Con la llegada de la ganadora en la pasada edición de Karlovy Vary del Globo de Cristal, Corn Island, este miércoles pudimos entrevistar a su director, el georgiano George Ovashvili, con el que mantuvimos una charla acerca de distintas cuestiones que atañen al film: desde la forma de tratar el conflicto de su país hasta la tarea de financiación y el respectivo rodaje. Os dejamos con lo que dio de sí esta entrevista con uno de los cineastas a los que no habrá que quitar ojo en los próximos años.
* Agradecimientos a Daniel de la Cuesta por la ayuda en la transcripción del texto
Contáis con grandes maestros en el cine georgiano como Tengiz Abuladze u Otar Iosseliani, pero sigue siendo un gran desconocido en occidente, ¿crees que esto está cambiando?
Puedo decir que Georgia tiene una gran tradición cinematográfica de más de cien años ya. Hay grandes nombres en el cine georgiano como has dicho: Abuladze, Iosseliani, Shengelaya, Kalatozov y otros, pero el problema fue que tras la ruptura de la Unión Soviética hubo una gran incertidumbre en el cine georgiano. Toda la industria cinematográfica georgiana quedó rota y la generación desapareció porque no tuvo la ocasión de continuar trabajando en el mundo del cine. Creo que ahora, estos últimos cinco o seis años, la nueva generación está llegando al cine georgiano, y paso a paso nuestro cine se está volviendo más y más conocido en el extranjero. Creo que las raíces, claro, provienen de las viejas generaciones, pero la nueva generación está trayendo algo nuevo también. En el cine georgiano no tenemos aún grandes recursos para producir películas, así que hay 2 o 3 películas al año, pero la sensación es que el último año nos ha dado la esperanza de que el cine georgiano será más y más interesante para el extranjero.
En su cine la violencia está presente de un modo poético, pese a ser una amenaza para los protagonistas, ¿por qué la utiliza siempre fuera de plano?
Es un poco mi punto de vista, mi visión general de la vida. Creo que es mi forma de no mostrar la violencia y así hablar de la violencia. Siempre intento escoger el lado opuesto para hablar de ella, no mostrándola, y no sólo acerca de la violencia, también sobre mi enfoque de hablar de una forma contraria y ofrecer así la posibilidad de pensar sobre lo que significa y no lo que muestro.
Siguendo con este tema, ¿considera la violencia un modo de comunicación?
Sí, en ocasiones, creo que no es una buena forma de comunicarse, pero a veces es desafortunadamente una forma de comunicación en la vida, pero si me preguntas sobre mi visión, lo que hago en mis películas es en ocasiones emplearla como una forma de comunicación también.
Algo fascinante de Corn Island es la reducción de la vida a lo primitivo y esencial en plena naturaleza, ¿cree que tal y como llevamos la vida en la actualidad destruimos todos estos procesos básicos?
Lo que siempre intento es llevar la vida a la pantalla de una forma simple, de una forma frugal. Intento darle un significado y dirección. Y también intento dar la posibilidad para improvisar con las ideas. Es como en un cuento de hadas, cuando ese cuento nos muestra la historia y nos da la opción de improvisar, de crear nuestra fantasía.
Corn Island es una película muy íntima y personal, ¿le resultó complicado encontrar financiación para sacarla adelante?
Fue bastante difícil. Pasé más de dos años para el presupuesto sin obtener apoyo en mi país al principio. Durante el primer año fuimos a concurso para obtener financiación del Georgian Film Institute, pero finalmente el guión fue rechazado. Entonces gastamos mucha energía y tiempo para demostrar de alguna manera por qué nos tenían que ayudar y el segundo año, después del primero, nos dieron mayor apoyo y entonces empecé a buscar a los coproductores de distintos países porque conocían mi película anterior y confiaron en mí cuando leyeron el guión. Así que finalmente fue una labor bastante grande atraer cinco o seis coproductores de distintos países hacia el proyecto y conseguir el presupuesto.
Corn Island convive con el silencio, de esos viajes en barco deducimos qué sucede fuera de la isla, ¿por qué dar más importancia a la imagen que al diálogo en esta ocasión?
El cine para mí es un modo visual de contar una historia, ese es siempre mi enfoque. Si ves los cortometrajes anteriores a mi primera película, se puede ver que intento contar la historia sin ninguna palabra, sólo de una forma visual. No hay diálogos en absoluto, por lo que la historia es contada sólo a través de imágenes. Así que quería seguir con mi visión sobre el cine y lo intenté también en Corn Island. Desde el principio teníamos bastante diálogo en el guión, pero poco a poco entendí que tenía que eliminar esos diálogos que no nos daban nada, sólo la información y las explicaciones. Intento no explicar nada, simplemente contar la historia como la veo a los demás y de nuevo ofrecer la oportunidad de imaginar su percepción de la historia.
Sus historias giran en torno a niños que están ante una nueva etapa, ¿por qué siempre se dirige a esa fase de maduración en sus trabajos?
Sí, en realidad en casi cada una de mis películas hay niños. En mis cortometrajes, en mis películas, hay en algún lugar niños. Creo que me dan la posibilidad de hablar sobre la vida de un modo más general. Porque de algún modo son como una parte de la vida. Aportan algo nuevo, están iniciando su vida y al mismo tiempo tienen algo que nosotros no tenemos. Los adultos, quiero decir. Tienen una mente inocente, emociones puras, un enfoque limpio sobre la vida, y no tienen la experiencia que nosotros tenemos. Porque los adultos lo sabemos todo, porque tenemos la experiencia de nuestra vida, y es más predecible para nosotros. Pero no es en absoluto predecible para ellos, porque de algún modo inician su vida y al mismo tiempo descubren algo, lo cual es más interesante para mi. Hablar del inicio de esa vida.
En ambas películas está presente el conflicto en territorio georgiano, ¿hay algún motivo por el que sea tan recurrente?
Claro que hay un motivo. Puedo decir que para mí es una razón emocional. Este conflicto dividió mi país en distintas partes, y somos los ciudadanos de ese país que está escindido en partes. Y este asunto creo que propició un profundo problema psicológico en los ciudadanos del país, porque cuando sientes que tu país no es uno, estando dividido, separado parte por parte, es verdaderamente duro y difícil a nivel psicológico. De modo que este es ahora uno de los problemas centrales y más dolorosos del país, de mi país, que nuestro territorio está ocupado por Rusia. Así que cuando empecé tenía la idea de hablar sobre este problema desde mi perspectiva, desde fuera, como director, pero cuando terminé la película sentía que había dejado escapar algo algo, quiero decir, emocionalmente había dejado escapar algo. Sentí que había nacido para decir algo más. Es por ese motivo que he tratado de nuevo este fondo en Corn Island, y ahora creo que mi proyecto, la tercera película que estoy haciendo será un paso final de este problema sobre mi país y será como el fin de una trilogía emocional acerca de la historia más reciente de mi país.
Es fascinante ver el ciclo de vida de un lugar tan efímero como esas islas, ¿cómo surge la idea de rodar en un paraje como ese?
Cuando empecé a buscar el tema de mi nueva película, mi guionista me habló sobre esta historia, esta realidad que ocurre en la parte oeste de Georgia, donde el río Enguri viene de las montañas caucasianas y llega al Mar negro, y que es una especie de frontera de la zona de conflicto entre Georgia y Abjasia. Él me contó que el río durante la época de lluvias trae buena tierra desde la montaña y crea las islas. Pequeñas islas, pequeños pedazos de la tierra a los que sólo se puede acceder en barco y donde se empieza a cultivar el maíz, porque el maíz es la principal fuente de alimentación para ellos. En otoño la lluvia aparece de repente otra vez y en ocasiones se lleva estas islas, llevándolas a otro sitio donde quizá otro aldeano llega a esa nueva isla y empieza a cultivar el maíz, etc, etc. Así que me gustaba la idea de ese ciclo de la vida, y para mí era una forma muy poética para hablar en un modo general de la vida. Sobre la vida, sobre la creación, sobre la muerte y sobre iniciar una nueva vida de nuevo.
¿Conllevó mucha dificultad un rodaje en esas condiciones?
Puedo decir que fue un proyecto muy, muy duro, realmente complicado, porque no teníamos la suficiente financiación, eso lo primero. Y era una producción realmente grande, había gente de 14 países distintos en el set. Pero el mayor problema era cómo construir isla, porque no podíamos rodar en la isla real, en el río real. El motivo era que no podíamos controlar el nivel del agua durante esas tres estaciones en las que estuvimos rodando. Por ello decidimos construir la isla en un lago artificial, y usarlo como río porque podíamos controlar el nivel del agua en ese lago artificial. Construir la isla fue algo muy complicado porque no teníamos ninguna experiencia sobre cómo hacerlo e incluso no pudimos encontrar ninguna compañía ni en nuestro país ni en ningún país europeo para realizar este proyecto, todos rechazaban hacer algo así diciendo que no era posible, especialmente con nuestra financiación. Pero finalmente de algún modo lo hicimos. Un tipo georgiano, un obrero muy inteligente, la construyó, vino a nosotros y nos dijo ‘Ok, puedo recortar el presupuesto a la mitad’, y construyó la isla. Al final otro momento duro fue destruir la isla, por ese motivo construimos una piscina y otra isla en tierra firme sólo para la escena final. Así que íbamos paso a paso porque no sabíamos nada sobre como hacerlo a nivel técnico, pero yo presionaba a mis productores y les decía ‘No, no, yo sé que hacer. Sigamos adelante’, aunque realmente no sabía como hacerlo, pero en la vida la forma o formas de hacer algo llegan cuando el momento se acerca. Así que finalmente lo hicimos y, claro, el mayor problema fue como llevar el maíz a la isla todo el rato, ya que en la película tenemos hasta 4 variedades distintas de maíz. Y claro, no era posible cultivar el maíz en la isla o seguir el rodaje acorde con el crecimiento, así que llevábamos maíz desde tierra firme todo el tiempo, y cambiábamos el campo de maíz.
Hay planos muy cerrados, detallistas, ¿buscabas de ese modo reflejar la intimidad de los personajes en un escenario tan abierto como la isla?
Si he entendido correctamente la pregunta, hablamos de intentar tratar su intimidad incluso estando en medio del mundo… digamos que cada hombre trata de construir su propio mundo en el medio del mundo, por así decirlo. Intenta separar o definir sus propias reglas dentro de su propio mundo. Si es que he entendido correctamente tu pregunta.
¿Nos puedes decir cual es tu película maldita favorita?
Desconocida… es una pregunta difícil. Estoy viendo muchas películas, pero es muy difícil encontrar una respuesta, hallar una película que es desconocida, quiero decir, conocidas se me ocurren muchas conocidas…
Bueno, puede ser un tema subjetivo, porque para ti pueden ser desconocidas y para otra gente quizá no.
Ok, no sé si esta película es ahora desconocido pero fue conocido en los 50-60. Es una película del director japonés Kaneto Shindô titulado La isla desnuda.
De hecho, ¿puedo decirte una cosa? Tenemos un redactor en la web que vio tu película y dijo que había visto influencias precisamente de esa película en Corn Island.
Sí, de hecho puedo decir que algunas películas sirvieron de inspiración de algún modo para mi película, claro.
Ok. Ha sido muy agradable hablar contigo. Buena suerte con tu próximo proyecto.
Gracias, ha sido agradable hablar contigo también. Muchas gracias, ten un buen día.
Preguntas: Rubén Redondo
Cristina Ejarque
Rubén Collazos
Entrevista y transcripción: Rubén Collazos
Larga vida a la nueva carne.