The Kings of summer es una película que bebe directamente de aquella obra referencial de los ochenta llamada Cuenta conmigo (Stand by Me, Rob Reiner, 1986) y no intenta disimularlo en absoluto. En el filme se nos narra la incursión en el bosque durante un verano de unos jóvenes que se sienten incomprendidos por la sociedad adulta a la que están a punto de entrar.
En el bosque consiguen construir una cabaña muy particular en un rincón olvidado de la naturaleza. Allí se exilian para saborear una libertad llena de felicidad. En resumen, crean un paraíso oculto al que nadie puede acceder. Aunque ese paraíso tiene una amenaza que no viene precisamente del exterior, sino del interior de los corazones de sus tres integrantes.
La obra de Jordan Vogt-Roberts está llena de vitalidad y humor con pinceladas de aquel drama juvenil que también se destilaba en los ochenta (y ahora recuerdo The Breakfast Club, El club de los cinco en España) sobre lo que significa hacerse un hombre o crecer. Pero aquí el drama está en un segundo plano y sólo en la parte final de la película se explota dejando al final un regusto más amable y simpático que en las dos otras cintas comentadas. A pesar de un humor acertado gracias a uno de esos personajes que acaban haciéndose dueños de los planos, la cinta termina por oler demasiado a ese cine indie al que tanto hemos machacado en esta web.
No obstante The Kings of summer es una buena cinta que logra transmitir sus ideas a la perfección mientras vamos viendo como crecen nuestros personajes. Y cómo la convivencia idílica se empieza a enturbiar a partir de un momento determinado que no desvelaremos.
Su naturalismo a la hora de retratar el lugar y los quehaceres diarios lo acerca aún más al cine independiente que se destila hoy en día. Los personajes están apenas definidos con pinceladas, pero funcionan a la perfección y resultan tan creíbles como cercanos. El acierto es contar historias conocidas por todos, tanto de primera mano como por el cine juvenil o que detiene su mirada en esa época de cambios, de manera fresca y sin desparpajo, apoyándose en las relaciones entre personajes más que en artificios que podrían sacarnos de la historia.
Joe, Patrick y ese descubrimiento cómico llamado Biaggio se adentran en el bosque huyendo de unos padres que en ningún momento los entienden. La cámara captura su nueva vida con una enorme vitalidad y «buen rollito» que acompaña a la cinta salvo en los momentos donde decide ponerse más dramática. y aunque la explosión del conflicto entre los personajes está magistralmente contada (la clave es la sencillez con lo que cuenta sucesos que toda persona conoce), lo cierto es que el final fuerza demasiado a la complacencia y a un «happy end» que por mucho tono gris que se le intenta poner acaba siendo demasiado pasteloso.
Pero sería un error quedarse con esas sensaciones finales, que por otro lado, harán las delicias de gran parte del público potencial. Por mucho que se le quiera comparar con Stand By Me, lo cierto es que la cinta de Rob Reiner es mucho más amarga y con un final agridulce más acorde con la realidad. Pero como aquella, cumple a la perfección a la hora de analizar un tiempo y un momento muy determinado, en este caso los años 90 en el diminuto pero eterno instante en que tres jóvenes abandonan la adolescencia y se enfrentan al mundo adulto. Un mundo adulto representado por un padre amargado tras la muerte de su mujer, lo que vuelve a remitirnos a Stand By Me, donde el prota vivía una agónica adolescencia al ser «olvidado» por unos depresivos padres que no superaban la muerte del hijo mayor en Vietnam.
Sí, The Kings os Summer es la continuación de aquel cine sobre la juventud (más que juvenil. Esto no es Porky’s) de los ochenta que detenía su mirada en un preciso instante con historias comerciales pero a la vez huyendo de los grandes artificios y relatos sobrecargados de situaciones y problemas externos. Y cumple a la perfección.