Efecto viral: en cuanto conocimos la existencia de Investigación Policial supimos que nuestra relación sería intensa. La que ahora escribe, tras ver su trailer andaba más que dispuesta a aplaudir lo que ocurriera en ella sin excepciones. Ahora confirmo que las excepciones no existen. Hace aproximadamente un año conocí a unos jóvenes con los que, en una charla cualquiera, soltaron aquello de «luego vendrán los ay, ay, ays y los madre mías». Nadie medió palabra tras el comentario, pero todos sonreímos satisfechos por conocer la procedencia de la frase. Pero claro, la celebración interna (estilo infantil, con saltitos y bailes absurdos) ha tenido que esperar mucho tiempo.
Investigación policial esconde lo que su propio título promete. Daniel Aguirre se ha empapado de casos irresolubles cinematográficos y se los ha llevado a su propio terreno, asegurándose que todos los puntos imprescindibles se cumplen bajo su toque personal (no en vano dirige, escribe, pone la música y, por qué no, protagoniza el film). Aunque en muchas ocasiones se centran en el investigados cascarrabias, alcohólico o antisocial —¿negamos que sea así?—, miremos cualquier coche de policía que pase por la calle dentro hay dos uniformados. Sergio Cortina entra ¿en acción? y entre los dos nos sumergen en su imparable aventura. Al estilo funcionario. Sin prisas.
Investigación policial ha resultado ser todo lo esperado y nada de lo anterior. Me explico: nunca la graduación ergonómica de un asiento se pudo considerar tan socarronamente divertida. Dos, pareja, binomio investigador, se sientan en un lugar concreto y se ponen a hablar mirando al frente, lo mismo da el tema, la parsimonia domina la conversación, influidos por el mínimo movimiento muscular aunque, ¡eh!, somos conscientes del leve esfuerzo de uno de ellos por no reír sin parar, y de un modo supuestamente improvisado, fluye un inesperado descubrimiento de raciocinios que nos abren la mente hacia caminos inexplorados. Sólo por estos momentos, la película es imprescindible.
Esto convierte a Investigación policial en una película de momentazos, los altibajos combinan bien en esta historia, que irremediablemente transforma los encuentros de investigador 1 e investigador 2 en una carrera por la playa a cámara lenta donde un frente a otro se intentan alcanzar para fundirse en un abrazo.
Una investigación requiere mucha silla y también algo de acción, un compromiso con su trabajo al que se confiere mucho tiempo y permite trasladar las relaciones con el entorno de estos dos hombres. Porque ya se sabe, conciliar vida familiar con esa ardua labor de la instigadora vigilancia es poco fructífero. Es en realidad el potencial drama, la vida más allá del caso, la que nos propone un jugosa sorpresa.
Entre muletillas y horizontalidad se recogen los mejores guiños al cine de ayer, hoy y siempre, con un formato sencillo, rápido y vitalicio, y momentos realmente hilarantes que hasta Scorsese debería envidiar, por no atreverse a llevarlos a cabo.
¿Es la comedia policial definitiva? no, ni de coña, jamás afirmaría eso, pero como crisis existencial no tiene precio, además cuenta con estrella invitada, y consigue evadirnos de cualquier realidad que tengamos entre manos.
Confesión: La verdad que se esconde tras todo eso es que desde el trailer moría por poner algún chascarrillo que implicara aquello de «policías + versión coloquial (polis) = polícias polis». Pero ellos mismos, de un modo más que previsor, lo han montado a lo largo de la película, así que yo me quedo sin final espectacular en pos de explosiones y grititos que ya nos traslada la película. Para días de calor, de mana o en plena regresión espiritual, dadle la oportunidad.