Al escribir en una web que se llama Cine Maldito de vez en cuando resulta conveniente recuperar películas que merecen ese calificativo no solo por el hecho de ostentar cierto grado de ocultismo entre el público en general sino porque son efectivamente cintas que presentan marcada a fuego la denominación de película maldita. Ese es el caso de Interrogation, extraordinario film polaco rodado en 1.982 que fue súbitamente retirado de circulación tras su estreno por las autoridades políticas que gobernaban con mano de hierro el país centro-europeo en aquella época. La cinta estuvo retenida sin posibilidad de exhibición pública, no siendo hasta ocho años después cuando pudo salir a la luz gracias a su presentación en el Festival de Cannes de 1.990. A ello se añade que su director y guionista, Ryszard Bugajski, fue estigmatizado con la marca de proscrito y por tanto obligado de este modo a salir del país a mediados de los ochenta para ser acogido en Canadá. La emisión del film en Cannes causó un enorme impacto tanto entre la crítica y el público que asistieron a su proyección en pantalla grande, logrando conquistar al término del Festival el premio a la mejor interpretación femenina con el que fue galardonada la extraordinaria y magnética Krystyna Janda.
¿Cuál fue el motivo que llevó a las autoridades comunistas polacas a prohibir la visualización del film en el momento de su estreno? Sin duda Interrogation es uno de los alegatos más salvajes y explícitos en contra del Stalinismo que jamás se han efectuado en el cine. La cinta muestra, con un tono muy crudo y realista, los absurdos y crueles métodos empleados por las autoridades políticas en las cárceles del Régimen en contra de población inocente, que tan solo ha cometido el error de cruzar su destino con miembros del ejército caídos en desgracia al haber sido tachados de traidores, por colaborar inconscientemente y en contra de su propia ideología con espías del otro lado del telón de acero o simplemente por defender su propiedad en contra de las políticas de colectivización llevadas a cabo por el gobierno pro-soviético polaco.
La película realiza un retrato extraordinario y magistral de las funestas consecuencias que ostentan las políticas totalitarias diseñadas en principio para defender al pueblo de los peligros ocultos a su visión, y que acaban convirtiéndose con el paso de los años motivado por la deformación implantada por los gobernantes de la idea original en el auténtico peligro que acecha a los indefensos ciudadanos que soportan las mismas, de modo que la encarnizada lucha por defender su honor e inocencia llevada a cabo por los íntegros ciudadanos choca de frente en contra de la sinrazón y arbitrariedad de los que hacen alarde del poder y ejercen éste a sus anchas sin ningún ente que pueda efectuar un control externo e independiente. Si bien la cinta se centra en las políticas comunistas, el testimonio lanzado por Bugajski podría aplicarse de igual modo a cualquier Institución o Régimen autoritario independientemente de su ideología, siendo este punto lo que convierte al film en una auténtica obra maestra del cine.
De hecho, uno de los puntos álgidos de la cinta es sin duda la escena en la que el interrogador (un antiguo prisionero de un campo de concentración nazi) toma conciencia de sus actos aberrantes cuando el personaje interpretado por Janda le espeta en la cara que sus acciones son análogas a las empleadas por la Gestapo en la II Guerra Mundial (excepcional alegoría ésta, que demuestra que todos somos torturadores o víctimas dependiendo del momento y de la ideología dominante, mostrando Bugajski con esta impresionante secuencia que los antiguos torturados por los nazis se han convertido gracias a los alienantes efectos de la borrachera de poder en monstruos nivelados a la misma altura que sus antiguos enemigos, algo que desgraciadamente sigue estando de rabiosa actualidad).
La película, que se sitúa temporalmente en la época de la post-guerra polaca, arranca con una sensacional escena de Cabaret en la que vislumbraremos a una alegre y visceral Tonia (Krystyna Janda) ejecutando una pícara canción para deleite del público. Mientras ejecuta su performance, la mirada de Tonia percibe en el fondo del local como su marido (un escritor sin mucho éxito) mantiene una actitud bastante cariñosa con su mejor amiga. Una vez finalizada su actuación Tonia, cegada por los celos y tras abroncar a su esposo por su supuesto intento de seducción, decidirá acompañar a dos admiradores a un local para de este modo instigar los celos de su marido. Sin embargo, los fans resultarán ser dos investigadores de la policía secreta que tras emborrachar a la feliz y risueña Tonia, conducirán a la cantante a una cárcel de mujeres asignada a presos de conciencia política.
Tras despertar de su borrachera, una desorientada Tonia creerá que ha sido retenida por algún error o confusión de personalidad, ya que ni en el pasado ni en el presente ha sido inductora de ninguna acción delictiva a sus simples ojos. Sin embargo, tras ser conducida a una sala de interrogación regentada por un funesto militar, descubriremos que la causa de su detención no ha sido otra que la de haber mantenido en el pasado relaciones amorosas con una serie de ex-militares considerados por el actual Régimen como traidores a la patria. Los interrogadores humillarán y torturarán durante años a la ingenua e inocente Tonia con objeto de sonsacar una confesión que culpe a sus ex-amantes militares de conspiración, sin embargo Tonia se resistirá a mentir y delatar acciones que no se ajustan para nada a la realidad, manteniendo una actitud firme y digna a pesar de las vejaciones a las que es sometida.
Bugajski construye una película de terror gótico con tintes gore a través de un drama carcelario ambientado en la Polonia Stalinista. La cárcel igualmente sirve de micro-cosmos para reflejar las distintas personalidades presentes en la sociedad. Así contemplaremos a la libertina y vividora Tonia, cuyo único pecado ha sido el de vivir en libertad y dejarse llevar por sus instintos. A los despóticos funcionarios de prisiones que representan a la dictadura y los medios de represión de libertad y una serie de personajes que retratan a la sociedad polaca de post-guerra en forma de compañeras de celda de Tonia. Sin duda los más llamativos son los de la mísera campesina que ha terminado presa por asesinar a los miembros de un comando de desamortización de tierras que trataba de colectivizar su ancestral propiedad, la miembro del partido comunista (interpretado de forma excepcional por la directora Agnieszka Holland) cuyo pecado ha sido colaborar inconscientemente con un espía americano que la hechizó con sus artes de engaño o los de la frágil y catatónica Mira, una rea de la que desconoceremos cual ha sido su delito y que acabará traicionando a la firme Tonia, que podríamos catalogar como una representación del pueblo silencioso que no toma partido por una ideología dejándose arrastrar por la fuerza de la mayoría y cuya inmovilidad resulta tan indefendible como la propia actitud de los poderosos dictadores.
Pero sin duda el gran peso de la cinta lo lleva sobre sus hombros la maravillosa actriz Wajdiana Krystyna Janda, la cual se desnuda en cuerpo y alma para ofrecernos una de las mejores interpretaciones femeninas de la historia del cine. Una Janda desposeída de todo maquillaje y artificio (y a pesar de ello tremendamente atractiva), no dudará en mostrar su cuerpo escuálido y desnudo torturado hasta la saciedad por los incisivos métodos militares. Su interpretación rebosa dignidad, recorriendo un trayecto que abarca desde la fogosidad vital hacia las profundidades de la locura. Su mirada inconscientemente consciente perturba en cada secuencia. A medida que avanza el metraje, la vigorosa mirada de Janda va apagándose, mostrando como la cordura acaba derrotada por la demencia motivada por la imposibilidad de luchar individualmente por su inocencia, la cual chocará una y otra vez contra el muro de la testarudez y la indecencia. Janda nos regala con una interpretación eminentemente física (impresionante es el maltrato al que somete su cuerpo a lo largo del metraje), pero dotada igualmente de una potente espiritualidad que ayuda a arrojar un canto en favor de la lucha de la dignidad y la verdad y en contra del chantaje y la mentira.
La cinta rebosa de escenas escalofriantes que ponen los pelos de punta. Destaco tres de ellas porque aún, tras haber pasado una semana desde su visualización, las tengo insertadas en mi mente sin que pueda desprenderme de ellas. La primera es la escena de la ducha: tras intentar infructuosamente sonsacar una declaración de acusación a Tonia, los funcionarios trasladan a la misma a una celda de castigo ataviada de una funesta ducha. Castigada hasta el martirio, Janda es encerrada en este minúsculo habitáculo siendo rociada con una angustiosa ducha que golpea su cara sin descanso. La segunda es la secuencia en la que una desesperada Janda tratará de suicidarse cortándose las venas. Toda la planificación de la escena es brutal. Janda logrará constreñir su circulación sanguínea apretando su brazo con unas asfixiantes vendas. Cuando la vena acaba engordando y sobresaliendo de su muñeca, Janda morderá cual un vampiro ávido de sangre y muerte su vena, explotando en su cara un chorro de sangre acongojante. Sin duda una escena vomitiva como pocas que se queda grabada por su crueldad y veracidad. Y por último señalo la realista secuencia en la cual tiene lugar el nacimiento del hijo de Janda en la cárcel, fruto de un único contacto sexual con el arrepentido torturador ex-prisionero de Auschwitz, nacimiento que simboliza la esperanza de un mundo nuevo y mejor que servirá acto seguido de anuncio del fallecimiento de Stalin, sin duda una metáfora nada soterrada que apuesta por la apertura y los nuevos tiempos como medio para terminar con el imperio de la dictadura coercitiva de libertades.
Interrogation es una de las mejores películas europeas de los años ochenta. Sin duda una película imprescindible para los amantes del cine duro y explícito, poseedor además de una substancia que va más allá del puro arte cinematográfico. Además de poseer una de las mejores interpretaciones de la historia del cine, una atmósfera claustrofóbica y malsana que la emparenta con el cine de terror y una denuncia expresa en contra del Stalinismo, es sin duda una de las obras que mejor ha reflejado el martirio individual al que somos sometidos los ciudadanos ante la quimérica pretensión de defender nuestros derechos y dignidad contra los poderes que gobiernan nuestro día a día. Una obra maestra que se quedará en la memoria del espectador.
Todo modo de amor al cine.