Sobre la figura del maestro, creador, mito, Don Luis Buñuel existe un cierto misticismo alejado de la realidad en el cual parece haberse instaurado la creencia de que su cine se encuentra caracterizado por el surrealismo más beligerante. Nada más lejos de la realidad, ya que más del 80% de la obra del genio de Calanda nada tiene que ver con la corriente que abrazó en su juventud, así como en sus posteriores y más aclamadas cintas. Igualmente se suele calificar a las obras que adornaron su incipiente carrera en México como filmes alimenticios realizados por encargo de los poderosos estudios mexicanos de la Época de Oro. Otro disfraz convertido en realidad por el efecto de la repetición monótona del mismo axioma. Porque si por algo se distinguieron los maravillosos filmes llevados a cabo en las fechas del Cine de Oro gracias a la mediación del ingenioso hidalgo Don Luis Buñuel es por su marcada pertenencia a las obsesiones y cosmos del director aragonés.
Sin ir más lejos, El río y la muerte es un claro ejemplo de lo comentado en el párrafo anterior. La cinta forma una trilogía no reconocida junto con Subida al cielo y La ilusión viaja en tranvía de lo que podríamos denominar las tradiciones del México que acogió al exiliado español convirtiéndose por tanto en la nación de mente y espíritu del republicano Don Luis, el cual fue despreciado en su propio país por su arte y forma de ver el mundo. Así, en la mencionada trilogía Buñuel fijó su atención en los usos y costumbres más enraizados en el México más puro y por tanto menos contaminado por la influencia externa, convirtiéndose en una especie de narrador omnisciente extrañado ante el nuevo ambiente hogareño.
Los que busquen cualquier halo de surrealismo en la cinta perderán irrevocablemente su tiempo, ya que el film es fundamentalmente un western a la mexicana que bebe de la mitología de Sólo ante el peligro e incluso de su remake Río Bravo para describir con un pulso narrativo feroz, vibrante, dinámico, salvaje y por tanto, adelantado a su tiempo, las primitivas costumbres que adornaban los ambientes rurales mexicanos alejados de la razón que otorgaba el progreso y la socialización de las grandes urbes.
La película se beneficia de un espléndido guión firmado por el pacense e inseparable colaborador del maestro Luis Alcoriza del que emanan gran parte de las fascinaciones del autor hispano-mexicano. Así la trama es primordialmente una fábula alrededor de la muerte y sus circunstancias (sin duda si no la más, una de las pesadillas más recurrentes presentes en la mentalidad de Buñuel). Buñuel empleó una narración muy innovadora basada en el recurso del flashback, el cual sirvió para mezclar de forma muy sutil e inteligente el pasado rural y primitivo con un presente más refinado y urbano que lucha por desprenderse de los rasgos menos juiciosos aún presentes en la sociedad.
La trama se centra en la paradójica lucha fratricida que se establece entre dos familias cuyos miembros no dudan en aniquilarse entre sí debido a una afrenta del pasado que ha derramado sobre el pueblo un escalofriante baño de sangre. La muerte está presente en cada esquina del pueblo y es por ello que todos los habitantes del lugar portan un inquietante revólver (incluido el cura) para defenderse de posibles afrentas de honor. A pesar del odio existente entre las diferentes dinastías pueblerinas, la tradición establece que aquél que consiga huir de sus perseguidores y cruzar el río que divide al pueblo, será respetado permitiendo que continúe su vida en soledad más allá de los márgenes del río.
La cinta narra la historia de Eduardo, un joven médico que padece una extraña enfermedad que vive alejado de las rudas tradiciones de sus antepasados y que por su carácter adiestrado y huidizo del enfrentamiento es considerado como un cobarde. Sin embargo, el destino se cruza en su camino en forma de desafío lanzado por un antiguo miembro de la familia rival, el cual le reta a enfrentarse en duelo a muerte para limpiar el honor de un antiguo asesinato cometido por sus respectivos familiares. Este hecho hará rememorar a Eduardo el pasado de su familia, narrando así la historia de amor vivida por su padre (miembro de una de las familias enfrentadas en la aldea) y su madre (una inocente mujer de padre pacifista que se enamorará perdidamente del padre de Eduardo, de modo que tras la muerte del mismo, su calmada personalidad se transformará en odio y deseos de venganza que verterá incluso hacia su propio hijo).
Buñuel, localizó su interés en mostrar de forma fidedigna las viejas costumbres de las aldeas mexicanas, muy chocantes para la leída mente del aragonés, expresando su total fascinación por como la cultura de la muerte se apodera de la existencia de los pobladores de las mismas, apoyándose en los paradigmas del western americano (duelos a muerte a pistola armada, galopadas a caballo por los agrestes parajes de la meseta mexicana, testiculina mal entendida por sus poseedores, así como ciertas referencias a mitos del cine como Sólo ante el peligro con esas recurrentes manecillas de reloj que ayudan a tensionar las escenas más vehementes del film) para parodiar e instaurar en el alma del film un cierto halo que recuerda a la épica del género estadounidense.
La cinta es una auténtica maravilla de una modernidad impactante cargada de un ritmo muy entretenido, sin duda cautivador para el espectador contemporáneo. Igualmente tanto Alcoriza como Buñuel utilizan la fábula que adorna el guión para lanzar una avispada crítica en contra de la irracionalidad del individuo que basa sus creencias en primitivos ritos (¿alegoría de la religión?) que atenazan la libertad y felicidad, siendo la acción individual y pro-activa desprovista de las cadenas que el hombre se impone el único medio por el cual el ser humano logrará alcanzar la libertad plena. Del mismo modo Buñuel identifica a la soledad como el único contorno capaz de hacer aflorar la reflexión sensata y coherente una vez desprovista la mente de los funestos efectos que la colectividad se encarga de crear en el maleable cerebro humano.
Asimismo, la cinta presenta algunos puntos de transgresión muy seductores, como por ejemplo el humor muy negro que plasma Buñuel a lo largo del metraje, así como las relaciones amorosas plenas de pasión vernácula que Buñuel se encarga de incluir en el film. Todos estos puntos son expuestos por Don Luis de una forma muy atractiva gracias a su habitual dominio de la puesta en escena en la cual se siente la rabia animal tan típica del maestro. Gracias a un asfixiante cosmos rural, Buñuel vuelve a deleitarnos con una obra calificada como menor que demuestra que las obras menos conocidas de los grandes autores del cine son tan grandes como la obra más mayor de un simple mortal que se dedica al viejo oficio de hacer películas.
Todo modo de amor al cine.
Muy buena película no creo que Buñuel se hubiera querido desprender de la religión y mucho menos de la iglesia catolica debido a que el era un gran cristiano; un gran catolico, esta es la mejor película de Buñuel que realizo en su dilatada carrera.
O era un gran cristiano o era un gran católico, NO puede ser ambas cosas, ya que la esencia de las creencias son diferentes.