Hay pocos directores tan singulares como Jean-Pierre Jeunet. Conocido en todo el mundo por su obra más famosa, Amelie, el realizador francés también ha sumado un puñado de obras que entre sí poseen una gran similitud en la forma, véase una fotografía exquisita o una masiva utilización de la gama de colores, pero también en el fondo, como es la descripción de seres peculiares, a menudo introvertidos, que de manera usual no suelen acaparar el protagonismo en las películas. Por eso muchos aseguran que Jeunet orbita en otro universo, el suyo propio, en cuya peculiaridad está la base de su grandeza como cineasta.
El último proyecto de este director lleva por título El extraordinario viaje de T.S. Spivet que, como principal novedad referente al aspecto visual, está rodada en tres dimensiones. La película, basada en una novela de Reif Larsen, se centra en T.S. Spivet, un muchacho que vive con sus padres y su hermana en un rancho perdido en la Montana profunda. Pero T.S. no es un niño cualquiera, sino que tiene una capacidad intelectual muy grande, sobre todo en lo que se refiere a la imaginación, característica que ha heredado de su madre. Es capaz de construir cualquier cosa que se precie, sus dibujos no son infantiles sino que son un compendio de escalas y medidas, y fruto de ello recibirá una espléndida noticia: ha ganado el Premio Baird por su última invención. Sin embargo, para recibirlo tendrá que ir nada menos que hasta la capital del país, Washington D.C.
El planteamiento de la obra es parecido al que otras veces hemos visto en estas películas: la voz en off del protagonista repasa la personalidad de los protagonistas, la vida que llevan en el rancho y ciertos aspectos de su pasado, todo ello aderezado con un fondo musical. El efecto 3D, lejos de estorbar, viene muy al pelo para resaltar ciertas características muy a lo Jeunet, es decir, más cerca de lo onírico que de la realidad. No se le puede negar al francés que la obra conserva intacta todas las bondades de su cine en el aspecto técnico y de inmediato es fácil quedar enganchado en esa red que se va tejiendo tanto en el plano audiovisual como en el argumentativo.
Jeunet ha otorgado la responsabilidad de encarnar al protagonista a Kyle Catlett, quien debuta en la pantalla grande. Y la verdad es que, obviando cierta escena dramática donde se le nota su bisoñez actoral, cumple perfectamente con lo que se espera de él. Le escoltan en sus funciones el típico plantel de secundarios alocados que el director francés dispone en sus películas. El rostro más conocido tal vez sea el de Helena Bonham Carter, una actriz a menudo denostada por aparecer en cada película de su marido Tim Burton, pero que a un servidor le parece siempre cumplidora; aquí interpreta a la madre del protagonista, una mujer visceral que no atraviesa un buen momento en su matrimonio. Pese al aparente rol secundario, es un papel fundamental para entender las motivaciones de T.S. y de la película en general.
Cabe decir que a quien no le atraigan las historias que cuenta Jeunet, muy probablemente tampoco le gustará El extraordinario viaje de T.S. Spivet, porque conserva buena parte de los rasgos definitorios de su cine, para bien o para mal. A los que sí les apasionaron obras como Delicatessen, La ciudad de los niños perdidos, Largo domingo de noviazgo o la propia Amelie, están de enhorabuena. Jeunet ha vuelto a moldear una película muy rica en todos los sentidos, un relato sobre los sueños, las relaciones familiares y la capacidad de comprendernos unos a otros que está aderezado por el habitual y magnífico tratamiento de la imagen de este director. El 3D, lejos de ser un problema, satisface incluso a los que somos muy críticos con este efecto. No es de las películas más grandes del director, pero también está bastante lejos de sus obras menores, por lo que El extraordinario viaje de T.S. Spivet constituye una obra muy interesante y totalmente satisfactoria para los amantes de su cine.