes, De la Torre consigue transmitir mucho mejor la tensión del protagonista al saber que el más mínimo error acabará con su vida, al contrario de lo que sucedía en su último trabajo, cuando los rostros en primera persona de padre e hijos resultaban embarazosos en determinadas ocasiones.
En medio de tanta desolación, el punto de belleza lo pone el tema Eu en ti, de Uxía Senlle, introducido con un carácter algo melodramático por parte de su director, al tocarlo por primera vez (luego volveremos a oirlo durante los créditos finales) en un momento de derrumbe psicológico del protagonista. Nuevamente, otro apartado en el que el corto le gana la partida a la ópera prima: la conexión emocional respecto del individuo que está al borde de la muerte resulta mucho más suave y sencilla, ya que la dulzura de la música unida a lo solitario del escenario dotan de una especial belleza al momento. En El desconocido, por el contrario, apenas hay momentos de pausa; cierto es que al haber un antagonista humano de por medio tal circunstancia es técnicamente imposible, pero tampoco De la Torre se esfuerza por, sobre semejante escenario, construir algo que otorgue un respiro al espectador.
Lo cierto es que Minas está muy bien construida desde el punto de vista narrativo, culminando sus 15 minutos de metraje con un desenlace que bordea esperanza y misterio a partes iguales. Lógicamente, con tan escasa duración y teniendo en cuenta lo intrigante de su trama, era de imaginar que no hubiera altibajo alguno en el corto. Sin embargo, en El desconocido también se puede comprobar la buena virtud del director a la hora de manejar los tempos de su obra, situando el clímax en el momento oportuno y sin andarse por las ramas a la hora de desarrollar lo que quiere contar. Al contrario que en el largometraje, que cuenta con guión de Alberto Marini, Minas está escrito por él mismo; vistas las buenas artes de la dirección en uno y otro trabajo y sabiendo que El desconocido sufría su más severo traspié en terribles errores de guión a la hora de solventar determinadas situaciones, ojalá De la Torre se dedique a guionizar su próximo proyecto.
Así, Minas se constituye como un trabajo interesante, que más allá de sus propios límites elabora un cuidado minirelato de supervivencia a base de lógica y sapiencia narrativas, y en el que la mayor decepción es comprobar lo que Dani de la Torre podría haber hecho con El desconocido si sus manos hubieran escrito lo que luego dirigiría con cierto tino. Pero dejando de lado especulaciones, merece bastante la pena echarle un vistazo a este cortometraje por los varios detalles que guarda durante su cuarto de hora.