Para los países que no poseen una amplia y variada producción cinematográfica, como muchos de Latinoamérica (entre ellos el mío, Ecuador), constituye un gran reto inmiscuirse en este arte. Hay que reconocer la titánica lucha emprendida por estas naciones por sacar adelante proyectos fílmicos, sea con aportes privados o gubernamentales, que generen un cine con identidad propia, que sea reconocido por su nivel artístico y que pueda ser comercializable, sobre todo, en el propio terruño. Para ello, en muchas producciones latinas se nota un esfuerzo por reunir en sus roles a sus mejores talentos y mostrar variedad de sitios en el rodaje.
El caso de Dólares de Arena es distinto. Se trata de un filme sencillo y austero, que no tiene altas pretensiones escénicas ni argumentales. Cuenta tan solo con 3 actores y muy pocas localidades. Sin embargo, representa una película sincera y natural, y ahí radica su atractivo. República Dominicana demostró que con pocos recursos sí se puede armar un aceptable proyecto.
La cinta narra la vida de tres personas o de dos parejas, en una zona playera del país caribeño. Noeli vive un amorío interesado con una turista francesa de avanzada edad, llamada Anne, a quien trata de sacarle dinero por cualquier motivo a cambio de ser su compañera sentimental. El novio de Noeli acepta la relación como un mecanismo de trabajo, pero las cosas cambian cuando se entera que ella está embarazada y que buscará emigrar a Europa.
Dólares de Arena parece no estar basado en un guión específico, de aquellos que poseen diálogos elaborados por un gran escritor. Su trama es simple y las conversaciones de ambas parejas son tan naturales que casi no dejan evidencia de una actuación. Da la idea de que los directores de la cinta, Laura Guzmán e Israel Cárdenas, les dijeron a los tres protagonistas en el rodaje «conversen y sean ustedes mismos».
La gran actriz Geraldine Chaplin representa aquí el papel de la veterana turista francesa. Su experiencia actoral la demuestra al ubicarse en el nivel que la cinta requería. Para nada comete una sobreactuación ni trata de prevalecer sobre sus otros dos compañeros, que no poseen su trayectoria y no son expresivos. Chaplin dota además, con su físico descompensado y arrugado, de una situación natural a las escenas de amor, en donde la sensualidad corporal cobra un significado distinto a lo tradicional.
Para muchos espectadores que busquen momentos de acción o de evasión, el filme puede representarles algo lento, pero todo es cuestión de saber adentrarse en su contenido y encontrar su valía en el relato de una cotidianidad que señala un modo de vida, un estilo de amor y un tipo de soledad.
Dólares de Arena es un filme genuino y amoral. El trío protagonista es parte de relaciones controversiales, como la prostitución permitida por el propio conviviente y que traspasa el campo tolerable de la heterosexualidad.
La película representa una realidad contrapuesta, la misma que es trasladada a los anhelos que muchas veces sienten los habitantes del Tercer Mundo con los del Primer Mundo. Los primeros, queriendo emigrar a un país desarrollado para huir de la pobreza o en busca de mejores oportunidades laborales; los segundos, escapando de su entorno para encontrar un sentido de existencia en lugares más apegados a la naturaleza o que representan un modo distinto de vida. Noeli y Anne reflejan esa contradicción de aspiraciones, en donde lo material no te hace necesariamente feliz pero su carencia te puede generar sufrimiento.
La cinta emplea a la bachata, ritmo tradicional de República Dominicana, para resaltar emociones y para dotar de un contexto cultural y sociológico al filme.
La pasión está también en el cine.