Si me viese sometido a un test de asociación de palabras al más puro estilo Jungiano, pocos términos relacionaría con mayor velocidad y precisión que «comedia» y «Francia». El dominio del vodevil que demuestran nuestros vecinos galos, excepcionalmente superado, y que descubrí años ha de la mano del genial Louis de Funès y sus estrambóticos personajes, resulta indiscutible si atendemos a ejemplos como La cena de los idiotas o Salir del armario —ambas de Francis Veber— o el bombazo que resultó ser Bienvenidos al Norte.
Por suerte para los amantes de la carcajada cinematográfica, la tan bien engrasada maquinaria francesa generadora de hilaridad continúa trabajando a pleno rendimiento, siendo su último gran acierto 9 meses… de condena —9 mois ferme—; una comedia escrita y dirigida y por Albert Dupontel que atesora toda la chispa y parte de la negrura con las que Bernie, su debut en 1996, ya consiguió encandilarme.
Muchas voces pertenecientes al medio cinematográfico, han postulado que la comedia es uno de los géneros más complicados de trasladar a la pantalla de manera satisfactoria. Conseguir arrancar la risa del espectador se torna para el cineasta una suerte de Santo Grial que, de ser encontrado, asegura en gran medida el éxito del filme, y en el caso de Dupontel y sus 9 meses de condena, la efectividad en este aspecto resulta rotunda gracias al equilibrio establecido entre los dos grandes ejes sobre los que pivota la cinta.
El primero de ellos y, a su vez, el más importante, son los personajes y el fantástico trabajo realizado tanto en su creación sobre el papel, como en su traslación a la pantalla. Desde Ariane, la jueza protagonista entrada en los cuarenta, obsesionada con su trabajo y detractora de todo tipo de relación sentimental, hasta el secundario más insignificante —atentos al apoteósico cameo de Jean Dujardin—, todos y cada uno de los personajes son una oda a la exageración, la neurosis y la idiotez que resulta, cuanto menos, deliciosa.
Reconocida con un premio César, la labor de Sandrine Kiberlain dando vida a Ariane roza lo excelente, demostrando una vez más que no es necesario internarse en los terrenos del drama más tortuoso para poder dar rienda suelta a toda la artillería interpretativa —para muestra, Cate Blanchett—. La actriz conduce el filme con maestría, devorando en todo momento a sus compañeros de reparto, generando una atracción asombrosa sobre su personaje, y haciendo de cada secuencia su espectáculo particular ayudada, en parte, por un guión acertadísimo cuyo tono conforma el otro punto fuerte del largometrjae.
Al leer la sinopsis de 9 meses de condena puede crearse la sensación de que nos enfrentamos a una comedia romántica blanca y maniquea. Nada más lejos de la realidad. La cinta despliega desde sus primeros compases un humor negro que, por inesperado, se recibe con los brazos abiertos, especialmente al tratar temas tan delicados como la maternidad y el aborto con la sordidez y el exceso que lo hace. No obstante, muchos podrían echar en falta algún tipo de lectura moral o posicionamiento sobre dichos contenidos que sólo entorpecería el principal cometido del filme: desatar carcajadas del mayor volumen posible.
Esta nueva comedia de Albert Dupontel posee todos los elementos que todo filme del género debería tener: Un guión ágil, una ligereza pasmosa, una ristra de personajes perfectamente dibujados, un reparto brillante, y lo más importante, una falta de complejos a la hora de defender el tipo de humor que propone inusitada. Todo esto se combina, se envuelve con una factura técnica impecable y se entrega con un único y simple propósito: hacer reír. 9 meses de condena cumple este cometido a la perfección, algo que sólo los galos saben hacer con tantísimo brío. «Vive le France!».