Como cada dos semanas, llega nuestra sesión doble quincenal, que hoy nos lleva a universos ‹sci-fi› bañados en animación y rodeados de multitud de referencias: desde el ‹noir› al ‹steampunk› se dan cita en nuestra elección para esta sesión doble. En primer lugar, con una cinta animada de cine negro que encandiló hace apenas seis años, la Renacimiento de Christian Volckman, cuyo acompañamiento no puede ser más idoneo, pues Corea se dirige al ‹steampunk› con Wonderful Days.
Renacimiento (Christian Volckman)
Hoy era el día internacional de la animación ‹cyberpunk› francesa. Es el motivo único e irrevocable de la elección de Renacimiento (Renaissance, 2006) para una sesión doble. En uno de esos futuros inciertos en los que la vida de todos está dominada por una corporación aséptica y formal, nos sitúan ante un secuestro en extrañas circunstancias, el de una prometedora joven que trabaja para la poderosa compañía Avalon. Es necesario encargar este caso a Karas, un agente de la ley con métodos un tanto forzados y fuera de toda disciplina, para que todo se resuelva en la menor brevedad. Pero en un mundo convulsionado por la salud y la estética, no todo podía ser tan sencillo.
De la estética del film podemos hablar cuando nos fijamos en esas barrocas construcciones complejas y abarrotadas que se convierten en ciudades verticales e inverosímiles, un tanto inútiles pero originales, en una animación sustentada por el blanco y negro y las sombras sólidas que ocultan rostros pétreos, los de ciudadanos que se intuyen oscuros y pasajeros.
Poco a poco se despliega una trama de poderes y secretos unidos a las investigaciones de la mujer que dará paso a infundadas sospechas poniendo cara en su justo momento a los falsos culpables y malos de manual que llevarán por la cuerda floja al policía hasta el punto de tomar partido en este caso más allá de sus obligaciones como representante de la ley. Incluir a esta historia una hermana con algo de salvaje pero preocupada por el futuro de su único familiar en paradero desconocido es el permiso necesario para hablar de familias y defensas imposibles, lazos que se crean y se deben mantener como lealtad a estas personas. Es así como lo cree el duro Karas, que no tarda en encontrar su igual en ella y se compromete a hacer todo lo posible por la chica desaparecida. Unimos las altas tecnologías que ejecutan parte del trabajo en un futuro en el que las transparencias del entorno disuaden los claroscuros de todos estos personajes sombríos.
Christian Volckman crea un París desesperanzador en 2054 donde la vejez es un estigma a erradicar y la joven Ilona se convierte en un objeto de gran valor para sorpresa de todos sus allegados, remitiéndonos a un misterioso libro y antiguos experimentos en los que jugar a ser Dios era una de las posibilidades. Con un aire a cine negro estancado en un espacio futurístico, la trama nos llena con facilidad ante el interés de dar forma a este puzle tan segmentado que permitirá llegar a conclusiones vitales para nuestros protagonistas, una resolución que sorprende en la intención pero no como resultado de una humanidad desgastada y sin credulidad alguna. Entre tanta pieza, las visiones de una ciudad masificada y un estilo depurado en sus líneas dibujadas son una visión poderosa al nivel de su evolucionada tensión.
Escrito por Cristina Ejarque
Wonderful Days (Kim Moon-saeng, Park Sunmin)
Año 2142. Algo ha crecido entre la inmundicia y la contaminación… pero no porque esté rodeado de ellas, sino más bien porque es su fuente energética. De este modo, Ecoban, una ciudad que se alimenta básicamente de polución, parece el último bastión en un universo bañado en una total y absoluta oscuridad: el resplandeciente cielo ha sido colapsado por negras nubes y un misterioso enmascarado (¿ecos de V de Vendetta?) de nombre bíblico (Dr. Noé) busca truncar esa ¿armonía?. Lo que se antojaba un relato de ‹sci-fi› y connotaciones post-apocalípticas, sin embargo, se transforma en una narración de reencuentro que los cineastas coreanos no esconden en ningún momento; de hecho, sorprende que esos ‹flashbacks› que se suelen guardar como ases en la manga en pro del fútil golpe de efecto, sean expuestos durante los dos primeros actos para contar una historia más dramática de lo que cabía esperar, y alejen Wonderful Days de esas raíces ‹steampunk› que el relato parecía mostrar en sus primeros compases como seña de identidad.
A través de una animación que en ocasiones resulta discreta en su faceta 2D y que tiene como principal hándicap la inclusión de un 3D que a ratos desentona, pero que también es capaz de crear ambientaciones de lo más espectaculares y acompañar secuencias realmente potentes, Wonderful Days recurre a esa historia pasada para hablarnos precisamente acerca de esos resquicios en la memoria que siempre nos transportan a un mundo mejor, y en los que el protagonista vuelve a esos “días maravillosos” a los que alude el título de la cinta para forjar otra de esas parábolas en las que la palabra represión está a la orden del día y la acción no tarda en darse cita como complemento en una propuesta donde termina siendo prácticamente lo mejor de ella.
Quizá su principal problema es que Wonderful Days pretende aparentar ser más de lo que realmente es, pero por otro lado cabe destacar que sus directores manejan con temple el material que tienen entre manos y evitan ciertos momentos que hubiesen transformado la película en un fiasco, sabiendo incluso salvar esa conclusión de una épica de baratillo que no hubiese beneficiado al conjunto (pese a tener el dudoso gusto de incluir un tema excesivo a todas luces), sin alejarse, eso sí, de unos compases dramáticos que, todo sea dicho, no están nada mal llevados. En el fondo la cinta coreana resulta incluso reivindicable en cierto modo por dirigir su mirada a esas obras ochenteras niponas tipo Venus Wars o Lensman de las que, aun sin tomarse tan en serio, sabe recoger un testimonio lo suficientemente firme como para poder disfrutar durante algo menos de noventa minutos con un trabajo que suma en un género que se acoge al ‹sci-fi› y ‹steampunk› para dar fe de que en la animación todo cabe.
Escrito por Rubén Collazos