El neorrealismo italiano tuvo una base sociológica muy trascendente en la historia del cine, fue así que a mediados de la década de 1940, se convirtió en uno de los movimientos cinematográficos más importantes del mundo, por su poderoso enfoque social y moral de la Italia de la posguerra, en donde resaltó aspectos relacionados con la destrucción de las ciudades por el conflicto bélico, el desempleo y la desesperanza, entre otros. Su gran aporte fue su capacidad para mostrar al mundo aspectos que no se veían en los conocidos géneros fílmicos norteamericanos u otras corrientes europeas.
Con el pasar de los años, el estilo neorrealista estaba en agotamiento y el movimiento tuvo que abrirse espacios en otros campos para poder sobrevivir más tiempo, e incluso compaginar su enfoque con otro tipo de géneros fílmicos, afines a su estética, como el «film noir» y el melodrama, aunque esto diera como resultado que muchas películas de esta nueva tendencia fueran ignoradas por la crítica especializada y, con ello, también por los historiadores.
A inicios de la década de la década de 1950, el cine social italiano buscó otras fuentes de inspiración para abordar aspectos más específicos de la población italiana, uno de ellos las condiciones de vida de las mujeres.
Este fue el caso de La trata de blancas, que puso en evidencia un método insólito de reclutamiento de mujeres para traficar con ellas y prostituirlas. El concurso de un baile se convierte aquí en la gran oportunidad de mujeres pobres para ganar dinero, pero no mostrando sus mejores habilidades en la pista sino aguantando y venciendo el cansancio físico, porque esta maratón de bailoteo durará varios días, con sólo 10 minutos de descanso en cada hora, y el premio será una “gira” internacional, pero no precisamente para turismo. Las participantes nunca se enteran con anterioridad que su destino será comercializarse con compradores de placer.
La intensidad en el tratamiento de esta situación es lo destacable del filme, porque allí denuncia un mecanismo espeluznante de lograr víctimas. El objetivo es agotarlas físicamente, al extremo que no puedan respirar bien ni pararse, y en ese estado, ser sometidas al gran engaño y consumar así la trata; considerando incluso que antes que finalice el concurso, y sin que ellas lo sepan, ya han sido vendidas a algunos clientes.
Otro aspecto destacable de la película se enmarca en delatar esa ambigüedad moral existente en las sociedades, en donde las distintas transgresiones a la ley no son asumidas de la misma manera en la consciencia de los individuos, dejando al descubierto una distorsionada imagen de la justicia social, en donde el delito de robo llega a ser más tolerable en un conglomerado con pocas posibilidades de acceder a fuentes de empleo.
De este modo, La trata de blancas emerge como un espejo icónico y contradictorio de la conducta de las personas. La mujer arrepentida de su pasado de prostitución decide alejarse de ese mundo y cambiar de vida, pero lo hará junto a su amante que se dedica a robar para mantener la casa. En este contexto, el supuesto que flota en el ambiente es que hay delitos que resultan ser “decentes” en comparación de otros. La gran escena del linchamiento corroborará este imaginario.
Vittorio Gassman y Sophía Loren no son los actores principales de la película, pues estaban recién empezando en su carrera cinematográfica, no obstante brillan con propia luz en este filme, Loren casi no dice una palabra pero su figura impactante deslumbra; Gassman ya da visos de la leyenda del cine que se convertirá años después.
La estrella que sobresale en este filme es Marc Lawrence, un actor norteamericano que participó desde sus inicios en filmes relacionados con lo criminológico o los bajos mundos. Su aspecto, con ese rostro demacrado y de pocos amigos, fue ideal para representar papeles de villano. En su exilio en Europa, en la década de los 1950, pues fue una de las víctimas de la caza de brujas de McCarthy, continuó con su carrera fílmica y tuvo la ocasión de participar en La trata de blancas en donde hace las veces del astuto y cobarde líder del grupo mafioso que prostituía mujeres. Su representación es muy convincente.
La película es un buen ejemplo de lo que constituyó la aproximación del movimiento neorrealista con el «film noir» norteamericano.
La pasión está también en el cine.