Sin rodeos, no sé muy bien qué es lo que he visto. Las múltiples cintas de animación que se crean en el país nipón al cabo del año, así como la variedad expuesta, hacen que tengamos un amplio abanico a la hora de elegir y decidirnos por ver una película animada. Tal vez por la inevitable llegada de la edad adulta y la pérdida de la inocencia disfrutemos de aquella animación japonesa con trasfondo, que nos cuenta algo más de lo que visualizamos y va más allá de la mera viveza y entretenimiento que este tipo de cine nos llegue a aportar, siendo el país oriental experto en ello. De acuerdo estamos en que hoy en día existe, cada vez con más frecuencia, animación destinada a adultos, dejando a un lado aquella creada para los más pequeños de la casa. Sin embargo, Capitán Harlock no entra en jerarquía alguna.
Esta gigantesca y ambiciosa adaptación del mítico manga creado por Leiji Matsumoto en 1977, llega de la mano del director Shinji Aramaki, el cual ya se atrevió a convertir en largometraje la saga de videojuegos Halo. El argumento de este reboot nos sitúa en el año 2977, en un universo donde la raza humana ocupa cualquier planeta habitable en diferentes galaxias excepto en su lugar de origen, la Tierra. Y, ¿cuál es el objetivo? Evidentemente salvar y regresar al planeta azul devolviendo la libertad a la humanidad. Como si de surcar los mares se tratara, la tropa del capitán Harlock se mueve por el universo como “Pedro por su casa” saqueando otras naves y desafiando las leyes del espacio de una manera exagerada (referencia a Serenity y a su serie televisiva predecesora Firefly). La llegada de un protagonista infiltrado cambiará el rumbo de los acontecimientos y será decisivo a la hora de enfrentarse al cometido que tiene Harlock.
Estas premisas son exhibidas a través de una tecnología CGI que se convierte en el plato fuerte de la cinta. Crea unos escenarios cuidados al mínimo detalle recreando un universo de vértigo, perfecto para disfrutar en alta definición. Desgraciadamente, Capitán Harlock se queda en eso. El peso de los personajes en la trama es nulo. Como si del trabajo de los mejores diseñadores de Final Fantasy se tratase, encontramos los estereotipos clásicos y más convencionales salpicados, sin embargo, por una falta de conexión entre ellos abrumadora que termina por desconectar al espectador, pues hace perder el hilo argumental en ocasiones. Tanto es así que, incluso, la participación del personaje que da nombre al filme escasea a medida que la historia avanza.
Gracias a lo que solamente el cine de animación puede proporcionarnos, y por la asombrosa técnica llevada a cabo, disfrutamos de múltiples y gratuitas batallas llenas de explosiones y disparos a bocajarro. Destacar además la utilización de los tópicos piratas, como viene a ser el empleo del parche o la mítica bandera con la calavera (faltó la botella de ron), que pintan un toque romántico a tanto mundo artificial y tecnológico.
Sin embargo, es la carencia de un guión bien conexo y elaborado lo que llega a chirriar, lleno de extensos diálogos que no terminan de encauzar el argumento en un punto concreto. El problema de Aramaki es el intento de querer contarlo todo y, aun haciendo una presentación del capitán Harlock al inicio muy lograda que ayuda al espectador no conocedor del anime a situarse, finalmente no contar nada.
Una historia pretenciosa que podría haberse convertido en una joya, pues un proyecto que ha durado cinco años, en el que se han creado más de cien millones de archivos gracias a 896 terminales empleados, merecía algo más. Y es que, si se necesita de un número desorbitado de maquinaria para crear un universo visualmente espectacular, ¿por qué conformarse solamente con dos guionistas?