Las vidas de Grace (Destin Cretton)

El cine indie estadounidense parece que sigue gozando de buen nivel. La última muestra de ello llega con Las vidas de Grace, cuyo título original es Short Term 12, el cual hace referencia a un centro de acogida para adolescentes con diversos problemas personales y familiares. Allí trabajan Grace y Mason, dos jóvenes que tienen por misión controlar al rebelde rebaño del que son responsables a la vez que intentan desembarazarse por completo de su turbulento pasado.

Lo que más llama la atención de la obra que dirige y escribe Destin Cretton (que parte del cortometraje homónimo que él mismo llevó a cabo en 2008) es la facilidad que tiene para narrar una historia sin que exista un ápice de falsedad en toda ella. En efecto, asombra el realismo que desprende la película desde el primer minuto, cuando vemos a un grupo de jóvenes en un banco conversar relajadamente hasta que el rebelde Sammy sale corriendo por la puerta y tienen que detenerle. Los diálogos, asumiendo el riesgo de pecar de aburridos o trascendentales en algún momento, están cargados de una naturalidad que define por completo la película.

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Magnífica la interpretación de Brie Larson como Grace, una mujer que al principio aparenta mucha seguridad en sí misma pero que tras la llegada de la adolescente Jayden verá de nuevo cómo el pasado se le presenta de nuevo ante sus narices. La evolución de sus gestos faciales va en paralelo al desarrollo del personaje, y eso incluye la impactante escena donde todo sale a la luz, por lo que no se le puede pedir más a la actriz en este sentido. En un segundo plano vemos a otros actores conocidos, caso de John Gallagher Jr. (The Newsroom), cuya caracterización de Mason discurre en paralelo a la de su compañera en el reparto, otro personaje mentalmente más endeble de lo que parece por la pesadilla que arrastra desde su infancia. Óptimo el ajuste que se establece en forma de metraje para detallarnos su personalidad sin que llegue a absorber parte del protagonismo de Grace.

Las vidas de Grace toca un tema siempre delicado como es el de que ciertos padres abusen de sus descendientes, pero por fortuna consigue evitar la sobredosis de morbosidad que de vez en cuando se presenta al tratar este asunto en el cine. No es una película de las que te pueda encoger el corazón, por mucho que uno sea consciente de la aciaga historia que se está contando, lo cual se debe principalmente a la predilección por parte de Cretton de construir un relato lo más real posible huyendo de cualquier postulado dramático. Escapa a este asunto la escena anteriormente comentada, que prácticamente cierra la película en tanto que nos permite conocer por fin lo que sucede con su protagonista, una escena bien medida en tiempo y lugar y que se ve reforzada por la calidad interpretativa de Larson.

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Por lo demás, la factura técnica es más o menos la típica del cine independiente estadounidense, quizá con la excepción de la BSO, más alejada de lo común en estas películas pero que se adecua de manera más que correcta a las pretensiones de la obra. Las vidas de Grace huye de lo peor de este cine indie pero conserva muchas de sus virtudes, como es la de conseguir un gran resultado con escasos medios y, sobre todo, contar una historia complicada de manera sencilla, sin infravalorar las aptitudes de sus espectadores para huir de las convenciones dramáticas que suelen salpicar muchas de estas producciones. En este caso, los diferentes premios y menciones cosechados por la obra sí hacen justicia a su contenido, no nos encontramos ante la enésima pretenciosidad sino ante un relato tan cruel como natural, 96 minutos de saber contar una historia en pantalla grande sin dejarse influir por su propia concepción audiovisual.

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