Son bien conocidas las características del denominado cine de oro mexicano, muy popular en Latinoamérica y en otras partes del mundo, especialmente en las décadas de 1940 y 1950. La comedia, el musical y el drama eran su esencia, sobre todo este último por haber enfocado de manera efectiva aspectos relacionados con la pobreza y con la situación indígena mexicana.
Pero esta gran etapa del cine azteca nos sorprendió también con proyectos originales que rayaban lo experimental. Es el caso de Del brazo y por la calle, filme que solo cuenta con tres protagonistas: Marga López (María), Manolo Fábregas (Alberto) y la ciudad de México.
La cinta no hace más que invitar al espectador a sumergirse en la entrañas de una enorme ciudad con el fin de espiar la relación de una de tantas parejas existentes. ¿Qué es lo llamativo de esta pareja? que ella fue una mujer muy rica y lo dejó todo por el hombre que amaba, un artista estancado en sus ideales y en la penuria.
La cámara no se intimida en seguirlos hasta su propio cuartucho y desvelar en detalle la miseria en la que viven, siendo partícipe de las charlas íntimas que mantienen constantemente y que mutan con facilidad del diálogo cariñoso al reproche y a la discusión ofensiva. Se nota que ambos tratan de mantener con entereza esa lucha cotidiana por construir su porvenir, dándose ánimo mutuamente para seguir adelante, pero con un optimismo engañoso que doblega fácilmente hacia el pesimismo, porque en todo prevalece la condición precaria en la que viven.
Esa misma cámara se encargará de mostrar también esos momentos de reflexión en soledad, tanto de María como de Alberto, en donde sus pensamientos y conversaciones internas delatarán una situación de desesperanza, no sólo por la crisis económica sino también por sus anhelos y sueños frustrados.
Los sonidos comunes de una ciudad de la época se convierten aquí en momentos infernales que harán descomponerse anímicamente a María, pues en sus ratos de calma y resignación, emergerán de la nada el pito de un tren, la sierra de una carpintería y el goteo de un grifo para provocarle una claustrofobia interna que la hará estallar en desesperación.
Del brazo y por la calle debe ser la única o de las pocas veces en que en los créditos iniciales de un filme se coloca como protagonista principal a una ciudad, en este caso a México. Se pensaría en un inicio que la película va a destacar a los tradicionales personajes, símbolos o paisajes aztecas, pero no es así.
La ciudad de México juega otro tipo de papel en la trama de la película, pues la dota de una composición estética especial y se constituye en ese lugar en donde nace, crece y se consolida la afectación psicológica de los personajes. La urbe pasa a ser la protagonista porque es el entorno en donde se enmarca el contraste de clases sociales, de ideologías, de comportamientos culturales o costumbristas; y, además, porque es ese espacio vacío, aunque esté lleno de gente, que provoca la mayor soledad que pueda sentir una persona, ya que le permite compararse con otros y sentir que no significa nada para el resto.
La historia del filme se ubica en un lugar pobre de la ciudad, en donde María y Alberto no son precisamente uno de sus comunes habitantes; sin embargo, por su condición económica o por las circunstancias, se han constituido en huéspedes de un submundo que constantemente les recordará que no pertenecen a él, pero que no hará nada por expulsarlos, porque parece sentirse augusto siendo el escenario de ese enfrentamiento de castas que le permita llamar la atención al resto del mundo y ver si así alguien hace algo para contrarrestar las injusticias sociales que provoca la pobreza y la exclusión.
Por otra parte, vale destacar dentro del filme un buen logro en la composición de imágenes de ese excelente fotógrafo mexicano que fue Ezequiel Carrasco, quien reflejó en encuadres y tonalidades del blanco y negro los sentimientos de los dos protagonistas, llegando a una de sus cimas iconográficas cuando uno de los actores busca en la noche y en la ciudad desesperadamente la alternativa del suicidio, y el otro deambula por los mismos sitios desesperanzado y buscando una respuesta que dentro de sí ya no la puede encontrar.
Del brazo y por la calle es un filme que merece ser redescubierto y colocado como un ejemplo de la creatividad fílmica que se dio en el cine de oro mexicano.
La pasión está también en el cine.
Excelente película, como con dos personajes se puede hacer tanto, esa es creatividad!! Y eso de incluir a la ciudad co tercer protagonista, que gran idea y magia en la dirección de la película, y si deberían los cineastas de hoy fórmulas de estos ejemplos!