Si tras las cámaras hay un buen puñado de cineastas que han logrado ofrecer un nuevo bastión al cine de género español y regenerar en parte aquello que alcanzó su cenit con el llamado Fantaterror, se podría decir que ante ellas si hay una actriz que ha hecho lo propio (y no únicamente en el terreno del largo, también del cortometraje), sería una Macarena Gómez a la que después de papeles como los de la fallida Sexykiller o la TV movie dirigida por Balagueró, Para entrar a vivir, le llega la gran ocasión de lucirse en el género que más se ha prodigado desde sus inicios como actriz.
No desperdicia esa oportunidad la intérprete española, que logra hacer de su personaje el epicentro de Musarañas, no tanto por el peso que posee en el guión y por como gira el relato que nos cuentan los debutantes Juanfer Andrés y Esteban Roel entorno al mismo, sino por el modo en como su interpretación consigue desbordar en más de un momento el material presentado, e incluso entenderlo con una pericia que va más allá de la simple caracterización que luce.
Esa caracterización, que sirve como principal referente para que el espectador observe de primera mano la contraposición entre los personajes centrales, nos lleva a un apartado visual cuyo trabajo sorprende, en especial teniendo en cuenta que nos hallamos ante una ópera prima. Ese apartado desarrolla además todas sus posibilidades en un espacio ciertamente reducido, el reducto que comparten Montse y su hermana pequeña, para llevarnos a vías que en cierto modo colindan con la personalidad desarrollada por la primera, acrecentando de este modo un conflicto ante el que su frágil relación con el exterior y la presencia de un pasado oscuro que se irá desvelando con el avance de la cinta resultan primordiales.
Ese encierro inducido en el que la protagonista intenta encontrar un sustento desvela uno de los títulos capitales de los 90, Misery, que bien podría funcionar como referente directo de Musarañas, pero del cual en realidad Andrés y Roel se desmarcan encontrando un camino propio. Lo que podría haber sido un título más psicológico que no alcanza esa vertiente en su plenitud, deriva en un relato mucho más visceral de lo aparentado cuyo desbarre e intención por proponer una mayor concisión en su desarrollo termina por ser una pieza clave en una obra que, de no haber dispuesto con tanto tino ciertos elementos, bien podría haber caído con facilidad en saco roto.
La presencia de un humor negro que empapa la cinta y que se persona principalmente en la figura del personaje interpretado por Luis Tosar y en sus interacciones con el de Macarena Gómez, añade otro ingrediente necesario para no cargar en exceso las tintas en una obra más distendida que tensa, que se disfruta en especial en pleno desvarío, cuando es capaz de dejar atrás un poco el trasfondo que propone e ir complementando con detalles que cerrarán una historia cuyo desenlace quizá sea lo de menos, pues el disfrute que provee un título como Musarañas, que sabe cimentar su peso en el papel de una Macarena Gómez sobresaliente, no requiere mucha más reflexión que esa. Una ópera prima con puntos de interés, ganas de juguetear con el cine de género y diversión, que ya es mucho más de lo que tantos otros podrían decir.
Larga vida a la nueva carne.