Un aspecto interesante a tener en cuenta cuando hablamos de un thriller es el de su complejidad. ¿Preferimos una trama sencilla pero bien ambientada y sin que haya apenas posibilidad de que queden cabos sueltos? ¿O es mejor atreverse con un guión que se vaya haciendo cada vez más complejo a riesgo de que pueda tener lagunas y que exista mayor probabilidad de decepcionar al espectador?
Parece que el director español Jorge Dorado es de esta segunda opinión, porque Mindscape comienza como un buen thriller debe comenzar, con una escena llena de intriga que atrape al espectador desde el primer instante. Una tarea que el director lleva a cabo con bastante sobriedad incluso en las escenas posteriores, ya que sólo con unos minutos parece quedar claro qué nos vamos a encontrar en la película.
En pocas palabras, Mindscape cuenta cómo un grupo de personas son capaces de introducirse en los recuerdos de otras para así resolver casos o ayudarlas con algún otro problema. En este caso será John, un hombre que perdió trágicamente a su mujer, quien tenga que resolver el enigma de Anna, una adolescente que teóricamente tiene problemas mentales pero que a simple vista parece una joven de lo más normal…
Sin embargo, con el paso de los minutos se junta un popurrí de tramas paralelas, algunas inconexas y otras muy prescindibles (una auténtica losa en una película de tan escasa duración), que acabarán provocando el naufragio parcial de Mindscape. Para empezar, hay varios detalles clave para la resolución del argumento que se podían haber obviado, ya que resultan tan evidentes que el espectador, a poco que haya permanecido atento a la pantalla, adivinará el desenlace de la obra mucho antes de que se cumpla la hora y media de metraje. Una cosa es ir dejando pistas y otra muy distinta es ofrecerlas en bandeja de plata, porque en este caso sucede lo inevitable: al llegar al final, la decepción es mayúscula, mucho mayor de la que seguramente se merecía esta película. Tampoco va a poder escapar a las comparaciones con Inception (Origen), de Christopher Nolan, en lo que se refiere a penetrar en la mente de los demás y a varios detalles de la personalidad del protagonista, aunque lo cierto es que el símil es bastante liviano porque distan bastante tanto en el estilo como en la carga dramática.
Como decimos, no sería razonable vapulear a Mindscape sólo por su flojo guión. El estilo de Jorge Dorado (nominado al Goya por la mejor dirección novel) es bastante atractivo, y seguramente con otro guionista más acertado su trabajo hubiera ganado bastantes enteros. A decir verdad, casa bastante con lo que debe de ser una película de este estilo. Tampoco están del todo mal los dos protagonistas, aunque a Taissa Farmiga le falta un poco más de expresividad. Sorprende bastante ver al eterno antagonista Mark Strong en el papel de “bueno”, un personaje que podría haber dado bastante más juego en otras circunstancias, aunque lo del trágico hombre viudo ya esté un poco visto.
Por tanto, en Mindscape encontramos la enésima buena idea sobre un thriller pero también la enésima mala ejecución. Y todo por enrevesar el argumento hasta que el propio guionista ya no sabe cómo salir del atolladero en el que se ha metido. Afortunadamente parece que en este naufragio no van a arrastrar consigo a Jorge Dorado, al que esperaremos ver en futuras ocasiones con una historia más sencilla, que no prometa nada que no pueda cumplir posteriormente y sin que medien fuegos de artificio que estropeen el conjunto final.