Las pandemias, uno de esos grandes males que asolan no sólo a la humanidad, sino también al cine de género. ¿Cómo lograr que ofrezcan algo de sazón al panorama? Transformándolas, obviamente, en las pandemias más extrañas, que llegan hoy precisamente a nuestra sesión doble con dos títulos que no hay que perderse, esa maravilla de 2008 titulada The Signal y firmada por David Bruckner, Dan Bush y Jacob Gentry, y la maravillosa The Taint de Drew Bolduc.
The Signal (David Bruckner, Dan Bush, Jacob Gentry)
Las pandemias siempre han sido objeto de fascinación o estudio en el cine de género, hecho que han confirmado incluso los más grandes, como David Cronenberg en aquella fabulosa Vinieron de dentro de… que casi servía como piedra angular del que sería su cine posterior. No obstante, girar las tornas (como hizo precisamente el canadiense) y transformar algo de sobras conocido por el espectador en otra cosa distinta, algo que sorprenda y dé un vuelco a una temática que se ha ido desgastando con el paso del tiempo, no siempre funciona. Tener una idea, en ese sentido, no equivale a poder trasladarla del mejor modo a la pantalla o a tener talento para ello, algo —ni lo uno, ni lo otro— que precisamente no les faltaba al trío formado por David Bruckner, Dan Bush y Jacob Gentry, que debutaban en 2007 con una de las mayores sorpresas del panorama en los últimos años, The Signal.
Escindida en tres episodios que marcan el devenir de la cinta, The Signal se propone como algo más que una vuelta de tuerca a ese particular subgénero, y es que si su planteamiento resulta en cierto modo destacable, es por el hecho de que los cineastas consiguen dar una consistencia a su propuesta no solamente en los primeros compases del film, aquellos que aunque puedan resultar aclaratorios quizá confundan más que otra cosa al espectador —y a ello es a lo que, en parte, juegan Bruckner, Bush y Gentry—, sino también en episodios posteriores, donde además desarrollan lo expuesto empleando magníficos ramalazos de un humor negro que complementan esa locura a la que aluden los personajes del film en todo momento.
The Signal sabe ver más allá de sus propias virtudes y sacar jugo no únicamente a las aristas de una propuesta que se ofrece a ello, también —y dentro de las limitaciones de un presupuesto ajustado— emplear la imaginación para parir secuencias que sorprenden y otorgan un empaque mayor a la propuesta, así como rodearse de un reparto muy sólido, en el que destaca especialmente un joven AJ Bowen y, sobre todo, todos los actores del segundo episodio, capaces de (de)construir en apenas un palmo de terreno los aciertos y lecturas de un film que nunca parece dispuesto a agotar su filón.
Lo más difícil, mantener las expectativas creadas en un arranque interesante aunque no luminoso, lo logran con creces los cineastas de esta The Signal, capaces de hacer que su obra avance a pasos agigantados y, lejos de lo que sucede habitualmente, crezca en lugar de menguar, mostrando en un gesto de seguridad y aplomo unas cartas que sólo podrían ser ganadoras, pero que además están empleadas con una tenacidad que en los últimos años el cine independiente de terror arroja vez tras otra, pero en The Signal se ven apoyadas por un planteamiento tan original e inaudito como la propia obra en sí.
Escrito por Ruben Collazos
The Taint (Drew Bolduc)
Nadie como su propio director, Drew Bolduc, es capaz de definir el maravilloso esperpento que supone The Taint como largometraje. En sus propias palabras, su primer filme podría definirse como “The ultimate sexually-frustrated-male-nerd-emotional-masturbation-release film, done in the style of an 80ʼs horror-comedy”. La verdad, yo no sería capaz de acuñar un término tan preciso para describir la depravada orgía ultra violenta e híper sexualizada que Bolduc, evocando el espíritu de las producciones Troma de serie-Z más emblemáticas como El condón asesino o Mutantes en la universidad, ha conseguido ya no sólo gestar, sino distribuir bajo la marca de la productora independiente de Michael Herz y Lloyd Kaufman, expertos en descubrir nuevos talentos utilizando cintas de ínfimo presupuesto como carta de presentación.
Tomando como punto de partida una premisa tan manida como la de un vertido tóxico que se filtra al agua potable de una comunidad, The Taint consigue aportar un punto tan innovador como controvertido a este lugar común en el cine de género, convirtiendo a los hombres que consumen el agua contaminada en una suerte de bestias misóginas cuya única motivación es enseñar el pene mientras asesinar mujeres de la manera más variopinta posible. Este planteamiento, polémico hasta la médula por méritos propios, viene acompañado de un grotesco y gratuito recital de desmembramientos, un humor delicioso para estómagos resistentes—antológica escena del aborto con la percha—, personajes demenciales, y litros de sangre, semen y vómitos que otorgan al largometraje, con creces, la categoría de “shock exploitation film” que todo filme Troma debe ostentar.
Sabiendo perdonar el más que evidente desastre formal y narrativo que manifiesta The Taint, repleta de secuencias inconexas, momentos de tedio absoluto, decisiones arbitrarias, precariedad técnica, y montajes musicales interminables, pueden encontrarse muchas virtudes en la cinta que Drew Bolduc dirige, escribe, protagoniza, monta y sonoriza —esto es cine independiente, señores—. Cabe destacar la buena mano de Bolduc a la hora de componer una banda sonora de lo más ochentera basada en los sintetizadores, y esos momentos de extraña e inusual lucidez en los que parece que el realizador revela que atesora más inteligencia de la que nos hace ver entre tanta chabacanería, regalando secuencias de lo más irónico, crítico y contundente, como esa en la que Phil O’Ginny —tremebundo protagonista del filme— inicia una masacre envuelto en una bandera norteamericana en la que previamente, se ha limpiado una buena dosis de esperma y hemoglobina.
Obviamente, The Taint no es una película para todo el mundo, pero aquél espectador que sepa de antemano a lo que se enfrenta y sepa omitir la calamidad cinematográfica que constituye, encontrará una grandiosa y divertida aberración que destaca, sin duda, sobre sus cintas congéneres en ese nutrido mundo de la serie-Z independiente.
Escrito por Victor López G.