Desde Alemania nos llega Dos vidas, un apasionante thriller situado en el tiempo tras la caída del Muro de Berlín, pero cuya historia realmente comienza con la política de Lebensborn, llevada a cabo por los nazis con el objetivo de perpetuar la raza aria. El director Georg Mass (gratamente asistido en el filme por la directora de fotografía Judith Kaufmann) ha compartido una mesa redonda con cinco medios especializados en cine, donde por supuesto no podía faltar Cine Maldito. Asistieron a la entrevista nuestros compañeros de Cinemaadhoc, La llave azul, La noche americana y El antepenúltimo mohicano.
¿Qué supuso para la película ser elegida por Alemania en la carrera por los Oscar?
Más que nada, hizo que todo el mundo fuera más consciente de la película, porque intentamos presentarnos para festivales como Berlín o Venecia y nos rechazaron, por lo que teníamos cierto miedo a que fuera una película olvidada, pero a raíz de esto creció el interés por la obra.
Me gustaría saber cuánto hay en la película de la novela en la que se basa.
El espíritu es absolutamente el mismo, aunque hay ciertas escenas que no aparecían en el libro, quizá el cambio más grande surgió en torno al espía, el abogado y ciertos personajes de la familia. Pero coincide con lo de que el gobierno de Alemania del Este recibió esa herencia de los nazis para espiar a determinadas personas. Es la idea básica de la novela y está en la película. Y también la idea de que los sistemas políticos basados en la violencia tienen consecuencias que pasan a través de la familia. Así que la esencia de la novela sigue igual.
Sabiendo que ya tenías experiencia en el cine documental, ¿en algún momento te planteaste que Dos vidas fuera un documental en vez de un drama?
No pensé en eso, pero sí en hacer un documental paralelo. Pero lo que más me interesa es el viaje que hace el espectador. Mientras ves la película te vas haciendo preguntas, un proceso que es difícil de llevar a cabo en un documental.
La película trata uno de los temas más utilizados en el cine alemán como es el de la división entre la RFA y la RDA. ¿Qué intención tiene esto?
Este tipo de situaciones provoca historias interesantes. Alemania estuvo dividida por 40 años y a pesar de que llevamos 20 años unidos, seguimos descubriendo muchas diferencias entre alemanes del este y del oeste. Incluso la gente con 25-30 años son diferentes.
¿Te has sentido intimidado en cierta manera por llevar a cabo esta historia?
Bueno, no estaba contento con la parte de los nazis porque cuando la gente lo ve suele decir “oh, ya hemos visto bastante”. Pero la película no toma lugar en esa época. Yo hablé con diversos niños de Lebensborn, también con espías, y esto ha sido interesante. No quería cometer errores.
¿Fue difícil convencer a Liv Ullmann de que participara?
Le gustó el guión, pero con el guión original no quería participar. La razón es que la historia tenía lugar ya en el Siglo XXI y su personaje tenía 80 años y estaba mal de corazón, muy enferma. Para acomodarla, tuvimos que reescribir el guión trasladando la historia a comienzos de los 90 para que se sintiera más cómoda. Y entonces ella dijo que sí en seguida. Le pareció muy importante la historia, porque como ella es noruega había vivido más o menos de cerca todo esto.
¿Y fue a raíz de la película por lo que hizo un documental sobre Liv Ullmann o ya lo tenía previsto?
Hice un documental sobre Peter Gabriel y quería hacer otro sobre un personaje distinto, pero a través de la televisión alemana me animaron a hacerlo sobre Ullmann y entonces pensé que como ella también es directora podía ser un documental de ella dirigiéndose a sí misma, pero sus proyectos se cayeron y tuvimos que posponer el documental hasta después de la película.
Desde que te llegó la idea, ¿cuánto tiempo dirías que has invertido en trabajar en esta película? ¿Fue duro el trabajo de documentación?
Me llevó mucho tiempo, diez años en total. Cinco años para el guión y otros cinco años para la financiación. Lo de la documentación no supuso gran problema. Era cuestión de encontrar a los niños y a los espías, y una vez que sabíamos quiénes eran todo fue más sencillo.
¿Cómo fue la colaboración con Judith Kaufmann en la fotografía y el guión?
Me gusta mucho su trabajo. Cuando veo sus películas me conmueven porque su trabajo es muy bueno, sabe colocar la cámara justo en el sitio exacto. Y eso se debe a que pregunta incesantemente: “¿por qué hacéis esto aquí?”, “¿por qué está esta escena en el guión?”, etc. Pregunta todo el rato. Cuando rodamos, a veces se me acerca y me dice “esto no es lo que estuvimos hablando”. Pero a lo mejor cuando lo llevas a cabo no está bien y tienes que corregirlo. Por eso le dimos crédito como co-directora, lo hicimos juntos y ella aportaba muchas ideas. Tuve mucha suerte porque creo que tenemos gustos similares, nos gustan las mismas cosas. Además, este proyecto es muy importante también para ella.
¿Y cómo fue trabajar con Juliane Köhler?
Cinco años antes de empezar el rodaje ya había decidido que ella sería la protagonista. Cada cuatro o cinco meses le mandaba una revisión de guión. A veces decía “esto es una mierda” y otras veces decía “esto es mucho mejor” y hablábamos de por qué. Al comenzar a rodar, conocíamos muy bien al personaje y también nos conocíamos nosotros. Fue muy intuitivo, no tenía ni que explicarme, le decía cualquier cosa y ella sabía lo que era. Eso era con ella, luego era muy diferente con otros como Liv Ullmann.
Me gustaría saber cómo fue el proceso de financiación y qué parte jugó en ello el Estado.
La financiación muy difícil. Para hacer este tipo de películas hace falta participación televisiva. Y las televisiones allí no creían en tener a una espía como protagonista, porque era más complicado para el público identificarse con ella. Así que nos llevó varios años hasta que una de las televisiones se interesó en la película. Nos dieron 10% del presupuesto. Luego Alemania aportó 2/3 y Noruega 1/3. Quizá podríamos decir que el Estado alemán aportó el 60% del total.
¿La decisión de rodar el tiempo real y los flash-back con dos fotografías tan diferentes era algo que ya estaba previsto o fue idea de Judith Kaufmann?
¡No, fue mi idea! (Risas). Pero a ella le encantó la idea y luego quería utilizar el estilo de cámara en mano de los años 70. No hay nada digital aquí, sólo Super 8. El resto sí que es digital. Además, ella trabajó mucho con el color. Y era muy hábil en ello.
¿Ha conocido a algún familiar de la protagonista en la vida real? Y si es así, ¿en qué tono le han hablado sobre ella?
No pude reunirme, sólo mantuvimos conversaciones telefónicas. Siempre lo impedía algo, estaban enfermos o algo así. Pero había una familia en noruega, y luego estaba el delegado de los Lebensborn. Tuve entrevistas largas en este sentido. En 1998 dos periodistas alemanes descubrieron que este chico de 19 años tenía familia en Noruega y le llevaron a conocer a sus hermanastros, pero su madre ya había muerto. Así que él me contó mucho sobre la situación de la familia.
¿Cuáles son tus principales referentes?
Realmente me gusta el trabajo de Alejandro González Iñárritu. También me gusta mucho Nicolas Roeg, que seguramente algunos no conocerán pero trabajó con Mick Jagger y David Bowie. Y, por supuesto, me gusta Stanley Kubrick.
Aquí en España la situación en cuanto a la financiación está muy complicada. ¿Qué tal está en Alemania?
Solemos decir que es difícil, pero comparando con otros países la situación es genial, la economía es buena. Probablemente, el único país de Europa que está mejor en este sentido es Francia. El sistema es bastante democrático, porque quiénes eligen las subvenciones son una serie de jurados, y éstos cambian cada año. Así, una película como la mía sólo necesita un 20% de financiación privada, la gran parte del presupuesto viene de lo público.
¿Qué otros proyectos tienes en mente?
Trabajo muy lentamente. Estoy hablando con dos productores norteamericanas sobre la historia de una chica de 16 años que viaja atrás en el tiempo hasta la Ámsterdam ocupada por los nazis, y como ella es judía pasa por muchas miserias. Por eso estoy leyendo otros guiones, porque si tengo que esperar al mío voy a esperar mucho tiempo.
Mucha gente compara a esta película con La vida de los otros. ¿Qué te parece esta comparación?
En principio puede tener sentido, lo entiendo porque ambas historias hablan de la Stasi. Pero la Stasi tenía dos divisiones, y de la de espionaje doméstico es la que se trata en La vida de los otros. El cómo se cuenta la historia también es muy diferente. Y además, en Dos vidas existe un secreto y el espectador tiene qué averiguar cuál es. Pero pueden tener razón en que a la gente que les gustó La vida de los otros seguramente les gustará también mi película.
Y por último, ¿qué referentes tienes en el género del thriller?
No soy aficionado a los thrillers. Me interesa más el cine de terror. Pero me gustan varias películas de Hitchcock. Mira, por ejemplo, hay una escena de la película donde se escucha a gente como haciendo el amor, y la protagonista piensa que su marido la está engañando, pero luego resulta que es todo lo contrario. En esa escena todo el mundo cree que sabe lo que es pero luego se sorprenden.