Lo primero que se me pasó por la cabeza tras terminar la proyección, fue que sin duda God Help the Girl hubiera sido una de mis películas referentes en mi adolescencia. Una vez que te atrapa la película y su tono melancólico es difícil no dejarse llevar, por mucho que todo resulte algo vacío aunque las tramas estén tan poco trabajadas, con algunos momentos de inspiración.
La cinta de Stuart Murdoch se sustenta por unas buenas interpretaciones y, ante todo, por unos números musicales que dejan huella gracias a las canciones. Su creador ha construido un relato que se sigue más o menos con interés pero que toca el cielo con las canciones. Tampoco son letras profundas, pero lo llegan a parecer en varios momentos, lo que sin embargo refuerza mi idea que será perfecta para determinado público. Y no es que los adolescentes sean personas vacías que necesitan consumir productos vacíos, pero si es cierto que en nuestra sociedad son (éramos) lo que más acariciaban de manera casi tangible el terrible sufrimiento de ese vacío existencial.
Lo demás acaba por estar de adorno. La historia no es nefasta, pero las subtramas están porque alguien le ha dicho al director (también encargado del libreto) que deben estar. Sin ir más lejos, el final está poco cuidado, desconocemos como hemos llegado a esa conclusión. Y sin embargo…
Y sin embargo God Help the Girl me ha convencido. Es difícil resistirse a su música, que sustenta toda la obra. Es complicado no dejarse llevar ni recordar emociones pasadas de hace no demasiado tiempo. Su trío protagonista cumple, destacando una Emily Browning que ya pedía a gritos algún papel relevante en los últimos años.
El problema es que una vez se enciendan las luces del cine todos iremos corriendo a volver a escuchar las canciones en el Spotify y poco a poco desaparecerá la película de nuestra memoria. No ciertas escenas, cuidadas y pretendidamente nostálgicas hasta decir basta, pero sí la propia cinta como tal. Pero la experiencia merece la pena.
Tiene intentos por huir de ciertos clichés, mientras va recogiendo otros por el camino casi sin darse cuenta. Todo tiene un aire “indie” que le sienta bien, por mucho que esté desesperadamente buscado tal efecto. Y podría seguir enumerando detalles que podrían hundir al filme al desprecio y, sin embargo, de pronto tiene una escena, un gesto, una mirada, una canción, que me inclina por llevarla al Olimpo.
¿Las canciones están metidas con calzador en la historia o la historia está metida con calzador en las canciones? Casi que no importa. Todo se resumen en una bonita y triste historia de crecimiento y aceptación de la derrota de la madurez salpicada con videoclips de nuestros tres protagonistas. Momentos musicales conseguidos aunque sin resultar especialmente efectistas o vistosos, apoyando al tono de la obra.
Una película que muchos no deberían dejar pasar (especialmente los amantes del grupo grupo Belle & Sebastian, cuyo vocalista es el director) y otros no deberían ni acercarse a ella. Está llamada a marcar a todo adolescente que se siente un bicho raro en el mundo y a ser despreciada por los mayores que recuerdan aquella época como una etapa sin preocupaciones (¿hay alguien así en el mundo?).
Puro artificio y posiblemente más vacía de lo que le gustaría reconocer, God help the Girl va a dejar a poca gente indiferente, eso seguro.